Como ustedes saben por mis reiteradas explicaciones, el Paraíso en la Tierra que nuestras Enseñanzas proclaman, significa la eliminación de tres grandes sufrimientos de la humanidad: las enfermedades, la pobreza y el los conflictos. La enfermedad es, obviamente, la fuente principal de la cual emanan los otros dos sufrimientos. Si Dios desea salvar a la humanidad, empezará por resolver el problema de la salud. ¿Que felicidad puede existir sin salud?. Cualquier religión o ciencia que carezca del poder de resolver el problema de la salud, es inútil, ya que es imposible enfrentarse a la pobreza o a los conflictos sin gozar de una buena salud.
Esta es probablemente la primera vez que una religión, o una ciencia, ha adoptado como grandioso y supremo lema la creación de un mundo libre de enfermedades, pobreza y conflictos. Que nosotros lo proclamemos significa que tenemos absoluta confianza en ello: sin esta confianza sólo un charlatán o un loco podría proclamar un objetivo tan importante como el nuestro. Lo que es más, iría contra toda lógica suponer un charlatán, o un loco, pudiera atraer a miles de fieles, seguidores en corto tiempo. o que el número de dichos seguidores pudiera incrementarse gradualmente, con el pasar del tiempo. Espero que los intelectuales de todo el mundo tomen en consideración todo esto. Nuestras Enseñanzas se ha desarrollado proclamando la necesidad de dedicarnos a resolver el problema de la salud, dándole preponderancia a la curación, en vista de que ello es esencial para eliminar todas las enfermedades. Con el objeto de hacer del conocimiento del mayor número posible de personas, los resultados de nuestras Enseñanzas, hemos incluido en las páginas de las publicaciones de nuestra Iglesia, historias de casos que deben haber despertado dudas en los lectores, especialmente entre los estudiosos y especialistas. Debido a que casi todas estas historias de casos representan milagros, y a que se consideran imposibles de realizar, los políticos y especialistas ciertamente harán una investigación minuciosa. Dichas personas suponen que los resultados expuestos en nuestros testimonios corren el peligro de generar problemas sin precedentes. Incluso se preguntan si muchos de nuestros testimonios son verdaderos. Y si estuvieran exentos de exageraciones y falacias, entonces se preguntarán qué significado podría tener. Al no haber surgido en la historia del mundo estos hechos, son tan difíciles de explicar, que estas personas no saben simplemente cómo considerarlos.
Pero los hechos son siempre hechos, la verdad es siempre verdad. De otra manera, no hubiéramos sido tan insistentes. como para lanzarnos concientemente en un torbellino, que seguramente nos conduciría a graves problemas. Si observamos con cierto detalle este aspecto, vemos que el tiempo, que es la máxima autoridad, ha llevado adelante esta gran tarea, hecho en el cual no podemos dejar de reconocer un gran amor. No obstante, ¿cómo podrían interpretar las personas, comunes y corrientes, los testimonios de individuos que, desesperados después de haber probado en vano todo tipo de terapias reconocidas, con la esperanza de curar sus graves enfermedades, llegan a conocer nuestro Johrei, y tras haber estado al borde de la muerte, son incapaces de expresar en palabras su gratitud?.
Las personas que dudan de estos testimonios y los rechazan, no han tenido nunca, en realidad, esta experiencia. Si una minuciosa investigación llegara a probar con certeza que nuestros testimonios son reales, entonces sería lógico que los seres humanos siguieran resueltamente nuestras Enseñanzas, para erradicar los sufrimientos del mundo, Cualquiera que insista en negar la verdad, a pesar de que haya sido comprobada claramente, debe de carecer de amor por la humanidad, o debe verse forzado a adoptar esa actitud por circunstancias ineludibles, o incluso podría estar psicológicamente enfermo.
Es posible que lo que he dicho parezca exagerado, pero la exhortación que hago no puede ser ignorada, mientras intentemos seguir adelante obedeciendo la voluntad divina de salvar al mundo.
25 de Junio de 1949
La verdadera salud revelada por Dios - pág. 14
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