EL TRATAMIENTO DISPENSADO A LOS ESCRITOS DE SU AUTORIA
A la hora en que escribía, Meishu sama no colocaba encima de la mesa sino los papeles que iban a ser usados. Al lado, en una mesita más baja ponía el cenicero, los fósforos, etc.
Trataba sus escritos con todo cuidado, guardándolos siempre en una caja cerrada. Procedía exactamente como nosotros procedemos cuando utilizamos sus libros de Enseñanzas. A veces llegaba a revisarlos más de veinte veces y entregaba los originales llenos de correcciones hechas con tinta roja para la persona encargada de pasarlos en limpio. No trataba con descuido ni aunque fuesen los originales. Los mandaba a quemar a horas determinadas.
Generalmente las personas no dan importancia a sus borradores. Por lo tanto es necesario que reflexionemos profundamente sobre el hecho de que Meishu sama trataba sus manuscritos de la misma forma en que nosotros tratamos sus libros de Enseñanzas.
COMO UN GRABADOR ENCENDIDO
Meishu sama siempre se iba a dormir precisamente a las dos de la madrugada. A veces, paraba en medio de lo que estaba dictando y decía: “Mañana terminaremos”.
Al día siguiente continuaba con el trabajo, mas no releía lo que ya estaba escrito; le bastaba leer la última línea o las dos líneas finales y decía: “Ah, entendí”, y ya recomenzaba a dictar. Cuando me ponía a leer un párrafo anterior, haciéndome el gentil por demás, me advertía: “No es necesario volver tan atrás; basta leer una o dos líneas. ¡Qué desperdicio de tiempo!”.
Hasta parecía un grabador que se apagaba cuando se estaba pasando la cinta y continuaba hablando cuando volvía a encenderse. De esa manera, cuando Meishu sama mencionaba el título de la Enseñanza, ésta ya estaba presta en su mente, le faltaba sólo enunciarla. Cuando Él dictaba, no se observaba ninguna señal de reflexión en su semblante. En esas horas, al mismo tiempo que dictaba, consagraba Ohikaris, hojeaba libros de arte o hacía algún retoque en una vivificación floral, demostrando un gran placer.
De vez en cuando, si por algún motivo no podía continuar al día siguiente, lo hacía tres días o una semana después. En esas condiciones, le bastaba leer la última línea o las dos líneas finales para continuar el trabajo.
UN POEMA EN UN MINUTO Y TRES SEGUNDOS
Dicen que un poeta famoso acostumbra a componer dos o tres poemas por mes. Meishu sama, sin embargo, componía salmos, poemas didácticos, poemas que cantaban sus sentimientos, un paisaje, o relaciones entre parientes, en fin, poemas de todo tipo. Aun tratándose de obras tan magníficas, Él nunca las compuso con dificultad, siempre las dictaba como si aquello fuera una diversión; y decía: “Puedo escribir cuantos poemas quiera”.
Yo quedaba admirado con la versatilidad y la rapidez con que Meishu sama componía tantos poemas.
Creo que fue algunos meses antes de la persecución religiosa (Mayo de 1950), cuando compuso, en menos de una hora, cuarenta y seis poemas sobre el tema “La Gran Purificación”. Aunque eso fuese un acto sobrehumano, era imposible para cualquiera dejar de asombrarse con su trabajo. Sus palabras, anotadas por mí iban saliendo ininterrumpidamente, una detrás de otra, tal como el hilo que sale del gusano de seda. Así, la composición de cada poema llevaba un minuto y tres segundos.
MEISHU SAMA DICTABA CON ALEGRIA
Los artículos publicados en el diario “Eiko” (Gloria) y en la revista “ChijooTengoku” (Paraíso Terrenal), eran dictados por Meishu sama todas las noches, más o menos a partir de la medianoche. El lo hacía con mucha alegría y en apenas una hora llegaba a dictar con facilidad doce o trece hojas de papel, de manera que siempre había artículos acumulados. Un día, Meishu sama llegó a decir: “Están sobrando artículos por demás, por eso aumenten el tamaño de las páginas del diario, a fin de que se pueda colocar el mayor número de palabras”. Esa recomendación nos dejó perplejos. A veces recibía pedidos de artículos para el diario de alguna nueva religión o para la redacción de una revista. Eran pedidos desagradables, pues le determinaban el tema o la cantidad de páginas. A pesar de eso, al ser solicitado, Meishu sama decía con mucho placer: “Ajá, entonces vamos a escribir”, e inmediatamente comenzaba a dictar mostrando gran alegría.
LA EXPRESIÓN MAS SIMPLE Y CLARA POSIBLE
El número de textos que Meishu sama nos dejó en forma de Enseñanzas es muy elevado. Los elaboraba por medio de dictados y luego, Él mismo los corregía y revisaba varias veces, bastante preocupado por la forma de expresarlas para que los fieles pudiesen comprender mejor sus palabras. Los revisaba hasta encontrar la forma más simple y clara posible. Hubo ocasiones en que llegó a modificar la redacción de una Enseñanza más de veinte veces. Además, también hacía que yo, que lo servía en la anotación del dictado, leyese los textos y diese mi opinión sobre su contenido. Me preguntaba: “¿Se entenderá el sentido?, ¿Usted qué cree?”. Él procuraba oir las críticas hasta de personas como yo. Cierta vez, cuando hacía poco tiempo que recibiera la misión de leer los textos durante las entrevistas, leí un “Suntetsu” que, aunque tuviese contenido humorístico, no divirtió demasiado a los fieles porque yo no tenía mucha práctica todavía. Después que finalizó la entrevista, Meishu sama rápidamente me llamó y dijo: “ Yo escribí aquello pensando en divertir a los miembros, y por causa de su mala lectura ni siquiera sonrieron. Es lamentable, pero como usted es un principiante aún no tiene práctica. Procure mejorar su lectura de aquí en adelante”. Entonces me enseñó a hacer las pausas necesarias y a darle la entonación en las estrofas finales. Después de varios ensayos con El, me dijo: “Está bastante mejor, continúe así”: y me escuchaba riendo tanto que llegaba a quedar con lágrimas en los ojos.
TEST DE OBEDIENCIA
Cuando yo había adquirido cierta experiencia en la tarea de anotar lo que Meishu sama dictaba, recibí una Enseñanza respecto de la obediencia. El hecho ocurrió una vez que yo pasaba en limpio los originales ya corregidos por Meishu sama. Había una letra, en determinada frase, que estaba equivocada, mas yo la transcribí tal cual estaba. Les explicaré por qué lo hice así. Cierta vez, yo estaba pasando en limpio un libro, creo que era el libro “El Tratamiento de la Tuberculosis por la Fe”, escrito por Meishu sama, cuando encontré en el prefacio la palabra “shinka”. Busqué en el diccionario hasta encontrar el término, más el segundo ideograma era diferente de la que había utilizado Meishu sama, además, su significado era “valor real”, lo que no pegaba para nada en la frase. Continué buscando, mas no conseguí encontrar la palabra “shinka” con los ideogramas que Meishu sama usara. Pensando que tal vez se hubiese confundido, tomé el texto y le pregunté receloso: “Meishu sama, en este texto está escrito 'Shinka' pero ¿Usted no se habrá confundido con esta palabra que significa 'valor real'?; en ese caso el segundo ideograma está equivocado”.
“No, el ideograma está correcto y no quiere decir ‘valor real’ sino ‘resultado real’” dijo Meishu sama. Y me reprendió: “De cualquier forma limítese a pasar en limpio como yo lo escribí; estoy creando una nueva civilización, por eso utilizo términos que no constan en ningún diccionario. Además, ustedes pronuncian la palabra Johrei constantemente, como si fuese una palabra muy común, pero ese término no figura en ningún diccionario, ¿sabía?”. En vista de eso, la segunda vez que ocurrió, a pesar de haber notado un error, lo reproduje tal como Meishu sama lo escribiera. Momentos después que le entregué el artículo, El me llamó y sonriendo me dijo: “Esta vez yo quise saber hasta qué punto usted está obedeciendo aquello que le dije cuando me preguntó el significado de la palabra 'shinka'. Premeditadamente utilicé una palabra equivocada. Hice una prueba para ver si usted lo pasaba en limpio obedientemente o venía a objetar, diciendo que la palabra estaba equivocada. Como usted dejó lo que yo escribí, está aprobado.” Esas palabras hicieron que me sintiera muy feliz.
Trataba sus escritos con todo cuidado, guardándolos siempre en una caja cerrada. Procedía exactamente como nosotros procedemos cuando utilizamos sus libros de Enseñanzas. A veces llegaba a revisarlos más de veinte veces y entregaba los originales llenos de correcciones hechas con tinta roja para la persona encargada de pasarlos en limpio. No trataba con descuido ni aunque fuesen los originales. Los mandaba a quemar a horas determinadas.
Generalmente las personas no dan importancia a sus borradores. Por lo tanto es necesario que reflexionemos profundamente sobre el hecho de que Meishu sama trataba sus manuscritos de la misma forma en que nosotros tratamos sus libros de Enseñanzas.
Shibucho (Un Dirigente de Templo Filial)
COMO UN GRABADOR ENCENDIDO
Meishu sama siempre se iba a dormir precisamente a las dos de la madrugada. A veces, paraba en medio de lo que estaba dictando y decía: “Mañana terminaremos”.
Al día siguiente continuaba con el trabajo, mas no releía lo que ya estaba escrito; le bastaba leer la última línea o las dos líneas finales y decía: “Ah, entendí”, y ya recomenzaba a dictar. Cuando me ponía a leer un párrafo anterior, haciéndome el gentil por demás, me advertía: “No es necesario volver tan atrás; basta leer una o dos líneas. ¡Qué desperdicio de tiempo!”.
Hasta parecía un grabador que se apagaba cuando se estaba pasando la cinta y continuaba hablando cuando volvía a encenderse. De esa manera, cuando Meishu sama mencionaba el título de la Enseñanza, ésta ya estaba presta en su mente, le faltaba sólo enunciarla. Cuando Él dictaba, no se observaba ninguna señal de reflexión en su semblante. En esas horas, al mismo tiempo que dictaba, consagraba Ohikaris, hojeaba libros de arte o hacía algún retoque en una vivificación floral, demostrando un gran placer.
De vez en cuando, si por algún motivo no podía continuar al día siguiente, lo hacía tres días o una semana después. En esas condiciones, le bastaba leer la última línea o las dos líneas finales para continuar el trabajo.
Un servidor
UN POEMA EN UN MINUTO Y TRES SEGUNDOS
Dicen que un poeta famoso acostumbra a componer dos o tres poemas por mes. Meishu sama, sin embargo, componía salmos, poemas didácticos, poemas que cantaban sus sentimientos, un paisaje, o relaciones entre parientes, en fin, poemas de todo tipo. Aun tratándose de obras tan magníficas, Él nunca las compuso con dificultad, siempre las dictaba como si aquello fuera una diversión; y decía: “Puedo escribir cuantos poemas quiera”.
Yo quedaba admirado con la versatilidad y la rapidez con que Meishu sama componía tantos poemas.
Creo que fue algunos meses antes de la persecución religiosa (Mayo de 1950), cuando compuso, en menos de una hora, cuarenta y seis poemas sobre el tema “La Gran Purificación”. Aunque eso fuese un acto sobrehumano, era imposible para cualquiera dejar de asombrarse con su trabajo. Sus palabras, anotadas por mí iban saliendo ininterrumpidamente, una detrás de otra, tal como el hilo que sale del gusano de seda. Así, la composición de cada poema llevaba un minuto y tres segundos.
Un servidor
MEISHU SAMA DICTABA CON ALEGRIA
Los artículos publicados en el diario “Eiko” (Gloria) y en la revista “ChijooTengoku” (Paraíso Terrenal), eran dictados por Meishu sama todas las noches, más o menos a partir de la medianoche. El lo hacía con mucha alegría y en apenas una hora llegaba a dictar con facilidad doce o trece hojas de papel, de manera que siempre había artículos acumulados. Un día, Meishu sama llegó a decir: “Están sobrando artículos por demás, por eso aumenten el tamaño de las páginas del diario, a fin de que se pueda colocar el mayor número de palabras”. Esa recomendación nos dejó perplejos. A veces recibía pedidos de artículos para el diario de alguna nueva religión o para la redacción de una revista. Eran pedidos desagradables, pues le determinaban el tema o la cantidad de páginas. A pesar de eso, al ser solicitado, Meishu sama decía con mucho placer: “Ajá, entonces vamos a escribir”, e inmediatamente comenzaba a dictar mostrando gran alegría.
Un Servidor
LA EXPRESIÓN MAS SIMPLE Y CLARA POSIBLE
El número de textos que Meishu sama nos dejó en forma de Enseñanzas es muy elevado. Los elaboraba por medio de dictados y luego, Él mismo los corregía y revisaba varias veces, bastante preocupado por la forma de expresarlas para que los fieles pudiesen comprender mejor sus palabras. Los revisaba hasta encontrar la forma más simple y clara posible. Hubo ocasiones en que llegó a modificar la redacción de una Enseñanza más de veinte veces. Además, también hacía que yo, que lo servía en la anotación del dictado, leyese los textos y diese mi opinión sobre su contenido. Me preguntaba: “¿Se entenderá el sentido?, ¿Usted qué cree?”. Él procuraba oir las críticas hasta de personas como yo. Cierta vez, cuando hacía poco tiempo que recibiera la misión de leer los textos durante las entrevistas, leí un “Suntetsu” que, aunque tuviese contenido humorístico, no divirtió demasiado a los fieles porque yo no tenía mucha práctica todavía. Después que finalizó la entrevista, Meishu sama rápidamente me llamó y dijo: “ Yo escribí aquello pensando en divertir a los miembros, y por causa de su mala lectura ni siquiera sonrieron. Es lamentable, pero como usted es un principiante aún no tiene práctica. Procure mejorar su lectura de aquí en adelante”. Entonces me enseñó a hacer las pausas necesarias y a darle la entonación en las estrofas finales. Después de varios ensayos con El, me dijo: “Está bastante mejor, continúe así”: y me escuchaba riendo tanto que llegaba a quedar con lágrimas en los ojos.
Un Servidor
TEST DE OBEDIENCIA
Cuando yo había adquirido cierta experiencia en la tarea de anotar lo que Meishu sama dictaba, recibí una Enseñanza respecto de la obediencia. El hecho ocurrió una vez que yo pasaba en limpio los originales ya corregidos por Meishu sama. Había una letra, en determinada frase, que estaba equivocada, mas yo la transcribí tal cual estaba. Les explicaré por qué lo hice así. Cierta vez, yo estaba pasando en limpio un libro, creo que era el libro “El Tratamiento de la Tuberculosis por la Fe”, escrito por Meishu sama, cuando encontré en el prefacio la palabra “shinka”. Busqué en el diccionario hasta encontrar el término, más el segundo ideograma era diferente de la que había utilizado Meishu sama, además, su significado era “valor real”, lo que no pegaba para nada en la frase. Continué buscando, mas no conseguí encontrar la palabra “shinka” con los ideogramas que Meishu sama usara. Pensando que tal vez se hubiese confundido, tomé el texto y le pregunté receloso: “Meishu sama, en este texto está escrito 'Shinka' pero ¿Usted no se habrá confundido con esta palabra que significa 'valor real'?; en ese caso el segundo ideograma está equivocado”.
“No, el ideograma está correcto y no quiere decir ‘valor real’ sino ‘resultado real’” dijo Meishu sama. Y me reprendió: “De cualquier forma limítese a pasar en limpio como yo lo escribí; estoy creando una nueva civilización, por eso utilizo términos que no constan en ningún diccionario. Además, ustedes pronuncian la palabra Johrei constantemente, como si fuese una palabra muy común, pero ese término no figura en ningún diccionario, ¿sabía?”. En vista de eso, la segunda vez que ocurrió, a pesar de haber notado un error, lo reproduje tal como Meishu sama lo escribiera. Momentos después que le entregué el artículo, El me llamó y sonriendo me dijo: “Esta vez yo quise saber hasta qué punto usted está obedeciendo aquello que le dije cuando me preguntó el significado de la palabra 'shinka'. Premeditadamente utilicé una palabra equivocada. Hice una prueba para ver si usted lo pasaba en limpio obedientemente o venía a objetar, diciendo que la palabra estaba equivocada. Como usted dejó lo que yo escribí, está aprobado.” Esas palabras hicieron que me sintiera muy feliz.
Un Servidor
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