Reminiscencias por dedicadores cercanos

El Techo del Kanzantei

La casa de veraneo de Meishu sama en Hakone, que Él denominó Kansantei (Solar de la Contemplación de la Montaña), donde Meishu sama escribió gran parte de sus enseñanzas, estaba en construcción en el verano de 1946.

En el tercer día de la construcción del techo, estaban trabajando dos hombres, que esperaban terminar la obra aquella tarde; de repente, nubes espesas aparecieron en el cielo y comenzó a oscurecerse.

Los trabajadores se preocuparon y uno de ellos dijo: “si comienza a llover antes de terminar el techo, los pilares internos van a quedar manchados. Para ser sincero, tengo miedo”.

Enseguida se dirigió a mí, en el momento en el que yo trabajaba en la parte de abajo. “Por favor”, me dijo, “pídale a Meishu sama que haga algo para resolver el problema”. “Está bien, le respondí, iré a ver a Meishu sama y le contaré lo que ocurre. Pero, primero díganme ustedes, cuánto tiempo necesitan para terminar el techo”.

“Probablemente, cerca de 30 o 40 minutos, pero, sería mejor que tuviésemos una hora más de buen tiempo”, respondió el trabajador.

Fui inmediatamente a la residencia de Meishu sama. Él salía apresuradamente cuando llegué; “¿Cuál es el problema?”, me preguntó. “Puede comenzar a llover dentro de pocos minutos”, le dije.

¿”Cuánto tiempo precisan ustedes?”, preguntó Meishu sama. “Los encargados del techo pueden terminar el trabajo dentro de una hora”, aclaré.

“Está bien”, dijo Meishu sama, “más, ¿cúal es el menor tiempo posible que ellos necesitan?”. “Cerca de 40 minutos, le respondí”.

“Está bien”, dijo otra vez y comenzó a fijar la mirada en cierto punto del cielo. Así se quedó más o menos 5 minutos y después dijo: “Ahora puede irse. Diga a los hombres que terminen el trabajo rápidamente”.

Ellos realmente trabajaron rápidamente. En el momento que terminaron y estaban preparándose para descender por la escalera, gruesas gotas de lluvia comenzaron a caer a torrentes.

Yo, aún era miembro nuevo en ese momento y cuando ví a Meishu sama fijar la mirada en el cielo, dudé si su concentración realmente resultaría. Quedé muy admirado cuando verifiqué que sobre el Kanzantei ni siquiera caía una gota de agua, cuando toda el área en derredor estaba inundada.

Un dedicador

La Percepcion de Meishu sama

Tuve oportunidad de acompañar a Meishu sama varias veces, cuando Él realizaba excursiones religiosas al Distrito de Kansai. En cada ocasión que fui con Él, quedé profundamente impresionado por su percepción.

Por ejemplo, cuando Él visitó los viejos templos de Kyoto, famosos por las estatuas de Buda, pasó rápidamente ante aquellas que no tenían gran valor artístico, mirándolas sólo con un golpe de vista. Pero cuando se encontraba con una verdadera obra de arte, se paraba y la examinaba ávidamente, aunque tampoco se detenía por mucho tiempo. Pienso que Meishu sama daba inmenso valor a las inspiraciones de fondo espiritual que recibía en esos momentos. En una de sus excursones, visitamos el Templo ShinYakushi, en Nara. En el interior del Templo, Meishu sama comenzó a examinar las famosas estatuas de las Doce Divinidades. En ese momento, Él señaló una de esas figuras y dijo: “ésta es diferente”.

De aquellas doce estatuas, once fueron consideradas tesoro nacional. La decimosegunda fue hecha para sustituir la original que se había perdido. Aunque se tratase de la primera vez que las veía y estuviese un poco oscuro el patio, Meishu sama inmediatamente verificó que ésa era sólo una réplica. Para Meishu sama sería probablemente un hecho sin mayor importancia, pero todos nosotros quedamos muy sorprendidos e impresionados ante su percepción.

Un Miembro calificado

El Señor M, no salio de Tokio

A partir de 1940, Meishu sama, comenzó a avisar confidencialmente a sus discípulos, que Tokio sería reducida a cenizas. Él mismo vivía allí y ayudaba a mucha gente con Johrei, el cual, para enmascararlo, era llamado “terapéutica de manos”. En Diciembre de 1941, Japón entró en la Segunda Guerra Mundial y los japoneses estaban eufóricos, con las noticias que oían por la radio, de victorias grandiosas. Meishu sama previno a todos los miembros de Tokio que debían prepararse para abandonarla.

Muchos de ellos siguieron su consejo e inmediatamente salieron de la ciudad. Estas personas se salvaron del fuego, del hambre y de muchas situaciones difíciles. Hubo miembros que no pudieron ser avisados a tiempo y por eso, permanecieron en la ciudad, no obstante, ellos también recibieron protección. Algunos se libraron de las llamas sin quemarse y otros permanecieron en sus casas, las cuales no fueron alcanzadas por el bombardeo.

Hubo pocos miembros que no dieron crédito a la palabra de Meishu sama y algunos de éstos, infelizmente murieron. Lo que más nos sorprendió fue la terrible muerte del Señor M. de Fukawa, uno de nuestros líderes. Meishu sama lo había alertado dos o tres veces, para que se fuese lo más pronto posible, porque encontraba que aquel lugar, era uno de los puntos más peligroso de Tokio.

Cada vez que Meishu sama hablaba al Señor M., éste respondía con evasivas, pareciendo no querer acatar su consejo. Fue aproximadamente en Julio o Agosto de 1944, que lo vi por última vez. En aquella ocasión, la mayoría de los miembros residentes en Tokio ya habían dejado la ciudad, que estaba siendo intensamente bombardeada por la aviación enemiga.

Cuando le pregunte al Señor M. si había decidido irse o no, me respondió que no había encontrado una casa que le agradase. Recuerdo cómo me intrigaba el hecho de que él fuera tan indiferente al peligro que lo amenazaba. Si realmente hubiera deseado sinceramente mudarse, habría encontrado un lugar apropiado. Me di cuenta de que él no estaba interesado en eso. Poco tiempo después, hubo una gran incursión aérea sobre toda el área del centro de la ciudad. En esa época, estábamos acostumbrados a oir relatos de miembros que escaparon milagrosamente, de modo que no nos preocupamos mucho por la seguridad del Señor M. Sin embargo, él no apareció posteriormente por la sede de Hakone y comenzamos a pensar en lo que podría habele sucedido. Más tarde, supimos que fue dado como desaparecido. Después que la Sede fue transferida a Atami, su hija mayor se dedicaba a una de nuestras tareas. Ella fue la única sobreviviente de la familia que escapó al bombardeo de Tokio, porque estaba en el interior. Con lágrimas en los ojos, nos contó que obtuvo la confirmación de que el resto de su familia, cinco personas incluyendo a su padre habían muerto quemados. Estaba tan abatida que no encontraba los medios para consolarla. La trágica muerte del Señor M. enseña la valiosa lección, de que podemos confiar enteramente en las palabras de Meishu sama y que nuestro futuro depende de la manera como las aceptemos o no. Si el Señor M. hubiese seguido el consejo de Meishu sama, no habría sufrido una muerte tan trágica. Al ignorarlo, demostró falta de fe por culpa propia.

Una Secretaria

No era Magia

En Mayo de 1948, en ocasión en que trabajaba en la construcción de una canalización de agua, en el Kanzantei, en el pequeño paraiso de Hakone, se rompió el cordón de mi Ohikari. Después de eso, no volví a usarlo, porque en realidad yo no entendía muy bien lo que significaba.

Cierto día, resolví podar el enorme ciprés que había en el jardín, para permitir que nuestra plantación de verduras pudiese recibir más sol. Para eso subí al árbol con un serrucho atado a la cintura. De repente, la rama en que me sostenía se quebró y caí de la altura de casi cinco metros. Caí violentamente sobre el muslo, golpeándome contra un tronco que estaba en el suelo y quedé sin poder moverme. Intenté pedir socorro, mas la voz no me salía. Lo intenté varias veces, hasta que conseguí emitir algunos sonidos, lo bastante como para que mi mujer me oyese y acudiera. Llamó a un ortopedista, miembro de la Institución. Vino enseguida y me atendió, mas yo continuaba sin poder moverme porque la caída fue muy violenta. Tanto, que tuve la impresión de que el mango del serrucho había penetrado en mi cuerpo. Me dolía hasta cuando respiraba.

Estuve en cama durante dos semanas, imposibilitado de hacer cosa alguna. Pensé que nunca podría trabajar, incluso después que me recuperase y estaba pensando en pedir retiro de mi trabajo. Fue en esa ocasión que recibí una ayuda financiera de Meishu sama. En el decimoquinto día, pude sentarme por primera vez. En el decimosexto, ya podía andar con la ayuda de un bastón y entonces, fui a agradecerle a Meishu sama en Hakone.

Allí, me quedé junto al puente hasta que Meishu sama terminase su café de la mañana y saliese para atender sus compromisos del día. Al pedirle Johrei, él me dijo: “muy bien, voy a transmitirle ahora mismo y usted va a conseguir flexionar el tronco”.

El me transmitió desde una distancia de más o menos dos metros, durante un minuto y me preguntó: “¿Como se siente?, creo que ahora puede flexionarse; experiméntelo". Un poco receloso, hice una tentativa y para sorpresa mía, verifiqué que podía flexionar el tronco. “Usted puede flexionarse más” , dijo Meishu sama. Lo intenté otra vez y comprobe que podía moverme aún más.

Cuando volvía para mi casa, imaginaba que lo que había ocurrido debía de haber sido una especie de magia o encanto. Si así es, pensaba, el encantamiento desaparecerá con el pasar del tiempo.

Desperté aquella noche y salí de la cama e intenté nuevamente hacer flexiones, “¡extraordinario!”, me dije a mí mismo, “el encantamiento aún está actuando”. Cuando fui a lavar mi rostro por la mañana pude inclinarme y por primera vez, desde que me había caído, pude usar las dos manos.

Llegué a la conclusión, entonces, de que realmente había sido curado por el Poder de Dios, actuando a través de Meishu sama y que no había sido magia. Comprendí también, que Meishu sama era un hombre maravilloso. “Creer ciegamente no es señal de la verdadera fe”, nos enseña Meishu sama,n “cuando usted obtiene la salvación por el Johrei, siente el poder de Dios. Este hecho es lo que le permite conocer la verdadera Fe.”

Un Operario de Obras

La seguridad de las palabras de Meishu sama

Nuestra Institución fue creada el día 1º de Enero de 1935. Meishu sama compuso un himno para la ceremonia de inauguración, El Zengen Sanji, donde describe el Mundo feliz de la Nueva Era, el Mundo de Miroku (Mundo Ideal). En ese poema, él tambien dice que “el tiempo será perfecto, con vientos cada cinco días y lluvias cada diez días, en ese orden exacto”. Eso ocurrió después de la divulgación de su poema, pues tuvimos una lluvia muy fuerte el último día de diciembre. Al día siguiente, el cielo quedó limpio y tuvimos buen tiempo por cuatro días. El quinto día fue de mucho viento y el décimo volvió a llover.

Realizamos nuestro primer Culto el día 11 de Enero. En aquella ocasión Meishu sama nos dijo que el tiempo que habíamos disfrutado a principio de año, era un prototipo del tiempo en el futuro, del cual Dios ahora nos daba una pequeña demostración. Quedé realmente impresionado, por la seguridad de las palabras de Meishu sama.

Un Servidor

La Luz que envolvia a Meishu sama

En Febrero de 1943, después de haber sido curado de un serio problema en la vista, por medio del Johrei, fui designado por primera vez para prestar servicio en la residencia de Meishu sama, en Tozanso. Él entró en la sala donde estábamos todos reunidos. Como era la primera vez que veía a Meishu sama, observé bien su rostro. De repente noté con asombro que una luz blanca, en forma de nube, circundaba su cabeza y gradualmente comenzó a envolver todo su cuerpo, limitada al principio, comenzó a expandirse lentamente hasta que, finalmente, se extendió por todo el recinto. Ya había oído hablar a un Miembro calificado respecto a la brillante aura de Meishu sama e imaginé que debía ser eso lo que estaba presenciando.

Quedé emocionado por haber conocido al hombre que recibió de Dios la Luz Divina en tal grado. Por primera vez comprendí la razón por qué mis ojos pudieron ser curados y quedé convencido del poder de Dios del cual Meishu sama se convirtiera en canal. Hasta aquel momento, tenía dudas sobre lo que decía el Miembro calificado en cuanto al hecho de ser Meishu sama el Mensajero de la Luz, elegido por Dios. Yo sabía que la cura de mis ojos era algo maravilloso, más tratábase sólo de una simple cura física. Hasta el día que fuí a Atami, para mí, Meishu sama era sólo un admirable hombre, capaz de curar enfermedades. Aquel día, sin embargo, mis ojos espirituales se despertaron al verdadero y más profundo significado en el servicio de la Obra Divina.

Un Miembro calificado

Un Mensajero de Dios

Cierto día, en otoño de 1952, un grupo de Miembros calificados, en el cual me incluía, fuimos a inspeccionar algunos lugares en Nara, que debían ser visitado por Meishu sama. El Santuario Kasuga estaba en el camino y allí me dirigí. Llegué al caer la tarde. De vuelta a nuestra Institución, uno de los Miembros calificados, que aquel día trabajaba como guía, sugirió una visita a un local antiguo, llamado Santuario de Kinryu, no muy apartado del camino. Todos estuvimos de acuerdo con la idea. Fuimos por un camino estrecho, cubierto de hojas caídas y llegamos al pequeño y modesto Santuario. Quedamos sorprendidos al ver que estaba admirablemente limpio. mirando alrededor, vimos una joven de aproximadamente veinte años de edad, trabajando activamente en el resto del área. Le sonreimos y la saludamos con una reverencia, después nos dirigimos al Santuario y rezamos el Amatsu Norito. Mientras rezábamos, notamos que la joven estaba sentada en el suelo e inclinaba la cabeza, parecía que estaba en trance. Después de rezar el Amatsu Norito, me aproximé a ella, le toqué el hombro y le pregunté cual era el problema. Según contó, ella y su familia pertenecían a una Iglesia. Y cuando estaban efectuando sus tareas domésticas la mañana de aquel día, la joven entró en trance y recibió el siguiente mensaje: “Un mensajero de Dios en breve visitará Nara, con la gran misión de salvar a la humanidad. Para tomar las providencias necesarias, en esta ocasión, sus discípulos vendrán a inspeccionar el lugar. Deberán visitar el Santuario de Kasuga en un momento de esta tarde y enseguida el Santuario de Kinryu. Poca gente ha ido allá y el Santuario necesita limpieza. Vé allá y prepáralo”. La joven entonces agregó: “esta es la razón por la cual limpié, aguardando su llegada”.

Quedamos admirados por su conocimiento de la planeada visita de Meishu sama, hecho que en ese entonces pocas personas sabían. Ella sabía inclusive de nuestra visita a aquel pequeño Santuario antes de que tomásemos alguna decisión al respecto. Sabía también, que Meishu sama era un mensajero de Dios con la misión de Salvar al Mundo. Comprendimos nuevamente cómo todo era parte del Plan de Dios, ocurriendo primero en el Reino Espiritual y después reflejándose en el mundo físico.

Miembro calificado Dirigente de una Iglesia Filial

La verdad dicha en un simple comentario

Hacia fines del año 1939, fui a servir en la residencia de Meishu sama. Cierto día, poco después de mi llegada, al prepararme para recibir Johrei de Meishu sama, él me pregunto: “¿cuándo se operó usted del apéndice?”. Le informé que había sido en Enero de aquel año.

“En la situación actual preveo que Usted tendrá sólo trece años más de vida, si no toma algún cuidado con eso”, me dijo. Yo lo escuché, mas no puse mucha atención, en sus palabras, hasta hace poco tiempo. Ahora comprendo qué poca importancia dí a las sagradas palabras de Dios, transmitidas por Meishu sama. El acostumbraba a decirnos: “Recuerden siempre que hasta incluso un simple comentario que eventualmente yo haga, contiene una importante verdad”. Yo había olvidado esa declaración por mucho tiempo. Durante los trece años que pasaron de nuestra conversación, sufrí innumerables purificaciones, sintiendo que una milagrosa cura se procesaba gradualmente. Al comienzo de este año, el lugar en torno a la cicatriz se puso enrojecido e hinchado como un gran carozo. El dolor que me causaba era tan intenso que no podía dormir a la noche, ni siquiera caminar.

Recibí Johrei por cierto tiempo y eliminé gran cantidad de materia purulenta en forma de una pasta espesa. La hinchazón y la cicatriz comenzaron a desaparecer. En poco tiempo la piel quedó suave otra vez y la cicatriz desapareció totalmente. Llegué a la conclusión de que alcancé la maravillosa bendición de la cura el día 11 de Febrero de 1952, exactamente trece años después de la fecha en que había sido operado. Si yo no hubiese sido encaminado a Sekai Kyusei Kyo, probablemente hoy no estaría vivo, como Meishu sama había prevenido trece años atrás. Así comencé a creer desde el fondo del corazón, que las palabras de Meishu sama son revelaciones de Dios y por lo tanto expresan siempre la verdad.

Un Miembro calificado.

Fue como un sueño

Cierto domingo, mi hijo menor, de seis años de edad, estaba jugando al aire libre. De repente comenzó a dolerle la cabeza y empezó a tener fiebre, cada vez más alta; bostezaba incesantemente y casi se desmaya. Pensé que se trataba de disentería infantil y procuré entrar en contacto con cuatro médicos, mas ninguno estaba en su casa, pues era una tarde de domingo. En ese entonces, yo no era miembro de la Kyusei Kyo pero una vecina nuestra, la señora Nonoyama, me había hablado sobre un tratamiento espiritual llamado Nihon Johka Ryoho (nombre que entonces se le daba al Johrei).

Muchas veces ella me recomendó recibirlo. Después de verificar que no podía localizar a ningún médico, me acordé de la señora Nonoyama e inmediatamente mandé a nuestra empleada para que fuese a avisarle sobre el estado de mi hijo. Ella vino rápidamente a mi casa y me dijo: “llame un taxi lo más pronto posible, yo voy a llevar el niño directamente a Meishu sama. Tenga confianza; se pondrá bien”.

Enseguida envolvió a mi hijo en una colcha y lo llevó a Tamagawa, donde moraba Meishu sama.

Algunas horas después, oí la voz de mi hijo. Estaba radiante de alegría: “mamá, estoy aquí de nuevo”.

¿Sería verdad lo que ocurría, o sería un sueño?, pensaba yo.

“Mamá ahora estoy bien. El señor Meishu sama dijo que yo podía comer, tengo hambre”, me dijo.

Yo me sentía agradecida, mas totalmente confundida.

Al día siguiente, la señora Nonoyama llevó a mi hijo nuevamente a Tamagawa. Cuando regresó, me quedé aún más sorprendida al tomar conocimiento de que él había comido un tazón de tendon (un plato de arroz y pescado frito). El presentaba mucha vitalidad y demostraba claramente que estaba recuperado.

Una Miembro calificado.

El Presagio del Pino

En Octubre de 1949, dos años después de haber decidido dedicarme enteramente al Plan de la Obra Divina, repentinamente murió un pino en mi jardín por motivo desconocido.

Fue todo tan rápido, que mi madre y yo comenzamos a suponer que hubiese una razón de orden espiritual. Tal vez el árbol había sido sacrificado para evitar algún infortunio que debería recaer sobre nosotros. Contamos lo sucedido a un miembro calificado, el cual quiso oir la orientación de Meishu sama.

“Un pino del jardín de uno de nuestros miembros murió de repente. Quisiera saber si hay algún significado espiritual en ese hecho”

Meishu sama respondió: “el hecho ocurrido con el pino tiene relación con el destino del dueño de casa. Indica que algún problema puede ocurrirle. ¿Su casa tiene la Imagen de la Luz Divina?”. “Si”, contesté, “ellos tienen en su casa la Imagen de la Luz Divina y todos los de la familia son miembros de nuestra Institución”.

“Ellos se están dedicando a la Obra Divina?”, preguntó Meishu sama, “Si”, informó el miembro calificado, “ellos lo están haciendo y uno de sus hijos un joven, dedica su vida a la Obra Divina”.

“¿Cuántas personas consiguieron encaminar ya a nuestra Institución?”, preguntó Meishu sama.

“Casi doscientas”. Fue la respuesta. “Entonces, todo irá bien para la familia.”, aseguró Meishu sama. “Nada hay que temer. Recuerde, sin embargo, que existe un profundo significado en ese acontecimiento”.

Fuí rápidamente a mi casa y le transmití las palabras de Meishu sama a mi madre, agregando: “no necesitamos preocuparnos, pues Meishu sama informó al miembro calificado que todo irá bien”.

Nosotros nos comprometemos nuevamente a trabajar, aún más, con mayor dedicación para la Obra Divina.

Un miembro calificado.

El se sentó correctamente antes de que lo percibiera

Si no me falla la memoria fue cerca del año 1941, que un hombre que había sido predicador cristiano durante cuarenta años, buscó a Meishu sama, acompañado de uno de nuestros miembros calificados. Él había decidido hacer el Curso de Introducción.

Permaneció durante mucho tiempo sentado con las piernas cruzadas y no como la costumbre japonesa, de sentarse sobre las piernas flexionadas. Cuando oyó las palabras de Meishu sama, cambió de posición y se sentó sobre las piernas, sin darse cuenta de ello. Solamente, cuando llegó el momento de levantarse notó que se había colocado a la usanza japonesa, “¡Oh!”, exclamó sorprendido, “en vez de quedarme con las piernas cruzadas me senté correctamente, ¿no es así?”.

Meishu sama tenía tal vibración, que influenciaba a las personas sólo con su presencia.

Un miembro calificado.

Yo proseguÍ

Aprendí por mi misma, que todo lo que Meishu sama preveía, acontecía.

Poco después de la Segunda Guerra Mundial había decidido dedicarme enteramente a la Obra Divina y se lo dije a Meishu sama. El se puso contento al saber de mi propósito y me dijo: “al fin usted se decidió, ¡Entre en acción y Dios la ayudará”.

Comencé transmitiendo Johrei y nada hacía para ganarme la vida. Transcurridos tres años, había perdido casi todo lo que poseía. Mi marido había sido oficial de la Marina y al terminar la guerra él no recibió más remuneración. Cierto día, Meishu sama me preguntó cómo estábamos arreglándonos para vivir. Yo jamás pronuncié ninguna palabra de queja o preocupación, ni mencioné nuestras dificultades financieras. Entonces, por qué había preguntado él sobre eso. “¡Oh!, de alguna manera nos estamos arreglando”, le dije.

“Está bien, entonces, prosiga en su trabajo, usted tendrá éxito”, respondió Meishu sama.

Desde aquel mes en adelante, una cantidad impresionante de personas comenzaron a buscarme para recibir Johrei y mis problemas se fueron solucionando.

Una miembro calificado.

Salvado por un sufrimiento

En 1943 yo era oficial de la Marina, cuando el submarino en que servía fue alcanzado por una bomba. Fui lanzado de la torre y quedé herido. Volví a mi casa y recibí Johrei del Miembro calificado responsable de nuestra Filial.

Ya estaba casi recuperado en la primavera de1944, cuando fui en compañía de este miembro calificado a visitar a Meishu sama en Hakone. Yo aguardaba ansiosamente el día en que nuevamente estuviese completamente bien.

Después que Meishu sama nos vio, me dijo en tono solemne: “usted perdería la vida”.

¿Por qué Meishu sama me habría dicho tal cosa?. Como hasta aquel momento yo no sabía con certeza quién era él y lo que representaba, no dí mucha importancia a sus palabras.

Aquella noche el Miembro calificado me dijo: “usted mejoró mucho con Johrei, sin embargo, en vez de estar agradecido está muy impaciente, deseando estar curado enseguida. Meishu sama pudo sentir eso en su mente de inmediato y quiso darle un aviso”.

El pasó toda aquella noche esforzándose en una tentativa de corregir mi manera de pensar. Desde entonces, mi profesor comenzó a darme clases diarias sobre gratitud y muchos otros asuntos espirituales y comencé a procurar en poner en práctica mi fe.

Con todo, sin embargo, mi estado físico no mejoró lo bastante como para permitirme retornar a mi puesto.

Finalmente, llegó el día 15 de Agosto y con él, el fin de la guerra. Después de ser firmado el tratado de paz, mi estado físico comenzó a mejorar rápidamente y quedé completamente curado.

Solamente después de haber quedado bien, totalmente, comprendí lo que Meishu sama quería decirme en la frase: “usted perdería la vida”. Con eso deseó comunicarme que, si yo me hubiese restablecido enseguida, habría muerto probablemente en el campo de batalla de Okinawa. Dios me mantuvo en la situación de herido hasta el fin de la guerra, con el propósito de preservarme para Su Divina Obra, preparándome para servir, mejorando mi sensibilidad espiritual.

Ahora entiendo que Dios manifestó su Gran Amor a través de aquel hecho. Mi corazón desborda de gratitud a Él y a Meishu sama y desde entonces estoy enteramente dedicado al trabajo de la Obra Divina.

Un miembro calificado

Un hijo por milagro

Mi mujer y yo, después de muchos años de casados, no lográbamos tener hijos, por eso, cierto día, le pregunté a Meishu sama porque no teníamos esa gracia. Meishu sama respondio: “¿Quién le dijo eso?”. “Muchas personas dijeron que mi mujer no consigue embarazarse porque es muy gorda”, le dije. “Usted no cree en Dios?”, me preguntó Meishu sama. “¿Por qué da oídos a los otros?”.

Quedé sin saber qué decir y cerré los ojos. Enseguida me arrodillé y pedí perdón.

“Si su esposa se embarazase ahora”, dijo Meishu sama, “la criatura nacería deformada o tendría vida corta. Dios está purificándolos a usted y a ella, aguarde con paciencia. Tenga fe y confie en Él. Dios cuidará de todo”. Recuerdo que después, Meishu sama le transmitió Johrei a mi mujer en la región del abdomen, por un periodo más largo que lo usual.

Resolvimos, entonces, no preocuparnos más en tener hijos. Poco tiempo después, volvimos a visitar a Meishu sama. Cuando nos sentamos Él le dijo: “Parece que usted va a tener un nene”. Sus palabras fueron tan inesperadas que no sabiamos que responder. Mi mujer fue quien habló: “Creo que no, pues no estoy embarazada. De cualquier forma muy agradecida por los votos”; cambiamos de tema y después de conversar nos despedimos de Meishu sama, sintiéndonos muy felices.

Algún tiempo después, supimos que, aunque mi mujer no se hubiese dado cuenta de eso, en ocasión de nuestra visita, ella estaba embarazada.

Con el corazón lleno de gratitud, contamos el hecho a Meishu sama, quien también quedó muy feliz con la noticia.

Miembro calificado responsable de una Iglesia Regional

La recuperacion de las peonias

En 1940, Meishu sama vivía en Tamagawa, Tokio, dónde ofreció su residencia TozanZo a sus auxiliares para las reuniones habituales. Cierto día del mes de Junio, fuí el primero en llegar y me dirigí a la gran sala de reunión. Mientras aguardaba, Meishu sama entró seguido de una servidora doméstica que cargaba un balde conteniendo algunas peonías blancas.

Aparentemente, Meishu sama había venido a preparar las flores en el Altar. Quedé sorprendido por su inesperada entrada, mas procuré saludarlo y fui correspondido con una sonrisa. Las flores provenían de su propio jardín. Estaban muy caídas y marchitas, como si hubiesen sido cortadas hace mucho tiempo y no tenían buen aspecto. Pensé por qué Meishu sama iba a utilizar esas peonías que parecían tan feas.

Se arrodilló a la costumbre japonesa, sacó las flores una a una y las colocó en un vaso con habitual simplicidad. Cuando terminó, se inclinó hacia atrás, se apoyó con una de las manos en el suelo y parecía que inspeccionaba las flores. Con un tremendo asombro, ví nítidamente cuando los pétalos marchitos comenzaban a levantarse readquiriendo las condiciones normales

¿Había ocurrido eso en un minuto o cinco?, no sé bien; sólo sé que quedé tan sorprendido que tuve que inclinar mi cabeza en señal de reverencia . Aquellas peonías que estaban allí en tan malas condiciones, se mostraban ahora muy frescas y perfectas.

Después de arreglar las flores, Meishu sama se volvío a mí y sonrió. No pronunció ninguna palabra, más leí el mensaje que me quería dar a través de su expresión, “usted acaba de ver lo que la Luz Divina puede hacer, no?”. Era lo que parecía decirme. El debe haber canalizado la Luz a través de sus ojos. En aquella ocasión, yo aún no era miembro de la Institución. Había oído de mi profesor y de miembros más antiguos, referencias sobre Meishu sama y sobre el poder de la Luz Divina por Él canalizada.

Aquél día, yo vi ocurrir un milagro ante mis ojos y así quedé, enteramente convencido de que el nivel espiritual de Meishu sama era realmente elevado.

Un Miembro calificado.

El barrilete que emitía luz

El día 4 de enero, después de transmitir Johrei como parte de su rutina diaria, Meishu sama salió al jardín. Allí Él soltó un gran barrilete donde estaba un retrato de Dharma (un monje budista de la India, famoso en Japón). En ese momento, yo estaba por casualidad en el jardín y vi su barrilete muy alto en el cielo. Qué bonito espectáculo era aquél. De repente noté que el gran cometa emitía una luz roja en todo su contorno. Vista de abajo la luz parecía tener un grosor de aproximadamente dos metros. Centelleaba con tal brillo que parecía enviar chispas en todas las direcciones. Quedé tan asombrado y admirado ante esa visión majestuosa, que llamé a todos los que estaban dentro de la casa para que también pudiesen verla. Vinieron todos, miraron y se quedaron maravillados, llenos de veneración.

Después de unos instantes, Meishu sama dijo a uno de los representantes: “Por favor, asegure ésto por mí un instante”, pasándole el cordón del cometa y dirigiéndose a entrar en la casa. A partir del momento en que Meishu sama pasó el cordón a otra persona, la luz que envolvía al barrilete desapareció.

Cuando Él retornó y tomó el cordón, nuevamente la luz volvió a brillar como antes.

Quedé tan tremendamente impresionado con lo que veía, que no pude dejar de preguntarle el significado.

Él respondió: “Nada hay de extraño en ésto. La Divina Luz de Dios, que emana a través del interior de mi ser, fluye de mi mano y recorre el cordón hasta el barrilete. Una vez que no puede proseguir, ella se irradia del cometa”. Él explicaba todo con tanta simplicidad como si todo fuese natural, más, los que allí estaban, quedaron tan impresionados, que hasta llegaron a llorar.

La Luz siempre emanaba del cuerpo de Meishu sama, pero por alguna razón de Orden Divino, generalmente era invisible.

Aquél día, sin embargo, todos los que allí se hallaban tuvieron el privilegio de ver esa maravillosa Luz.

Un Secretario



Meishu sama conocia a las personas en un golpe de vista

Cerca del año 1938, Meishu sama acostumbraba a tener conversaciones especiales con los miembros que habían terminado el Curso de Introducción.

En esas ocasiones transmitía enseñanzas más detalladas sobre el Johrei y otros asuntos espirituales.

Cierta noche, cerca de diez personas se reunieron para escuchar una de sus conversaciones. El fallecido Reverendo Shibui, que en esa época era un miembro nuevo, tuvo permiso para asistir. Después de la reunión, Meishu sama me llamó. Quería saber la identidad del nuevo miembro.

Yo no lo conocía bien, a no ser por su nombre, por la profesión y la pregunta que él formulara.

MeishuSama dijo: “él tiene la mente brillante. Estoy seguro que será un instrumento brillante en el futuro”.

En aquella ocasión sus palabras no me impresionaron.

Más tarde, sin embargo, comprendí cómo era de aguda la percepción de Meishu sama, pues el Reverendo Shibui, se convirtió en uno de nuestros mayores líderes.

Él encaminó millares de nuevos miembros a la Obra Divina.

Un Servidor

El sentido de previsión de Meishu sama

Sentíamos que todo lo que Meishu sama hacía o decía, estaba en perfecta armonía con la Voluntad de Dios, para la concreción de la Nueva Era.

Cierta vez, Él dijo: “Todo en lo que yo ponga mi atención, prosperará”.

Yo sé que Él siempre trabajó con miras al futuro y a todo el mundo, de tal forma que sería difícil imaginarlo desde el punto de vista material. Él realizaba preparativos para eventos y situaciones que irían a ocurrir muchos años después. Jamás ninguna persona común podría prever tales cosas. La obra de Meishu sama para establecer el Paraíso Terrenal, constituye uno de esos ejemplos de preparativos.

Un Secretario

Los retratos de Meishu sama no se quemaron

En 1950 hubo un gran incendio en Atami. La Ciudad fue casi completamente destruída .Todo el Distrito de Shimizu cho quedó reducido a cenizas, con excepción de nuestra Sede General. Esta quedó intacta, como una isla rodeada de un mar de devastación.

Los miembros sintieron júbilo y admiración al verificar que los pinos distantes cerca de dos metros de la entrada, estaban chamuscados, sin embargo el edificio no fue alcanzado.

Próximo al cordón, el pequeño local donde se editaba nuestro diario, “Hikari” (Luz), fue incendiado.

Cuando realizábamos la limpieza del lugar, encontramos una pila de ejemplares cubiertos de cenizas, mas no quemados. Levantándolos, vimos que constituían las primeras páginas del primer número del “Hikari”, dónde estaba impresa una fotografía de Meishu sama. Estas páginas no quemadas, fueron distribuídas entre los miembro calificados, cuya fe en Meishu sama se intensificó aún más con este hecho.

Miembro calificado dirigente de una Iglesia Filial

Meishu sama vio el resentimiento dentro de mi mente

Cierta vez ocurrió un hecho que me causó mucho resentimiento. Llegó a tal punto, que no pude contenerme más y resolví hablar con Meishu sama.

Con ese problema en la mente, me dirigí al HekiunSo, residencia de Meishu sama. Él estaba sentado junto a una pequeña mesa en el patio. Lo saludé, al tiempo que me sentaba en una silla frente a Él, pero antes de que yo dijera una palabra, Él comenzó a hablar.

“Usted está con una purificación en la cabeza”, observó. Parecía que Él estaba viendo dentro de mi mente, que estaba llena de resentimiento.

Enseguida me transmitió Johrei. Después de dos o tres minutos solamente dijo… “¿Cómo se siente; veo que ahora usted está bien”.

La verdad es que en aquel corto espacio de tiempo, todos mis pensamientos negativos desaparecieron y me sentí completamente sereno. Meishu sama debe haber comprendido toda la situación, lo que estaba ocurriendo conmigo y por qué yo me sentía totalmente infeliz.

No pude pronunciar palabra y no tuve necesidad de hacerlo. Así volví a mi casa, realmente sin haber contado siquiera una vez mi problema. Se renovó en mi la veneración por Meishu sama y por el poder que poseía de ver dentro de la mente de los otros.

Un miembro calificado Dirigente de una Iglesia Filial.

Usted no pidio perdón

No podemos mentirle a Meishu sama.

Un día, un hombre de cerca de cuarenta años de edad, que era uno de sus miembros calificados, le pidió disculpas por algo que había hecho. Por casualidad, yo estaba presente.

Él escuchó con calma y dijo: “Esta no es la primera vez que usted procede de esa manera, ¿no es así?”.

El hombre respondió: “¡Oh! sí, es la primera vez”. Inmediatamente, Meishu sama relató lo siguiente: “en el día tanto, del mes tanto, el año pasado, usted hizo tal cosa, lo cual, no fue correcto y usted sabía que estaba procediendo mal”.

Después prosiguió: “Usted es Miembro calificado, aunque haya sido algo de poca importancia, usted debería haber pedido perdón en aquella ocasión. El motivo por el cual está hoy con mayores problemas, es consecuencia de no haber actuado como correspondía, aunque se tratara de un pequeño error”.

Quedé sorprendido al escuchar todo eso y le pregunté a Meishu sama, cómo Él podía tener conocimiento de todo eso con tanta precisión.

Meishu sama me respondió: “si yo deseara saber respecto de determinadas personas, puedo identificar todo sobre ellas, incluso las cosas más simples del día a día”.

Y agregó: “Sé todo respecto a usted también”; “¡Oh no!, ¡Para mi basta!”; exclamé un poco asustado.

¿Cómo podría Él saber tanto a menos que fuese un Ser Divino?.

Y me sentí aún más atraîdo por Él.

Miembro calificado dirigente de una Iglesia Filial.

A buen entendedor media palabra basta

Cierto día, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, Meishu sama se refirió al libro de profecías de la secta Oomoto, de la siguiente forma: “puede ser que ustedes no sepan de qué se trata, mas está bien claro para quien quiera entender”.

Allí dice: “pájaros de tierras extrañas volarán sobre nuestro país y abatirán a los pájaros japoneses. Bajo las patas saldrá fuego”; “Todo eso se realizará”.

Le pregunté qué significa “bajo sus patas”, y me dijo: “significa que la Imperial ciudad de Tokio un día será un mar de llamas. Ustedes deben procurar ser más perspicaces, para poder entender todo el problema por medio de unas simples palabras. En caso contrario, no podrán ser eficientes instrumentos de Dios en la Obra Divina”.

Solamente después de terminar la guerra, es que pude comprender el verdadero significado de todo eso.

Algo parecido ocurrió, en ocasión del gran terremoto que sufrió Japón, en el distrito de Kanto.

Antes de esto, el Reverendo Deguchi, de la Secta Oomoto, dió a Meishu sama un cuadro de un gran incendio, pintado por él mismo, dónde se veía un mar de llamas en casi toda la superficie. Bastó mirarlo y Meishu sama previó lo que estaba por ocurrir. Se mudó entonces a Omori y luego de un tiempo, un terremoto desvastó la ciudad de Tokio.

De esa manera, los sabios son capaces de transmitir sus pensamientos entre sí, sin usar palabras, en una época difícil en que la verdad no pueder ser abiertamente revelada.

Un miembro calificado responsable de una Iglesia

La segunda visión de Meishu sama

En 1952 recibí un telegrama de Meishu sama que decía: “Usted está con una tensión en torno de la región occipital. Venga a recibir Johrei”. Quedé muy sorprendido con eso. Aunque sí estaba con el cuello y los hombros endurecidos, me admiré de que Meishu sama tuviera conocimiento de mi estado, ya que no lo veía hacía más de un mes. Inmediatamente me dirigí a Él y le pregunté cómo lo supo.

Meishu sama me dijo: “Cuando examiné el manuscrito que usted me envió, verifiqué que su manera de escribir no era correcta. Además de eso hubo muchos errores en el uso de te ni o ha”. (pequeños vocablos usados como preposiciones).

Él sabía que eso había sido causado por el endurecimiento de mi cuello y hombros, aunque yo nada notase mientras escribía. Al año siguiente, ocurrió algo más extraño, tan extraño que quedé perplejo de que eso pudiera ocurrir sin uso de magia.

Recibí otro telegrama, esta vez del Secretario de Meishu sama, en los siguientes términos: “Necesito hablarle. Venga a Hakone lo más pronto que pueda.”

Inmediatamente atendí a su solicitud. Cuando llegué a la residencia de Meishu sama, su Secretario vino a mi encuentro y me preguntó: “¿En que situación está su casa?, Meishu sama dijo que usted está en apuros y que recibió orden de desalojo. Me dijo que no podía continuar trabajando para Dios sin tener casa y me recomendó que le comprase una, tan pronto sea posible. Esta es la razón por la que le envié el telegrama. ¿Es verdad que tiene que irse de la casa donde mora?”.

Le expliqué cual era el problema que había en aquel momento. Mi mujer y yo vivíamos en una casa alquilada, que había sido vendida a un extraño, sin nuestro conocimiento, después a otra persona y más tarde a un tercer comprador. Cada nuevo propietario nos había aumentado el alquiler. Y uno de ellos, cierta vez, mandó un grupo de valentones para efectuar la cobranza. Finalmente, vino un procurador con la intimación de que yo decidiese comprar la casa o que la desocupara inmediatamente.

Mi mujer y yo estábamos muy preocupados con el problema. No teníamos el dinero para comprar la casa, ni ganábamos lo suficiente para alquilar un departamento. Estábamos dispuestos a resistir el desalojo por todos los medios a nuestro alcance.

Conté todo eso al secretario de Meishu sama y le dije cómo me extrañó el hecho de haber recibido su telegrama y que Meishu sama supiera todo lo que pasaba conmigo.

“Es natural que Meishu sama tuviera conocimiento de ese hecho, pues Él alcanzó un nivel de iluminación a la que se le dá el nombre de Kenshinjitsu (palabra japonesa que significa Ver la Verdad. El más elevado estado de iluminación concedido por Dios al ser humano). Yo también estoy impresionado con la divina inspiración de Meishu sama. Ahora debo hacer el relato y ver qué ocurre”.

Más tarde mi mujer y yo fuimos a la justicia.

En Agosto de 1955 ganamos el juicio, lo que nos garantizaba una indemnización por el actual propietario, por habernos desalojado de nuestra casa, además de una disculpa por parte de él. Ganamos también un mes de alquiler. Y con esa solución pudimos mudarnos a otra casa.

Un miembro calificado.

Una Palabra dicha por casualidad

Ocurrió en el verano de 1954, en el Kanzantei, en Hakone. Meishu sama señaló el lugar dónde hoy está su mausoleo y dijo: “No faltará mucho para que ese lugar sea mi morada definitiva”.

Pensé que Él se refería a una nueva residencia, que allí pretendía construir.

Ahora verifico que se refería a su muerte, de la cual ya debería estar conciente en aquella ocasión.

Cierta vez, Meishu sama dijo: “Yo digo la verdad de manera simple, concisa, directa. Por eso es que muchas veces las personas no llegan a entenderme".

Un servidor doméstico.

El bastón que contenía Luz Divina

En 1936, Meishu sama visitó una mina de la Ciudad de Gero, Distrito de Gifu, que estaba bajo la dirección de uno de sus discípulos. Él subió al monte con el auxilio de un bastón que, previamente había solicitado al personal de la mina para su uso. Después de descender del monte, retornó a Tokio, dejando el bastón en el escritorio de la mina.

En la casa, junto al edificio, vivía un señor de mucha edad, que caminaba con dificultad por causa del reumatismo, mal de que padecía desde hacía mucho tiempo. Él vió el bastón que estaba en la pared, cerca de la entrada del escritorio. No se sabe si tenía conocimiento de que el bastón había sido usado por Meishu sama, más el hecho es que lo tomó para dar un paseo. Súbitamente verificó que caminaba con mucha más facilidad que antes. Se sorprendió, más, no le dió demasiada importancia. Continuó usando el bastón siempre que salía de paseo y no tardó mucho, para su asombro y alegría, en verificar que estaba curado de su antiguo sufrimiento.

Este es uno de los muchos hechos milagrosos que ocurrieron durante la época en que Meishu sama ocultó su poder personal al conocimiento público.

El bastón que su mano aseguró por sólo algunas horas, emitía gran poder, porque contenía su vibración espiritual. Varios años antes de ese acontecimiento, Meishu sama posó para una fotografía con sus manos apoyadas sobre el borde de un vaso de porcelana.

En la fotografía las palmas de sus manos podían ser vistas a través de la gruesa lámina de porcelana del vaso. Estamos seguros de que sus manos siempre irradiaron la intensa Luz de Dios.

Un Secretario

La luz del sol reflejada en el altar

En el día del cumpleaños de Meishu sama, el día 23 de Diciembre de 1954, debía realizarse una ceremonia dedicada a la Imagen de la Luz Divina, en el Santuario Sagrado de la Sede General. Yo debía ayudar en la recepción, como participante del grupo de la Sede General. Aquel día, tuve el privilegio de ver algo maravilloso y deseo contarlo.

Algunos miembros que vivían en lugares distantes, vendrían a Atami en trenes nocturnos y llegarían a la Sede General antes del amanecer.

Como la mañana estaba fría y soplaba un fuerte viento, imaginé que desde temprano debería ser permitida la entrada de la gente en la sala. Resolví llegar allí antes que las personas, para ver si estaba todo en orden y después salí, volviendo a la sala a las 6.30 de la mañana.

Cuando llegué, el sol estaba despuntando en el horizonte, sobre el mar. Cerca de 80 miembros que deseaban apreciar el nacimiento del sol, estaban allí también. Todos exclamaban: “¡Qué belleza!”. Entré en la sala y caminé en dirección al Altar.

Estando ya en la mitad del camino, noté de repente que el sol estaba incidiendo exactamente en el centro del Altar, haciendo que toda la superficie brillase con sus rayos. Comparando ese cuadro a un proyector, parecía que el sol era la fuente de la Luz, la entrada era el diámetro de las lentes y el Altar era el centro.

“¡¿Cómo puede la luz del sol estar perfectamente centralizada en el Altar?!”.

Pensé, atónito, al ver ese hecho. Volviéndome, quedé nuevamente sorprendido al ver el sol centelleando directamente a través de la entrada. Sentí que había algo misterioso en torno de ese acontecimiento, que existía un significado especial, en virtud de haber iluminado el sol el nuevo Altar en el aniversario de Meishu sama

En el momento en que el sol se elevó por entero en el horizonte, se formó una corriente de Luz directa, en perfecto equilibrio y alineación, partiendo del sol, pasando por la entrada de la Sala de Culto y llegando al Altar Sagrado. Este cuadro me impresionó profundamente.

Un servidor de la sede general

Profecía sobre una crisis nacional

Cierto día del año 1934, en una de las ceremonias regulares, (durante algunos años después de haber recibido su revelación y antes de que fundase la Iglesia, la residencia de Meishu sama era utilizada como Sede Provisoria y allí, él realizaba un Culto Mensual). Meishu sama hizo una profecía sobre la Segunda Guerra Mundial. Sabemos, por experiencia propia, que todo lo que Él previó, realmente aconteció.

El punto principal de sus palabras fue el siguiente: “Un día vendrá en que Gran Bretaña, los Estados Unidos de América del Norte, Francia, Rusia y China, constituirán una alianza entre sí, contra Japón. Como consecuencia de eso, Japón perderá a Corea, Manchuria, la Isla Sakhalin, Formosa y las Islas de la Micronesia. Después de eso, Japón no poseerá más ejército o marina. Las clases privilegiadas, la aristocracia y los ricos, sufrirán grandes dificultades. La crisis nacional está muy próxima, irrumpirá una guerra entre Japón y el resto del mundo y pasaremos por una época de mucho sufrimiento. Será, sin duda, un período grave y tormentoso, en que Japón quedará completamente aislado y es cierto que esa crisis se está aproximando”

Era una época en que el imperialismo predominaba en Japón, sin ninguna oportunidad de penetración de otras ideas, de modo que Meishu sama habló sobre eso sólo con los amigos más íntimos y de mayor confianza. Si su profecía hubiese sido contada a las autoridades gubernamentales, Meishu sama habría enfrentado más problemas de los que se pueden imaginar.

Diez años más tarde, la mayor parte de la profecía había sucedido.

Un servidor

Dios cuido de mi caso

A principios de Mayo de 1944, recibí una noticia ya un poco fuera de tiempo.

Cuando asistía al Ceremonia Mensual en la Sede General de Hakone, le conté a Meishu sama que había sido convocado por el Ejército.

“Usted debe aceptar el hecho, más, Dios cuidará de su caso”, dijo él, de manera despreocupada.

Después del Culto, algunos miembros calificados más antiguos, que habían oido nuestra conversación, se aproximaron a mí y me dijeron: “Felicitaciones. Nada le ocurrirá a usted. No hay razón para afligirse”. En aquella ocasión, no entendí qué querían decirme. Enseguida fui mandado para un regimiento en Tiba, integrando una unidad encargada de construir vías de ferrocarril. Pocos días después, comencé a recordar lo que me había dicho algunos años atrás: que yo sufría de cálculos renales y que el mal era crónico. Pensé para mí mismo; “Tal vez sea rechazado en el momento en que me hagan el exámen médico”. Pero, en vez de lo que suponía y esperaba, cuando llegó mi turno de ser examinado por el médico del ejército, fui aprobado sin mayores demoras. Yo había rezado mucho para ser excluído, pues sólo así podría dedicarme enteramente a la Obra Divina, como deseaba. Lamentaba el hecho de que, teniendo el Sagrado Punto Focal en mi pecho, tuviese que ir a combatir, en lugar de ayudar a los que sufrían. Estaba seguro de que nada podía hacer en este momento y por eso decidí resignarme.

Aquella tarde el oficial de guardia semanal trajo un aviso, era un boletín que decía: “las siguientes personas no necesitan prepararse para seguir con destino al frente de batalla...,” entre los nombres mencionados estaba el mío. Poco después la unidad partió, las personas que quedamos, pasamos nuevos exámenes médicos y fuimos reprobados y enviados nuevamente a nuestros hogares. Más tarde supe que la unidad, cuando era transportada hasta el frente, fue atacada por aviones enemigos y totalmente destruída. Esa noticia me hizo pensar mucho sobre la protección especial que había recibido y quedé profundamente agradecido.

Cuando encontré a Meishu sama otra vez en la Sede General me dijo: “Felicitaciones, ahora dedíquese enteramente a la causa de Dios”. Quedé tan impresionado que sentí todo mi cuerpo temblar.

Un miembro calificado

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