Sus horarios

SERVIA DE MODELO

Cierto día, la hija de Meishu sama le dijo: “Papá, creo que algunas veces usted también debe sentir sueño. Por eso es de admirar la puntualidad con que se levanta”.

Meishu sama respondió: “Es natural que a veces sienta sueño. Pero si yo no cumplo con el horario, por ejemplo, no podría orientar sobre ello a los fieles. Para poderles hablar, yo mismo debo practicar”.

Al oir esas palabras, sentí el gran esfuerzo que hacía Meishu sama para explicar las Enseñanzas, pues Él las practicaba.

Un servidor

SEA RIGUROSO CON USTED MISMO

Fue allá por 1953 ó 1954. En los días en que había cine. Meishu sama salía de Hekiunso a las diecinueve, y se dirigía a la Sede, en Sakemi. Un día, se atrasó por haber tenido que asistir a una comida, y en consecuencia salió sin hacerse su higiene bucal. “Voy a cepillarme los dientes en Sakemi, preparen lo que sea necesario”, dijo. Al recibir ese mensaje, dejé la pasta, el cepillo y demás utensillos encima de la mesa de su aposento.

Al llegar a la Sede, Meishu sama inmediatamente fue al baño y desde allá gritó: “¡Higiene bucal!” Yo nunca imaginaría que Meishu sama fuese a lavarse los dientes en el baño, de modo que no lo acompañé llevando los objetos necesarios. Él entonces me reprendió: “¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué no trajo lo que le pedí?” y también me advirtió severamente: “No se debe hacer esperar a otras personas, de modo que voy a cepillarme los dientes aquí mismo. ¿No están todos esperando?”. La severidad de Meishu sama en relación al cumplimiento de los compromisos de horario no era solamente para los demás. El mismo los cumplía rigurosamente.

Un servidor

MIS HORAS PERTENECEN A DIOS

Antes de ir a Hawai (fue allá por febrero de 1953), recibí Johrei de Meishu sama durante once meses. Las tercera vez llegué a Hekiunso cinco minutos antes de la hora, y me quedé esperando que Él llegase. En la sala de Johrei había dos almohadones; el de Meishu sama estaba en el fondo de la sala.

No pasó mucho tiempo hasta que un servidor abrió la puerta; Él apareció y se sentó en su almohadón. Hice una reverencia silenciosa y permanecí sentado. En tono de orden, Meishu sama dijo: “Venga hacia aquí”. y agregó: “Mis horas pertenecen a Dios... Yo ya me senté, y usted permanece en el mismo lugar. En cuanto me vio sentado debería haber venido inmediatamente para que le trasmita Johrei sin perder ni un segundo”.

Kyokaicho (Un dirigente del Templo)

SER UN OBSTACULO PARA LA OBRA DIVINA

En ocasión de una entrevista en que recibía orientación de Meishu sama, en cierto momento me dijo: “Por hoy es todo; estoy muy ocupado”. En tono de súplica le pedí: “Me gustaría oirlo un poco más”, pero Meishu sama me respondió: “Estoy ejecutando una tarea de gran importancia. No puedo sacrificar más mi horario por su causa. Pensé en un diálogo de dos o tres minutos, y lo prolongué demasiado. Si usted fuera impertinente e insistiera en tomar un poco más de mi tiempo, estará entorpeciendo la Obra Divina”.

Shibucho (Un Dirigente del Templo Filial)

PENSE QUE ERAN SOLO CINCO MINUTOS

Un día llegué cinco minutos atrasado a una comida, en la cual tuve permiso de participar, junto con Meishu sama.

“Para el hombre son sólo cinco minutos, para Dios es un atraso enorme”, dijo Él en un tono severo que me hizo estremecer.

Kyokaicho (Un Dirigente del Templo Filial)

QUIEN NO CUMPLE SUS COMPROMISOS DE HORARIO NO MERECE ATENCIÓN

En los últimos años de vida, Meishu sama se mostraba muy intransigente con relación al horario. Mejor dicho, Él era así desde joven. Por eso, si una persona no cumplía sus compromisos, Meishu sama decía: “Esa persona no sirve. Quien no cumple sus compromisos es la escoria de la gente. Es mejor no tener una relación muy profunda con ese tipo de personas”.

Una persona de la familia

OBSERVAR RIGUROSAMENTE EL HORARIO PREVISTO

Era en la época en que Meishu sama servía en el distrito de Tamagawa, Tokio. Una vez por mes Él me invitaba a mí, a mi marido y hasta a los niños a comer en el Hotel Imperial. Generalmente el día 21 ó 22 nos encontrábamos con Él en ese hotel. Meishu sama iba siempre acompañado por Nidai sama. El encuentro era a las cinco de la tarde y ellos no se atrasaban ni siquiera un minuto. Cierta vez me atrasé cinco minutos; Meishu sama y Nidai sama ya habían llegado. Al intentar disculparme diciendo: "Discúlpenos el atraso. Teníamos visitas...”. Él nos dijo sonriendo: “La cuestión del horario es muy importante”.

Hasta hoy esas palabras permanecen grabadas nítidamente en mi corazón.

Un Miembro calificado

AUNQUE SEA UN MINUTO ES IMPORTANTE PARA MÍ

Meishu sama era extremadamente riguroso en lo referente al horario de las entrevistas realizadas en su casa.

Un minuto de atraso era motivo de severa reprensión. En una de esas oportunidades yo no percibí que mi reloj estaba atrasado. Así, cuando llegué y una servidora me preguntó a qué hora era la entrevista, le respondí: “No se preocupe, todavía faltan cinco minutos”. A la hora exacta, fui conducido ante la presencia de Meishu sama.

Posteriormente, llegó a mi conocimiento que la servidora fue reprendida. Como Meishu sama no me reprendiera en el momento, quedé sin comprender su actitud. Hoy, creo que Él debe haber pensado: “Usted debió haber confiado en el reloj de la casa. Si la persona le dijo que aún faltaban cinco minutos, ¿por qué no le dijo que en verdad sólo faltaban dos o tres?”.

Después de esto, aún volví a atrasarme, cierto día en que pedí una entrevista junto con un miembro. Esto es lo que Meishu sama dijo en esa oportunidad: “¿Cómo es que una persona que tiene la misión de orientar puede atrasarse para un compromiso?, ¿No cree que es una falta de consideración hacia la persona que llegó en el horario previsto?, yo también tuve que quedarme esperando para iniciar la charla”. También me enseñó: “Una persona de su posición debe llegar a sus compromisos antes de la hora marcada”.

Respecto del horario, Él también me enseñó en otra ocasión: “Mis ocupaciones diarias están distribuidas por horas. Por lo tanto, cualquier atraso las desequilibra totalmente. Aunque sea un minuto, es importante para mí”.

Shibucho (Un dirigente de Templo Filial)

“SI LA PERSONA VIENE A MI CON SINCERIDAD...”

Allá por 1954, el propietario de una tienda de utensillos, aunque hubo calculado el tiempo necesario, llegó con atraso a un compromiso con Meishu sama debido a una demora en el tren. El vino corriendo, casi sin aliento, pero igual se atrasó cinco minutos. Meishu sama siempre adelantaba su reloj cinco minutos.

Además, comenzaba a prepararse con cinco minutos más de anticipación. Como la persona llegó atrasada no quiso recibirla de ninguna forma, aún conociendo el motivo del retraso. Dijo lo siguiente: “Si la persona, sabiendo lo atareado que estoy, viene a mí con sinceridad, no digo nada aunque se atrase cinco o diez minutos. Mas quien es verdaderamente sincero sale de su casa previendo un posible atraso de diez minutos y hasta más. Por eso, vamos a darle una nueva audiencia”.

Ese día, aquel señor hizo tres tentativas para ser recibido, sin embargo, como no las consiguió, tuvo que irse.

Un servidor

PRECISIÓN CRONOMÉTRICA

Meishu sama cumplía rigurosamente sus compromisos de horario, sin atrasarse ni siquiera un minuto. Por ejemplo, si marcaba una visita para las trece, aparecía exactamente a esa hora, con una precisión cronométrica. En caso de que el visitante se atrasase por algún motivo, aunque fuesen cinco o diez minutos, jamás lo recibía en aquel día, sino que marcaba otra fecha para la visita.

En esas situaciones advertía: “Causa perturbación la poca importancia que los japoneses dan al horario... ,yo no soy ocioso; aunque sea un minuto, es para mí muy importante. La existencia de un número tan grande de japoneses mentirosos se debe a pequeñas cosas como ésta”.

Un servidor

LOS COMPROMISOS DEBEN SER RELIGIOSAMENTE CUMPLIDOS

Diversas cosas me impresionaron en las oportunidades en que tuve contacto con Meishu sama. Sobre todo, su puntualidad. Creo que Él era más puntual que el mismo reloj. No desperdiciaba ni siquiera un segundo. Además, nunca dejaba de cumplir un compromiso. Fuese cual fuese la situación, lo cumplía religiosamente. Nunca mentía.

A primera vista, eso puede parecer fácilmente practicable, mas en realidad requiere un esfuerzo sobrehumano.

Un barbero

ATRASO EN LA OBRA DIVINA

Meishu sama daba importancia a cada segundo. Una noche cuando yo leía Experiencias de Fe para Él, Meishu sama hacía consagración de Ohikaris. Estábamos uno frente al otro; entre nosotros había una mesa grande y detrás de mí, un armario donde guardaba los Ohikaris. A medida que los consagraba, Meishu sama rodeaba la mesa y los guardaba uno por uno. Intenté ayudarlo, mas Él replicó: “¿Por qué se mete donde no lo llaman?; usted está leyendo, por lo tanto continúe con la lectura. Yo oigo con los oídos, mis manos están desocupadas. Si usted me ayuda, atrasará la lectura”. De esa manera no permitía que lo ayudásemos.

Un servidor

ATRASO A LA HORA SAGRADA DEL JOHREI

Meishu sama era exigentísimo en relación al horario. Decía constantemente: “Puede adelantarse cinco minutos, pero atrasarse ni uno”. Era puntual en toda ocasión, inclusive a la hora de comer. Aunque estuviera atareadísimo, Meishu sama transmitía Johrei a cualquier servidor que se lo pidiese. Igualmente, a no ser en caso de males repentinos, había hora establecida para eso. En cierta ocasión, yo me distraje y justamente a esa hora fui al baño.

Cuando me di cuenta ya había pasado un rato de la hora. Afligido, fui corriendo a pedir Johrei a Meishu sama, pero Él inmediatamente lo suspendió, y me hizo una severa represión. Para Él, el hecho de que mi atraso fuese motivado por haber ido al baño era menos justificable aún. Como se trataba de una hora tan sagrada como la del Johrei, me quedé muy turbado a tal punto que le pedí disculpas casi echándome al suelo. Además, no sabía cómo disculparme con las personas que estaban esperando para recibir Johrei. Cometí un pecado terrible.

Meishu sama era muy riguroso, por eso cuando presentíamos un posible atraso y se lo comunicábamos con anticipación pidiéndole más tiempo, Él nos atendía con prontitud.

Un servidor

SONRIENDO DECÍA: “HASTA LUEGO”

La vida diaria de Meishu sama era muy atareada. Así, conscientes de que sus horas eran preciosas y de que no podía desperdiciarlas, no debíamos prolongar las charlas.

Aunque, cuando íbamos a hablarle de alguna cosa, nuestra tendencia era prolongarlas. Si ya habíamos terminado de hablar lo necesario e intentábamos continuar, Meishu sama decía: “Está bien, hasta luego”. Luego desviaba la mirada y sonriendo comenzaba a hacer otra cosa.

Un servidor

LOS TRABAJOS SE IBAN ENCAJANDO EN LAS HORAS

Observando los trabajos realizados por Meishu sama, teníamos la impresión de que ellos se iban encajando en las horas. No eran ellas las que lo perseguían, sino que era Él quien las perseguía.

“¡Oh, ya es la hora, necesito escribir aquello!”, este apuro nunca le ocurría. Creo que la impresión de que sus trabajos encajaban dentro de las horas era para mí el aspecto más extraordinario de Meishu sama. Jamás alguien necesitó hacerle pedidos de esa naturaleza: “Quisiera que usted se apurase para hacer esto”.

Al comienzo, debido al rigor de Meishu sama en relación al horario, yo me sentía intranquilo, con un temor angustiante. Posteriormente, conseguí terminar mis tareas exactamente a la hora marcada y comencé a sentir una profunda gratitud. Entonces, llegué a la conclusión de que bastaba tener un reloj que funcionase con precisión...; sentí que después que la persona se habitúa con el horario, no hay nada más cómodo.

Un servidor

NO ANDE CON EL RELOJ DESARREGLADO

Meishu sama normalmente merendaba a las quince horas, pero los servidores no tenían la obligación de traerle la merienda exactamente en ese horario. Él siempre decía: “Pueden traerlo cinco minutos antes” y agregaba: “La persona no debe atrasarse, pero puede adelantarse cinco minutos”.

Al comienzo, como un bobo que no hubiese aprendido otra cosa, yo hacía todo con cinco minutos de anticipación. Pero, haciendo de eso una norma acababa cometiendo otra falla. Por ejemplo: si a las siete y media comenzaba un programa humorístico, yo encendía la radio un poco antes; a esa hora, quizás, irradiaban noticias o anuncios de remedios y no el programa que Meishu sama deseaba. Él entonces me decía: “Vea lo que usted me hace oir. Para sintonizar el dial no necesita más que uno o dos segundos. Si no consigue hacerlo en ese tiempo, no puede ser considerado como un hombre moderno”, así me enseñó Meishu sama.

Cierta vez fui advertido por mi impuntualidad, pues Meishu sama no admitía el atraso siquiera de un minuto, ni treinta segundos. Recibí una severa represión: “Si usted percibe ese descontrol, es porque su concepto del horario es limitado. El hombre moderno no puede desperdiciar el tiempo. No ande con el reloj desarreglado”; y cuando me dijo: “Cambie ese reloj”, más rápido que nunca corrí al relojero.

Un servidor

CONTROLABA HASTA LA HORA DEL BAÑO

Los días de Meishu sama eran programados con mucho rigor, sin desperdicio de un minuto o un segundo siquiera. Por eso, aquéllos que servían a su lado tenían especial preocupación por el horario. En ese punto creo que Meishu sama controlaba los mínimos movimientos de los servidores. Por ejemplo, cuando me daba permiso para ir a tomar un baño, creo que medía el tiempo que yo empleaba. Si un día demoraba exactamente siete minutos, de allí en adelante, aun teniendo permitido que interrumpiese mi trabajo para tomar mi baño, mandaba a alguien a llamarme en caso de que demorase más tiempo. Decía: “Le lleva siete minutos para tomar un baño, por eso creo que ya terminó. Llámelo”. Como se ve, Meishu sama daba una extraordinaria importancia al tiempo.

Un servidor

A PARTIR DE HOY USTEDES SERÁN DOS RUEDAS

Me casé el día 17 de Julio de 1949. Yo estaba radiante de felicidad, pues por medio de mi superior, tuve el permiso de comunicárselo personalmente a Meishu sama.

En la mañana de ese día, me demoré en los preparativos más de lo que preveía, inclusive por el esmero con que el peluquero me atendió. El encuentro con Meishu sama estaba marcado para las trece horas, pero llegamos a la entrada de su residencia con exactamente un minuto de atraso.

En el momento en que la recepcionista entró en la sala de Meishu sama, Él parecía muy molesto porque no habíamos sido puntuales y dijo que no iba a atendernos. Me estremecí. Algunos instantes después, nos comunicaron que dijo: “Voy a atenderlos”. Nos sentimos aliviados y quedamos a su espera en la sala. Yo estaba intranquila, pensando en la severa reprensión que posiblemente recibiríamos.

No tardó mucho. Meishu sama entró acompañado de Nidai sama y nos dijo cordialmente: “Congratulaciones, de hoy en adelante ustedes serán dos ruedas”. La felicidad que sentí en ese momento hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas. Él no mencionó ni una sola palabra sobre el atraso. Yo estaba preparada, imaginando el reto que recibiría, de modo quedé muy feliz por su gesto amable de decir: “De hoy en adelante serán dos ruedas”, esto es, serán marido y mujer.

Shibucho (Una dirigente de Templo Filial)

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