SOLICITE JOHREI A CUALQUIER HORA
En la casa de Meishu sama, entre hombres y mujeres, había siempre catorce o quince dedicadores que junto a Él servían en la Obra Divina de diversas formas.
Meishu sama comenzaba a trabajar muy temprano, y terminaba a las dos de la mañana; en ese espacio de tiempo, las personas que lo servían tenían que trabajar ordenádamente con un ritmo intenso. Así, algunas recibían purificaciones. Todos los días, a una hora preestablecida, Meishu sama transmitía Johrei a los dedicadores que estuviesen purificando y que por medio del encargado lo hubiesen solicitado anticipadamente. Esos pedidos generalmente eran hechos por el encargado durante el desayuno. Si él le decía a Meishu sama: “Fulano se encuentra en tales condiciones. Por eso le solicito a Usted que hoy le transmita Johrei”, a las diecisiete horas esa persona podía ir a recibir Johrei (eso ocurría, más o menos, en 1953).
Observando el estado de la persona, si la purificación era pequeña Meishu sama le transmitía Johrei rápidamente, en dos o tres minutos. Sin embargo, oí decir que a las personas que se encontraban en grave estado o a aquéllas cuyo sufrimiento era intenso, Meishu sama les transmitía Johrei durante largo tiempo. Parecía que la duración del Johrei dependía del estado de la persona.
Había dedicadores que aunque estuviesen en purificación, no se daban cuenta de eso. Muchas veces, cuando Él notaba el estado de algunas de ellas a la mañana, a la hora del saludo diario, Meishu sama les decía: “Usted tiene un semblante abatido. ¿Cómo se siente?”. Entonces, esa tarde les trasmitía Johrei.
Además, también oí decir que estaba determinado que cuando alguien se sentía mal, debía solicitar Johrei a cualquier hora; si se trataba de un mal repentino, se podía solicitar, aunque Meishu sama estuviera en plena actividad. Así, en los casos en que no se podía dejar a la persona sin recibir Johrei, Meishu sama usaba algunos minutos de su tiempo, especialmente para trasmitirle. Parece que algunas personas llegaban a recibirlo tres veces por día, a la mañana, a la tarde y a la noche, no obstante la sobrecarga de tareas de Meishu sama.
EXPERIENCIAS DE JOHREI CON LOS HIJOS
Cuando Meishu sama residía en Oomori, había allí muchos enfermos en un estado que requería internación. Eran enfermos mentales o tuberculosos y nosotros convivíamos con ellos.
Meishu sama, tomando a esos enfermos como base de sus experiencias, les trasmitía Johrei todos los días, haciendo muchas investigaciones. Puedo asegurar que todo eso sirvió como cimiento para el futuro.
Yo también tenía un organismo frágil y siempre recibía Johrei de Meishu sama.
Paralelamente, Él realizaba experiencias dándome sólo verduras para comer, o sea que investigó cuánto una persona se torna realmente fuerte y saludable, alimentándose sólo con verduras. Este tipo de alimentación fue prescripto no sólo para mí, sino para mis hermanos también.
Parece que Meishu sama realizó varias experiencias a través de sus hijos, haciendo investigaciones que no podrían hacerse con personas que no fuesen de su familia. Yo, por ejemplo, en esa época tuve varias veces parotiditis (inflamación de la parótida) y sufrí intensamente. Aunque era un niño, recuerdo que Meishu sama realizó una experiencia para saber la diferencia en la cura: no hacer nada dejando la dolencia a cargo de la naturaleza, o tratarla con Johrei.
JOHREI HASTA EL MOMENTO DE LA PARTIDA
El hecho aconteció el día 5 de Mayo de 1945, cuando Meishu sama se disponía a viajar de Atami hacia Hakone. En esa época, yo estaba con una purificación en las caderas y como no podía moverme, me quedaba en la casa de Meishu sama en Atami (El Solar de la Montaña del Este), recibiendo Johrei de Él todos los días.
En el momento de su partida hacia Hakone, yo no estaba en condiciones de moverme. Anteriormente, Meishu sama ya me había dicho: “Como usted no puede acompañarme vuelva a su casa y después trasládese a la casa de una persona que trasmita Johrei muy bien”.
Yo estaba decidido a hacer eso y la noche anterior a la partida de Meishu sama le dije al señor Inoue, su secretario: “Mañana cuando Él parta volveré a Yokosuka”. A la mañana siguiente, antes de salir Meishu sama me trasmitió Johrei y me dijo: “Quédese un poco más aquí. Reciba Johrei del señor Nakajima, pues ya le pedí a él que le transmita”. Así, aun estando atareadísimo, Meishu sama se preocupó a tal punto por mi estado.
NADIE TRASMITE JOHREI MEJOR QUE YO
Cierto dedicador que se hiciera miembro después de ser curado de tuberculosis, tuvo una recaída y comenzó a expectorar catarro mezclado con sangre. Pensando que dedicar en tales condiciones de salud sólo causaría trastornos, resolvió volver a su casa y, cierto día, después de recibir Johrei de Meishu sama, le comunicó su decisión. Meishu sama entonces le dijo: “Su estado es realmente muy grave. No es nada fácil. Mas sepa que nadie transmite Johrei mejor que yo. Naturalmente, si quiere puede volver para su casa, pero ¿no tiene el deseo de permanecer aquí?”.
Oyendo estas palabras, esa persona tomó la siguiente resolución: “Sea como fuere, mi vida fue salvada por Él. Si yo no tuviera más cura, ¿qué puedo hacer?; ya que Él se está ofreciendo, continuaré aquí sirviendo en lo que pudiere”. Así pidió permiso para continuar sirviendo a Meishu sama y de allí en adelante fue obteniendo grandes mejorías. Hasta hoy, continúa sirviendo en perfecto estado de salud.
Meishu sama no forzaba absolutamente a nadie a obedecer su voluntad. En sus palabras: “si quiere puede volver; no obstante, también puedo continuar transmitiéndole Johrei”, revela su benevolencia.
Escuchando este caso quedé profundamnete conmovido.
CON EL JOHREI, LA CANTIDAD DE SANGRE AUMENTA BASTANTE
Cierta vez, un servidor se desmayó en la escalera de Hekiunso, a causa de una anemia.
Oí decir que, al tomar conocimiento del hecho, Meishu sama vino corriendo y casi tomándolo del cuello le trasmitió Johrei. Cuando volvió en sí, el servidor vio a Meishu sama arrodillado sobre él, transmitiéndole Johrei y diciéndole: “¡Ah! ¿Recuperó los sentidos?, ¡Qué bien!. Le hice una tranfusión de sangre”. Esa persona, cuyo desmayo fue motivado por la anemia, se recuperó totalmente con el Johrei de Meishu sama. Recuerdo que una vez oí de Meishu sama: “Con el Johrei, la cantidad de sangre aumenta”, de modo que entiendo perfectamente lo que aconteció en aquella ocasión.
Cuando un servidor cometía algún engaño o falla, Meishu sama nunca lo reprendía directamente recomendándole que prestase más atención; simplemente le decía: “Su cabeza está en purificación. Voy a trasmitirle Johrei”; y realmente le trasmitía. Hasta ese momento la persona no había percibido lo que le estaba aconteciendo, pero después de recibir Jorei entendía que su cabeza efectivamente no estaba funcionando bien. Después de eso no cometía más engaños. Así, Meishu sama trasmitía Johrei en cualquier circunstancia.
TRANSMITIENDO JOHREI CON SERIEDAD
Enseguida que me hice mesiánica, mi hijo recibió una purificación parecida al cólera. Asustada, porque se trataba de una purificación muy severa, me apresuré a llevarlo hasta Meishu sama.
Cuando vio a mi hijo Meishu sama dijo: “Está muy mal. Si usted hubiese demorado un poco más, no hubiera podido sobrevivir”, y comenzó a transmitirle Johrei al pequeño con gran seriedad.
Después de un tiempo, mi hijo comenzó a decir: “Mamá, mamá”. Meishu sama entonces dijo: “Ahora no hay más peligro. ¡Qué cansancio!, Déjeme descansar un poco”. Después de decir esto, comenzó a fumar un cigarro, como si lo estuviera disfrutando intensamente. Al observar la postura de Meishu sama durante la transmisión de Johrei a mi hijo, sentí por Él una profunda gratitud y respeto.
SI UNA PERSONA QUIERE RECIBIR JOHREI, DEBE SOLICITARLO
En aquella época (1942 ó 1943) yo me encontraba en condiciones físicas tan lastimosas que si no recibía Johrei de Meishu sama todas las veces en que había entrevistas sufría insoportablemente. Sin embargo, como Él estaba siempre atareadísimo, yo vacilaba y no le pedía Johrei, para no incomodarlo. Entonces, empeoraba a tal punto que, como no podía aguantar más, me veía obligado a recurrir a Él.
Entonces, Meishu sama me decía: “Fue muy penoso mirarlo. Yo me decía a mí mismo: ahora va a pedir, va a solicitar Johrei. Pero usted no lo hacía. Dicen que tener vacilaciones es pecado. Yo no puedo ofrecerle Johrei. Para que una persona reciba Johrei, debe solicitarlo. Por eso, si usted no pide, no están las condiciones para que reciba.” Y continuó: “Si fuese sólo su cuerpo, no tendría importancia; pero ahora Dios está trabajando a través de él. En el caso de que le ocurra alguna cosa y usted vaya al Mundo Espiritual, no calcule cuántos trastornos causará a Dios. Uno de los motivos es que su cuerpo es como un cartel; por eso, no hay necesidad alguna de andar con rodeos. Usted debe recibir Johrei, en caso contrario usted me causará problemas”. Estas fueron las santas palabras que Meishu sama me dijo.
Hubo una época en que Meishu sama tenía entrevistas con sus discípulos en los jardines del Solar de la Montaña del Este. En esas ocasiones también decía a otros servidores. “Traigan una silla para él; tiene dificultades para permanecer de pie”. Con estas palabras, hacía que alguien me acercase una silla. Podemos decir que Meishu sama realmente comprendía el sufrimiento de los demás. Siempre me trató bien. Así, despertó en mí el sentimiento de que, por Meishu sama, yo haría cualquier cosa.
EMOCIONADA, SE ARRODILLÓ A LOS PIES DE MEISHU SAMA
El hecho ocurrió más o menos en 1949, cuando Meishu sama residía en Hekiunso y tuve una entrevista en la Sede Provisoria, situada en el barrio de Shimizu.
Meishu sama siempre asistía a esas entrevistas y, al término de ellas trasmitía Johrei a las personas que se lo habían solicitado en forma especial, creo que a dirigentes, miembros calificados, responsables de filiales, etc... . Desde Hekiunso, una persona traía el almuerzo para Meishu sama y luego retornaba, pues Él acostumbraba a permanecer en la Sede hasta las tres de la tarde, entrevistándose con varias personas. A veces, antes de retornar a Hekiunso, iba hasta el Valle Celestial.
En una de esas ocasiones, la señorita Miyako, hija de Meishu sama, se sintió mal súbitamente e inmediatamente telefonearon al lugar donde Él se hallaba a fin de comunicarle el hecho. En seguida fueron avisados de que Meishu sama dijo: “Voy inmediatamente”. Así fue como la señorita Miyoto, una dedicadora, quedó esperándolo en el camino de Hekiunso.
En eso apareció Meishu sama, jadeante, sosteniéndose el faldón del kimono. Cuando vio el aspecto saludable de la joven que lo esperaba en la puerta le dijo: “¡Ah! ¿Usted ya está mejor?, ¡Qué bueno!”. Meishu sama había confundido el nombre de su hija con el nombre de la dedicadora, pues eran muy parecidos, y pensó que esta última era quien estaba mal. Entonces la señorita Miyoto le dijo: “No soy yo, es la señorita Miyako”. Y El respondió aliviado: “Ah, ¿es Miyako?”.
Observando esa reacción, la señorita Miyoko, que pensó que Meishu sama había vuelto por causa de su hija, vio que había retornado por causa de ella, una dedicadora. En aquel lugar, el camino de Shimizu hasta Hekiunso es escarpado, con subidas y hasta nosotros quedamos jadeantes y cansados al recorrerlo.
Comprendiendo el sentimiento de Meishu sama, que viniera corriendo para trasmitirle Johrei lo más rápidamente posible, la señorita Miyoko cayó a sus pies sintiendo que no era merecedora de tamaña consideración.
NO HACÍA DISTINCIÓN ENTRE SUS PARIENTES Y LOS EXTRAÑOS
Este hecho sucedió en la época en que estaba hospedado en el Solar de la Montaña Divina, para recibir Johrei de Meishu sama, pues estaba enfermo de tuberculosis.
Las personas que iban a recibir Johrei, fuesen parientes o dedicadores, debían solicitarlo antes del desayuno. En el momento del Johrei, cuando me atrasaba, yo me quedaba sentado detrás de todos, a la espera de mi turno. Alguno de los dedicadores, a veces, me hacía pasar primero diciendo: “Venga ahora”; pero Meishu sama intervenía: “No puede; respete el orden”. De esta forma no permitía de manera alguna que por el hecho de ser pariente, se alterase el orden. En ninguna circunstancia Meishu sama hacía distinciones entre sus parientes y los extraños.
VENGA, AUNQUE SEA GATEANDO
En mayo de 1946 fui a Hakone, donde lo pasé muy mal, porque no podía moverme más. En esa ocasión, Meishu sama dijo: “Déjenlo hospedado en la Casa de los Pájaros” (lugar de descanso para las personas que iban al Shinsenkyo de Hakone).
Los síntomas de la dolencia eran idénticos a aquéllos que yo había sentido anteriormente, cuando fuera desahuciado por los médicos. Como mi caso era muy grave, una dedicadora fue a preguntarle a Meishu sama qué pensaba de mi estado. Él respondió: “La verdad, no tiene más cura, sin embargo como está sirviendo a Dios, no puedo dejarlo morir. Si él muere, va a causarme trastornos”.
En esa época yo dedicaba ofreciendo un poco de arroz, y Meishu sama lo tuvo en consideración. Al día siguiente me mandó a decir: “Venga que le voy a trasmitir Johrei”. Como yo estaba muy mal, no estaba en condiciones de ir hasta Él, de modo que le pedí a la persona que me trajo su mensaje que le dijera que yo no podía ir. Meishu sama, no obstante, me mandó a decir: “Venga, aunque sea gateando; si no viene hasta aquí, yo no le trasmitiré Johrei a usted”.
Pensé: “Ya que dice que sólo me va a trasmitir Johrei si yo voy hasta Él, entonces iré”. Y fui, con bastante esfuerzo, descansando a todo momento, dando dos o tres pasos, parando de nuevo, hasta llegar junto a Meishu sama y recibir Johrei. “Si se sintiera mal, venga a cualquier hora”, me dijo Él antes que yo retornase a mi habitación.
Aquella misma noche, a las dos de la madrugada, me sentí tan mal que le pedí a la persona que me estaba cuidando que fuese a solicitarle a Meishu sama que me trasmitiera Johrei. Como Él me mandó decir que fuese inmediatamente, aun siendo de madrugada fui hasta sus aposentos.
Meishu sama estaba escribiendo caligrafías de la Imagen de la Luz Divina. En cuanto llegué, dejó de hacerlo y comenzó a trasmitirme Johrei. Cuando terminó me dijo: “Usted debe estar con ganas de comer algo dulce. Aquí tiene de todo. Tome lo que quiera”. Diciendo esto agarró un enorme “manyu” (dulce japonés) y me lo dio. Nunca olvidaré lo delicioso que estaba ese dulce.
Durante el tiempo que estuve en cama, Meishu sama sacaba un poco de cada plato de su propia comida y lo enviaba para mí. Jamás podré olvidar tanta delicadeza como la recibida en esa oportunidad.
¿POR QUE NO PIDE JOHREI?
El hecho que voy a narrar aconteció en una ocasión en que llevamos a Meishu sama a la estación del ferrocarril de Kyoto, después de un viaje de difusión que Él realizó en el otoño de 1953.
Al ser llamado por Él, me presenté y le pregunté: “¿Desea alguna cosa?” Y Él respondió: “No, es que mirándolo casualmente, noté que usted está abatido. Como quedé preocupado, lo llamé para ver qué le ocurre”.
Tomado de sorpresa, le conté en pocas palabras que estaba purificando. Entonces me dijo amablemente: “Si está en purificación. ¿No le parece que no tiene sentido que no me pida Johrei? Cuando llegue a casa véame inmediatamente”.
Así, por primera vez fui hasta HekiunSo para recibir un Johrei individual de Meishu sama; con una sola vez que me trasmitió, pasó el malestar que sentía en la región del estómago”.
DIOS ES ASÍ
Meishu sama era justo en todas las situaciones y muy cariñoso con los dedicadores, por eso imaginé que Dios sería así.
Cuando yo estaba dedicando en Kaminoge, contraje panadizo (inflamación de los tejidos adyacentes a las uñas de los dedos de las manos o de los pies, generalmente acompañada por infección y formación de pus). Cierto día, a las diez de la noche, vinieron a avisarme que Meishu sama me llamaba.
Fui inmediatamente, de pijama, como estaba y lo encontré de pie, cerca de la sala del teléfono. Allí me dijo: “Para quien hace el servicio de cocina, debe ser horrible tener problemas en los dedos”. Y diciendo eso comenzó a transmitirme Johrei.
Meishu sama era así: una persona muy gentil.
HACER RELUCIR UNA FAMOSA ESPADA O DEJARLA SIN BRILLO SOLO DEPENDE DE NUESTRO PENSAMIENTO
Fue allá por el comienzo, en los primeros días de nuestra Institución. Nosotros, que estábamos al servicio de Meishu sama, recibíamos Johrei de Él diariamente. Por más atareado que estuviese, nunca se olvidaba de transmitirnos Johrei; en cuanto tenía un descanso nos mandaba a llamar. Con el tiempo nos fuimos acostumbrando a eso y, como estábamos siempre cerca de Él, por cualquier pequeña purificación íbamos a pedirle Johrei.
Cierto día, fuimos llamados a la presencia de Meishu sama, que nos dijo: “A todos ustedes les fue entregada la famosa espada del señor Massamune. Hacer que ella reluzca o pierda su brillo, depende exclusivamente del pensamiento de cada uno de ustedes”.
Así fue que todos nosotros, sintiendo una repentina timidez no osamos pedirle Johrei por cuatro o cinco días. Entonces fuimos nuevamente llamados a su presencia. Cuando nos presentamos, El nos dijo: “Ustedes parecen un columpio, no tienen idea de lo que se llama término medio”. Y diciendo esto nos transmitió Johrei.
ES COMO SI NO TUVIERAN CABEZA
Como mi organismo era bastante más débil que el de los otros dedicadores, yo siempre pedía Johrei a Meishu sama. Un día Él me dijo riendo: “Cuando ustedes acumulan impurezas en el organismo, tráiganmelas a mí. Yo las limpio, los renuevo; soy un removedor de las impurezas del espíritu”. Aunque estuviese atareadísimo, Él siempre nos transmitía Johrei con buena voluntad.
Cierta vez, sorprendido por mi falta de inteligencia, le dije a Meishu sama mientras recibía Johrei: “Por causa de mi necedad, siempre estoy dando trabajo a todos”.
Él, entonces, me ponderó trayéndome un gran confortamiento: “La necedad no es nada. Reconocer que se es necio es algo magnífico. Los hombres de hoy en día parecen tener la cabeza obstruída, una cabeza que absolutamente no funciona, es como si no tuviesen cabeza”.
YO SOY UN CALDERERO
En la época en que Meishu sama estaba en Oomori, había entre los dedicadores que trabajaban a su lado, muchos que parecían medio enfermos. A pesar de eso, Meishu sama los utilizaba, acomodando algún tiempo disponible en su día de intenso trabajo para trasmitirles Johrei.
Muchas veces, Él decía bromeando: “Yo parezco un calderero, porque voy arreglando y utilizando teteras sin pico y cacerolas sin tapa”.
PERCIBIA INMEDIATAMENTE CUANDO EL PENSAMIENTO ERA CONFUSO
Cuando yo dedicaba junto a Meishu sama, en la época en que estaba en Tamagawa, sufría espiritualmente cosa, de la que padecía intensamente.
En esos momentos, yo me dirigía a las habitaciones donde Meishu sama estaba trabajando (haciendo imágenes de Kannon, por ejemplo) y le pedía: “Permítame recibir la Luz Divina”. Y me quedaba quieto, sentado en un rincón de la habitación pues así, al estar cerca de Él, mi sufrimiento acababa y yo me sentía aliviado.
En tales ocasiones, aunque yo permaneciese allí el día entero sentado, o vencido por el cansancio terminase cabeceando, Él nada decía. A las tres de la tarde, compartía su comida conmigo, dándome un trozo de dulce. Mientras tanto, si mi pensamiento comenzaba a perturbarse y me ponía a divagar sobre cosas inútiles, Meishu sama lo percibía de inmediato y decía: “Si no tiene nada más que hacer aquí, ya puede retirarse”.
ES MEJOR SER UNA PERSONA QUE RECIBE LA GRATITUD DEL PRÓJIMO QUE SER UNA PERSONA IMPORTANTE
En 1945, año en que terminó la guerra, yo tuve problemas en las caderas. En esa ocasión, se me apareció el espirítu de mi hermana, el cual me dijo que luego de ser salvado por Meishu sama, debería servir en la Obra Divina, y por eso era necesario a toda costa, pedirle Johrei.
En esa época, yo no creía en espíritus ni en cosas espirituales; igualmente, por intermedio de un miembro calificado, me decidí a pedirle Johrei a Meishu sama. De cualquier forma, en ese lapso, quedé completamente sin equilibrio, y no podía ir hasta Él ni siquiera cargado.
El miembro calificado se sintió constreñido en incomodar a Meishu sama, porque pensó que siendo mi estado tan grave, no mejoraría aunque recibiese su Johrei uno o dos días. En ese momento, por teléfono, el señor Inoue, preocupado, quiso saber cómo estaba yo. Le respondí: “Hice un mal esfuerzo en las caderas y no me puedo mover”. El señor Inoue me pidió que esperase un momento en la línea, pues iba a comunicárselo a Meishu sama, y Él me mandó a decir que debía ir hacia allá inmediatamente. En aquel tiempo encontrar un automóvil era muy difícil, de modo que esperé un día entero. Desde la mañana hasta la noche estuve recibiendo llamados telefónicos en los que me decían: “Es indispensable que venga lo más rápido posible”.
Con mucha dificultad conseguí un auto y fui al encuentro de Meishu sama. Cuando llegué, fui llevado inmediatamente a sus aposentos. Trasmitiéndome Johrei, Él me dijo: “Realmente su cuerpo está muy débil. Si dejaba pasar una semana más, su vida hubiera corrido peligro”. Esas palabras me dieron un gran susto.
El Johrei que recibí en aquella oportunidad, fue tan largo y trasmitido con tanto amor, que yo no sabía cómo disculparme. Meishu sama me enseñó que cuando las personas están en purificación, debo proceder de la misma forma que Él.
¡Cuán preocupado por mí quedó Meishu sama en aquel momento! Él me dijo: “Por más alta que sea la posición de una persona que venga a pedirme Johrei, yo no le trasmito. Pero si fuese una persona útil a la Obra Divina, haré todo por salvarla”. Oyendo sus palabras tan llenas de cariño no pude contener las lágrimas que brotaban de mis ojos.
Diez días después, Meishu sama me dijo: “Ahora no hay más peligro, ya estoy tranquilo. Había estado preocupado por su estado, hasta ayer no pude dormir tranquilamente”. En ese momento quedé tan agradecido, tan emocionado, que no conseguí decir una palabra de gratitud.
Meishu sama acostumbraba a decir: “El hombre sufre cuando quiere mostrarse importante; pero, cuando él es puro de gratitud, eso no acontece”. Siempre que me acuerdo de esas palabras, me viene nítidamente a la memoria la gentileza de Meishu sama cuando me salvó.
Ante estos acontecimientos yo pensé: “Si se sirve con toda Sinceridad, hasta una persona como yo, sin ninguna cultura e instrucción, podrá ser utilizada en la Obra Divina”.
LA GRAN AUTOCONFIANZA CONTENIDA EN SU BONDAD
Estando al servicio de Meishu sama cuando recibía Johrei, por ejemplo yo podía sentir intensamente el calor humano irradiado de su persona, así, tan próxima.
El hecho aconteció en una ocasión en que tuve panadizo en los dedos. Durante casi tres días sufrí dolores terribles y a la madrugada, me encontré andando de aquí para allá en el Nikkoden, sin poder conciliar el sueño. Por fin, sin poder soportar el dolor, pedí a la tía de Nidai sama que fuese a pedirle a Meishu sama que me transmitiera Johrei. Meishu sama entonces me dijo: “¿Por qué no habló antes?”.
Recibiendo Johrei, el dolor pasaba completamente. Pero luego que Meishu sama se retiraba, el dolor volvía. Después de la quinta vez, dije a Meishu sama que el dolor había pasado por completo. Entonces Él me dijo: “Seguro que sí”. Nunca decía: “Ah sí, ¿le pasó?”.
Hasta hoy, no puedo olvidarme de aquellas palabras, las que demostraban que Meishu sama tenía plena confianza en Sí mismo.
COMPLETAMENTE PURIFICADA
Mi primera esposa falleció en febrero de 1952. Antes de fallecer, tuvo una fuerte purificación. Un día fui a pedir a Meishu sama que le transmitiese Johrei, y dijo que se la llevásemos inmediatamente. Así hice y Él le transmitió Johrei durante un largo período.
Durante dos semanas, reservando algún tiempo de su atareadísimo día, Meishu sama le trasmitió Johrei a mi esposa diariamente. No obstante, el día nueve de febrero ella falleció.
Dos días antes, como no tuviese ninguna mejoría, Meishu sama me dijo: “Hoy voy a trasmitirle Johrei bastante tiempo”. Así le trasmitió durante una hora y descansó un poco. Luego continuó trasmitiéndole. Así desde la mañana a tarde, mi esposa recibió Johrei cuatro veces.
En vísperas de su muerte, ella no tenía apetito y respiraba con gran dificultad, Meishu sama sin embargo, tomó de su propia comida unos “FuuFuu” (camarones gratinados), y dejando de comerlos, se los ofreció a mi esposa, que estaba a punto de morir. A pesar de la falta de apetito, consiguió comer todo y dijo con gran emoción: “¡Qué delicia!” Con lágrimas en los ojos, estaba profundamente emocionada y agradecida.
Cuando terminó de trasmitirle el cuarto Johrei, Meishu sama me dijo: “Todo lo que era necesario purificar, fue purificado; no hay más nada que purificar. Así, ya no tengo nada más que hacer. Vuelva a su casa, léale las Enseñanzas y deje el resto en manos de Dios”. El día nueve mi esposa falleció profundamente agradecida repitiendo innumerables veces: “No hay en el mundo nadie más feliz que yo”.
EL JOHREI ACTIVA EL TRABAJO DEL ESPÍRITU PRIMARIO
Cierto día, después de trasmitirme Johrei, Meishu sama me reveló esta Enseñanza: “Cuando una persona recibe Johrei, el trabajo de su espíritu primario se torna más activo. Usted debe saber que en el ser humano existe la actuación de dos espíritus: el Primario y el Secundario. Recibiendo Johrei, el espíritu primario comienza a funcionar naturalmente, sin que la persona tenga necesidad de oir sermones aburridos. Purificada el alma, la persona despierta al amor altruista y el deseo de salvar al prójimo, y se torna feliz”.
CAÍ DE UN ÁRBOL Y FUI SALVADO
Fue en la época en que las entrevistas se realizaban en Shimizucho. Creo, que este hecho ocurrió en 1949.
Cierto día, bajo la orientación de Meishu sama yo estaba podando los árboles del jardín. Desde su dormitorio, en el segundo piso, Meishu sama decía: “Suba en aquella rama más arriba, y corte la rama del lado derecho”, etc. De repente, una rama se quebró y yo caí de cabeza. El piso era de concreto, pero felizmente caí sobre el techo del baño. Mi brazo quedó bastante lastimado; y gracias al Johrei de Meishu sama se curó completamente.
En el momento en que caí del árbol, Meishu sama vino corriendo, con el rostro pálido del susto. Generalmente Él era fuerte, pero en aquel momento estaba bastante preocupado y me preguntaba: “¿Cómo está? ¿Está bien?”
Durante un mes recibí diariamente Johrei de Meishu sama y me recuperé por completo. Ya restablecido, pensé en volver a la dedicación en el jardín, pero Meishu sama no me permitió hacer mas esa dedicación.
Oí decir que, aún cuando dormía o descansaba Meishu sama seguía preocupado por mi, haciendo siempre preguntas sobre mi estado a los otros dedicadores.
MI CUERPO ESTABA CARGADO DE TOXINAS
Este hecho ocurrió en 1940, cuando fui por primera vez a solicitarle Johrei a Meishu sama. El me observó durante algún tiempo y me dijo: “Usted parece ser muy fuerte, pues continúa viva aunque su cuerpo esté cargado de toxinas. Me rehúso a trasmitirle Johrei, pues usted tiene bastante salud”.
No pudiendo comprender el significado de estas palabras, pregunté: “¿Cómo usted me dice que estoy llena de salud si los médicos dijeron que sólo tengo un año de vida a causa de la tuberculosis intestinal?, ¡Hasta llegué a hacer mi testamento!”. Entonces Él señaló hacia una taza llena de café y dijo: “De la misma forma que esta taza está llena de café, su cuerpo está lleno de toxinas. Si yo le trasmitiera Johrei, las toxinas saldrían de su organismo aun contra su voluntad. Y si ellas salieran, su cuerpo no lo resistiría. Así, yo creo que es mejor dejarlo como está, y por ese motivo me rehúso a trasmitirle Johrei”.
Entonces, yo le hice otra pregunta: “¿Pero por qué usted trasmite Johrei a otras personas y se rehúsa a trasmitirme solamente a mí?”; El me respondió: “Esas personas además de ser del pueblo, ya fueron desahuciadas por los médicos. Siendo así, aunque permanezcan aquí, no nos traerán ningún problema, mientras que el grupo social al cual usted pertenece* podrá traernos muchos trastornos. Si, por acaso, usted falleciera, sería noticia en los diarios. Para salvar sólo una vida, aunque se trate de una persona de la alta sociedad que goce de gran prestigio, voy a tener que arriegar la vida de decenas de personas. Por eso me rehúso a trasmitirle Johrei”.
Pero yo insistí: “No hay peligro de yo les cause ese tipo de trastornos, pues ya fui desahuciada por los médicos y hasta ya llegué a hacer el testamento”.
Ante eso, Meishu sama cedió y comencé a frecuentar todos los días su casa para recibir Johrei.
* El marido de esa señora era un alto funcionario de la Marina. La expresión “grupo social” se refiere a los militares.
EL JOHREI AL COMIENZO DE LA OBRA DIVINA
Cuando Meishu sama comenzó la Obra Divina, el Johrei no era practicado como ahora, levantando directamente la mano. Era trasmitido bajo la forma de tratamiento, dándose a los miembros un abanico. En esos abanicos, Meishu sama escribía las más diversas frases como por ejemplo: “El abanico que cura cualquier tipo de enfermedad”; “El abanico de la cura de todas las enfermedades”; “La Fuerza Divina de Izunome”, etc.
Había ocasiones en que se hacían tratamientos a distancia, y se enviaba a los enfermos papeles con cánticos divinos, escritos por Meishu sama. En los cánticos, algunas veces, Él introducía los nombres de personas que estaban sufriendo de algún mal. Esos escritos eran infalibles: todos quedaban completamente curados.
UNA SIMPLE EXPRESIÓN: “QUE BUENO ¿NO?”
El hecho que sigue ocurrió el día 28 de Septiembre de 1945, justamente el día en que iba a ser ofrecido un almuerzo a Meishu sama por parte de nuestra filial. (En aquella época, cada filial acostumbraba a programar un almuerzo al cual Meishu sama era invitado especialmente).
Yo fui hasta Hiratsuka a realizar las compras para el referido almuerzo. Con mucha dificultad encontré dos pollos; los compré y fui para Hakone. Luego de llegar, fui a tomar un baño, pero al terminar sentí de repente un violento malestar que me hizo desvanecer.
Uno de los dedicadores que se encontraba allí comunicó a Meishu sama lo que sucedía y Él vino inmediatamente para trasmitirme Johrei. En ese momento le pregunté: “¿Será que me pasan estas cosas porque tengo muchos pecados?”, El me respondió cariñosamente: “Usted tiene permiso para estar vivo. No debe preocuparse. Todo eso es espiritual. Todas las enfermedades son así. Para recibir el perdón divino, es necesario que la persona se esfuerce bastante. Esfuércese en los Servicios de Dios”.
Enseguida corrigió su postura y entonó claramente la oración Amatsu Norito. Era la primera vez que Él la entonaba después de la instauración de la libertad religiosa, al término de la guerra. Tomadas por sorpresa, las personas que se encontraban alrededor, sin contenerse se arrodillaron.
En el momento exacto en que la oración terminó, el dolor y el malestar que sentía en el estómago desaparecieron como por encanto. Cuando le dije a Meishu sama que el malestar había pasado, respondió: “Qué bueno ¿no?, Sus pecados fueron perdonados”.
CARTAS Y EXPERIENCIAS DE FE
Cierta noche, antes de iniciar mi dedicación anotando lo que Meishu sama dictaba, le leía una carta enviada por una señora que estaba internada en un sanatorio para tuberculosos en Miyazaki.
En la carta, ella decía que había leído en una revista semanal, un artículo sobre el diálogo entre Meishu sama y el señor Mussei Tokugawa. Tomando conocimiento de nuestra Institución a través de aquel artículo, ella también deseaba ser salvada.
Meishu sama quedó muy apenado por ella y Él mismo le respondió en forma bastante amable y cortés. Al mismo tiempo me dijo: “Telefonee a la filial más cercana y tome los recaudos para que inmediatamente un miembro calificado vaya a visitar a esa señora”. Como ya era de madrugada, le respondí: “Telefonearé mañana, bien temprano”. Él entonces dijo: “Mañana no, ¡ahora!”
Así, a la una de la mañana, pedí una comunicación a la telefonista. A las dos horas se logró la comunicación, y Meishu sama se quedó esperando hasta ese momento. Por teléfono dio varias orientaciones: especificó la región del cuerpo donde se debería trasmitir Johrei, cuántas veces sería necesario trasmitirlo y hasta recetó una dieta que debería hacer la enferma. Sólo después de esto se fue a acostar.
Después de unos cuatro o cinco días, preocupado como si fuese un caso personal, Él pregunto: “¿Qué habrá pasado?, ¿Acaso estará mejor?, ¿Aún no tenemos ninguna noticia de ella?”.
Tiempo después, cuando supe que aquella señora había sido dada de alta en el hospital y que estaba frecuentando la Institución con mucha salud, Meishu sama se puso feliz, “¡Qué bueno!, ¡Qué bueno!”, exclamaba Él.
Hubo también una vez en que le hice la lectura de una Experiencia de Fe relatada por un miembro que había perdido su billetera en el colectivo, la cual le fuera devuelta tiempo después en perfecto estado. La señora que la encontró, tomó la dirección de una tarjeta de visita que había dentro de dicha cartera. Le envió entonces, una carta avisándole que el objeto se hallaba en su poder y que podía ir a buscarlo.
Creyendo haber recibido una gracia, Él inmediatamente se dirigió a la dirección que le había dado. Cuando llegó allá, se encontró con una triste situación: la señora que encontrara la cartera no tenía padre ni madre y vivía con un hermano y una hermana enfermos, que estaban en cama. Ella cargaba con la manutención de la casa.
El miembro que hizo este relato no comentaba mucho sobre la enfermedad de los hermanos de aquella señora; sólo hacía mención de la gracia de haber recuperado el referido objeto.
Meishu sama, al término de la lectura, dijo: “Fue muy bueno que esa persona haya recuperado la cartera, pero ¿qué fue lo que sucedió con los dos hermanos que estaban en cama?, ¿Por qué no les trasmitió Johrei y no les habló nada sobre Sekai Kyusei Kyo?. Comuníqueme con el relator de esa experiencia. Si fuera confirmado que no hizo nada de eso, la experiencia no podrá ser publicada en el diario 'Eiko'. Y según la respuesta, envíe a aquellas personas enfermas el Ohikari. Estoy apenado por su situación”.
DIOS NO DEJA DE ATENDER LOS PEDIDOS DE MEISHU SAMA
En 1948 ó 1949, mi esposa sufrió una violenta purificación. Ella estaba afectada de eclampsia (acceso de convulsiones generalmente seguidas de coma), se encontraba en estado muy grave, y yo no sabía si ella podría sobrevivir hasta el día siguiente.
Mediante un telegrama pedí protección a Meishu sama. Después, hubo una gran mejoría en el estado de salud de mi esposa, de modo que envié un nuevo telegrama, esta vez de agradecimiento.
Sin embargo, una semana después, ella empeoró terriblemente; parecía que moriría de un momento a otro. Pensé que había llegado la hora de la despedida; no obstante resolví hacer otro pedido de gracia.
En seguida, me ubiqué a la cabecera de mi esposa y le tomaba el pulso constantemente. En un momento dado, el pulso quedó parado por más de diez minutos. Yo entoné la oración Amatsu Norito con todo mi sentimiento, y mis seis hijos se reunieron todos a la cabecera de la madre y comenzaron a llorar diciendo: “Mamá ya murió”.
Con mucho esfuerzo, sintiendo una enorme tristeza, apenas conseguí decir: “No lloren, su madre va a un lugar muy bueno”. En ese instante, tomando el pulso de mi esposa sentí que volvía a palpitar. Abriendo los ojos, ella preguntó: “¿Dónde estoy?”, yo le respondí que estaba en casa. Ella me preguntó nuevamente: “¿Qué casa?”, “En tu casa” le respondí. Con un semblante de gran desconsuelo ella dijo: “¿Por qué me llamó?, yo estaba caminando por un lindo campo en dirección a un palacio, y me sentía inmensamente feliz. Como todos ustedes me llamaban, volví para atrás, lo que fue una gran pena”.
Después ella se recuperó completamente. Pasado un mes, fuimos hasta Shimizu, para agradecer a Meishu sama, quien le dijo a mi esposa: “Voy a trasmitirle Johrei”. Observándole atentamente su apariencia, agregó: “Ahora todo está bien. No hay más peligro. Cuando recibí su segundo telegrama, quedé realmente pensativo. Juzgué que era un caso muy grave e hice un pedido especial a Dios”.
Al oir estas palabras no pude contener las lágrimas de emoción y hasta perdí el habla. Pensé para mí mismo: “Dios siempre atiende los pedidos de Meishu sama. Por eso debemos apoyarnos únicamente en Él. Ciertamente Dios ha de oir nuestros pedidos a través de Meishu sama”.
CON RELACIÓN A LOS TELEGRAMAS DE PEDIDO DE GRACIA
Quien dedicaba al lado de Meishu sama, comúnmente recibía pedidos de gracia hechos por los miembros a través de telegramas o telefonemas. En esas ocasiones, quien recibía el pedido tenía que ir a comunicárselo a Meishu sama oralmente, dando los pormenores como la edad, el sexo, la dirección y la purificación de la persona. Entonces, Meishu sama decía: “Está bien”, y Él mismo hacía la petición.
Cierto día yo recibí un telefonema de pedido de gracia y, en vez de ir a comunicárselo a Meishu sama, pedí a una dedicadora que lo hiciese. Pero creo que esa señora no hizo la comunicación inmediatamente. Él le preguntó cuándo y qué habían telefoneado y quién había recibido el telefonema; entonces fui llamado a su presencia. Después de hacer todas esas preguntas me llamó severamente la atención diciendo: “¿Por qué le pide a otra persona que haga la comunicación cuando fue usted quien recibió el telefonema?, sólo en caso de extrema gravedad las personas me hacen un pedido. De ahora en adelante, cualquiera que sea la circunstancia, el dedicador que reciba una solicitud de ese tipo deberá él mismo comunicármelo inmediatamente”.
CAUSO ADMIRACION A LOS NICHOOLS
En Febrero de 1949, cuando el matrimonio Nichools, del Estado Mayor del General Mac Arthur, visitó la sede de Shimizucho, Meishu sama les dio varias explicaciones sobre nuestra Institución.
El señor Nichools, no obstante no podía creer que una luz espiritual, invisible, saliese de las palmas de las manos. Y ante su incredulidad, Meishu sama le explicó: “Cualquier persona que transmite Johrei consigue eso”. Y le pidió al señor Nakajima que trasmitiese Johrei a algunas personas, orientándolas para que se quedasen detrás de un pequeño estanque que había en la habitación. Entonces, tanto las personas que estaban recibiendo Johrei como las que simplemente observaban la escena, comenzaron a toser y eructar.
Para el señor Nichools era incomprensible, y dudando de lo que veía, preguntó: “Ellos están haciendo todo eso intencionalmente, ¿no?”; Entonces Meishu sama hizo que las personas se dieran vuelta y pidió al señor Nichools que diese una señal al señor Nakajima para que volviese a trasmitir Johrei. Cuando él levantó la mano, ocurrió lo mismo que antes.
La experiencia fue repetida varias veces. Observando lo ocurrido, el señor Nichools quedó verdaderamente sorprendido. Meishu sama sonreía, asistiendo a la escena.
Meishu sama comenzaba a trabajar muy temprano, y terminaba a las dos de la mañana; en ese espacio de tiempo, las personas que lo servían tenían que trabajar ordenádamente con un ritmo intenso. Así, algunas recibían purificaciones. Todos los días, a una hora preestablecida, Meishu sama transmitía Johrei a los dedicadores que estuviesen purificando y que por medio del encargado lo hubiesen solicitado anticipadamente. Esos pedidos generalmente eran hechos por el encargado durante el desayuno. Si él le decía a Meishu sama: “Fulano se encuentra en tales condiciones. Por eso le solicito a Usted que hoy le transmita Johrei”, a las diecisiete horas esa persona podía ir a recibir Johrei (eso ocurría, más o menos, en 1953).
Observando el estado de la persona, si la purificación era pequeña Meishu sama le transmitía Johrei rápidamente, en dos o tres minutos. Sin embargo, oí decir que a las personas que se encontraban en grave estado o a aquéllas cuyo sufrimiento era intenso, Meishu sama les transmitía Johrei durante largo tiempo. Parecía que la duración del Johrei dependía del estado de la persona.
Había dedicadores que aunque estuviesen en purificación, no se daban cuenta de eso. Muchas veces, cuando Él notaba el estado de algunas de ellas a la mañana, a la hora del saludo diario, Meishu sama les decía: “Usted tiene un semblante abatido. ¿Cómo se siente?”. Entonces, esa tarde les trasmitía Johrei.
Además, también oí decir que estaba determinado que cuando alguien se sentía mal, debía solicitar Johrei a cualquier hora; si se trataba de un mal repentino, se podía solicitar, aunque Meishu sama estuviera en plena actividad. Así, en los casos en que no se podía dejar a la persona sin recibir Johrei, Meishu sama usaba algunos minutos de su tiempo, especialmente para trasmitirle. Parece que algunas personas llegaban a recibirlo tres veces por día, a la mañana, a la tarde y a la noche, no obstante la sobrecarga de tareas de Meishu sama.
Shibucho (Un Dirigente del Templo Filial)
EXPERIENCIAS DE JOHREI CON LOS HIJOS
Cuando Meishu sama residía en Oomori, había allí muchos enfermos en un estado que requería internación. Eran enfermos mentales o tuberculosos y nosotros convivíamos con ellos.
Meishu sama, tomando a esos enfermos como base de sus experiencias, les trasmitía Johrei todos los días, haciendo muchas investigaciones. Puedo asegurar que todo eso sirvió como cimiento para el futuro.
Yo también tenía un organismo frágil y siempre recibía Johrei de Meishu sama.
Paralelamente, Él realizaba experiencias dándome sólo verduras para comer, o sea que investigó cuánto una persona se torna realmente fuerte y saludable, alimentándose sólo con verduras. Este tipo de alimentación fue prescripto no sólo para mí, sino para mis hermanos también.
Parece que Meishu sama realizó varias experiencias a través de sus hijos, haciendo investigaciones que no podrían hacerse con personas que no fuesen de su familia. Yo, por ejemplo, en esa época tuve varias veces parotiditis (inflamación de la parótida) y sufrí intensamente. Aunque era un niño, recuerdo que Meishu sama realizó una experiencia para saber la diferencia en la cura: no hacer nada dejando la dolencia a cargo de la naturaleza, o tratarla con Johrei.
Un pariente
JOHREI HASTA EL MOMENTO DE LA PARTIDA
El hecho aconteció el día 5 de Mayo de 1945, cuando Meishu sama se disponía a viajar de Atami hacia Hakone. En esa época, yo estaba con una purificación en las caderas y como no podía moverme, me quedaba en la casa de Meishu sama en Atami (El Solar de la Montaña del Este), recibiendo Johrei de Él todos los días.
En el momento de su partida hacia Hakone, yo no estaba en condiciones de moverme. Anteriormente, Meishu sama ya me había dicho: “Como usted no puede acompañarme vuelva a su casa y después trasládese a la casa de una persona que trasmita Johrei muy bien”.
Yo estaba decidido a hacer eso y la noche anterior a la partida de Meishu sama le dije al señor Inoue, su secretario: “Mañana cuando Él parta volveré a Yokosuka”. A la mañana siguiente, antes de salir Meishu sama me trasmitió Johrei y me dijo: “Quédese un poco más aquí. Reciba Johrei del señor Nakajima, pues ya le pedí a él que le transmita”. Así, aun estando atareadísimo, Meishu sama se preocupó a tal punto por mi estado.
Un miembro calificado
NADIE TRASMITE JOHREI MEJOR QUE YO
Cierto dedicador que se hiciera miembro después de ser curado de tuberculosis, tuvo una recaída y comenzó a expectorar catarro mezclado con sangre. Pensando que dedicar en tales condiciones de salud sólo causaría trastornos, resolvió volver a su casa y, cierto día, después de recibir Johrei de Meishu sama, le comunicó su decisión. Meishu sama entonces le dijo: “Su estado es realmente muy grave. No es nada fácil. Mas sepa que nadie transmite Johrei mejor que yo. Naturalmente, si quiere puede volver para su casa, pero ¿no tiene el deseo de permanecer aquí?”.
Oyendo estas palabras, esa persona tomó la siguiente resolución: “Sea como fuere, mi vida fue salvada por Él. Si yo no tuviera más cura, ¿qué puedo hacer?; ya que Él se está ofreciendo, continuaré aquí sirviendo en lo que pudiere”. Así pidió permiso para continuar sirviendo a Meishu sama y de allí en adelante fue obteniendo grandes mejorías. Hasta hoy, continúa sirviendo en perfecto estado de salud.
Meishu sama no forzaba absolutamente a nadie a obedecer su voluntad. En sus palabras: “si quiere puede volver; no obstante, también puedo continuar transmitiéndole Johrei”, revela su benevolencia.
Escuchando este caso quedé profundamnete conmovido.
Shibucho (Un Dirigente del Templo Filial)
CON EL JOHREI, LA CANTIDAD DE SANGRE AUMENTA BASTANTE
Cierta vez, un servidor se desmayó en la escalera de Hekiunso, a causa de una anemia.
Oí decir que, al tomar conocimiento del hecho, Meishu sama vino corriendo y casi tomándolo del cuello le trasmitió Johrei. Cuando volvió en sí, el servidor vio a Meishu sama arrodillado sobre él, transmitiéndole Johrei y diciéndole: “¡Ah! ¿Recuperó los sentidos?, ¡Qué bien!. Le hice una tranfusión de sangre”. Esa persona, cuyo desmayo fue motivado por la anemia, se recuperó totalmente con el Johrei de Meishu sama. Recuerdo que una vez oí de Meishu sama: “Con el Johrei, la cantidad de sangre aumenta”, de modo que entiendo perfectamente lo que aconteció en aquella ocasión.
Cuando un servidor cometía algún engaño o falla, Meishu sama nunca lo reprendía directamente recomendándole que prestase más atención; simplemente le decía: “Su cabeza está en purificación. Voy a trasmitirle Johrei”; y realmente le trasmitía. Hasta ese momento la persona no había percibido lo que le estaba aconteciendo, pero después de recibir Jorei entendía que su cabeza efectivamente no estaba funcionando bien. Después de eso no cometía más engaños. Así, Meishu sama trasmitía Johrei en cualquier circunstancia.
Shibucho (Un dirigente de Templo Filial)
TRANSMITIENDO JOHREI CON SERIEDAD
Enseguida que me hice mesiánica, mi hijo recibió una purificación parecida al cólera. Asustada, porque se trataba de una purificación muy severa, me apresuré a llevarlo hasta Meishu sama.
Cuando vio a mi hijo Meishu sama dijo: “Está muy mal. Si usted hubiese demorado un poco más, no hubiera podido sobrevivir”, y comenzó a transmitirle Johrei al pequeño con gran seriedad.
Después de un tiempo, mi hijo comenzó a decir: “Mamá, mamá”. Meishu sama entonces dijo: “Ahora no hay más peligro. ¡Qué cansancio!, Déjeme descansar un poco”. Después de decir esto, comenzó a fumar un cigarro, como si lo estuviera disfrutando intensamente. Al observar la postura de Meishu sama durante la transmisión de Johrei a mi hijo, sentí por Él una profunda gratitud y respeto.
Una miembro calificado
SI UNA PERSONA QUIERE RECIBIR JOHREI, DEBE SOLICITARLO
En aquella época (1942 ó 1943) yo me encontraba en condiciones físicas tan lastimosas que si no recibía Johrei de Meishu sama todas las veces en que había entrevistas sufría insoportablemente. Sin embargo, como Él estaba siempre atareadísimo, yo vacilaba y no le pedía Johrei, para no incomodarlo. Entonces, empeoraba a tal punto que, como no podía aguantar más, me veía obligado a recurrir a Él.
Entonces, Meishu sama me decía: “Fue muy penoso mirarlo. Yo me decía a mí mismo: ahora va a pedir, va a solicitar Johrei. Pero usted no lo hacía. Dicen que tener vacilaciones es pecado. Yo no puedo ofrecerle Johrei. Para que una persona reciba Johrei, debe solicitarlo. Por eso, si usted no pide, no están las condiciones para que reciba.” Y continuó: “Si fuese sólo su cuerpo, no tendría importancia; pero ahora Dios está trabajando a través de él. En el caso de que le ocurra alguna cosa y usted vaya al Mundo Espiritual, no calcule cuántos trastornos causará a Dios. Uno de los motivos es que su cuerpo es como un cartel; por eso, no hay necesidad alguna de andar con rodeos. Usted debe recibir Johrei, en caso contrario usted me causará problemas”. Estas fueron las santas palabras que Meishu sama me dijo.
Hubo una época en que Meishu sama tenía entrevistas con sus discípulos en los jardines del Solar de la Montaña del Este. En esas ocasiones también decía a otros servidores. “Traigan una silla para él; tiene dificultades para permanecer de pie”. Con estas palabras, hacía que alguien me acercase una silla. Podemos decir que Meishu sama realmente comprendía el sufrimiento de los demás. Siempre me trató bien. Así, despertó en mí el sentimiento de que, por Meishu sama, yo haría cualquier cosa.
Un miembro calificado
EMOCIONADA, SE ARRODILLÓ A LOS PIES DE MEISHU SAMA
El hecho ocurrió más o menos en 1949, cuando Meishu sama residía en Hekiunso y tuve una entrevista en la Sede Provisoria, situada en el barrio de Shimizu.
Meishu sama siempre asistía a esas entrevistas y, al término de ellas trasmitía Johrei a las personas que se lo habían solicitado en forma especial, creo que a dirigentes, miembros calificados, responsables de filiales, etc... . Desde Hekiunso, una persona traía el almuerzo para Meishu sama y luego retornaba, pues Él acostumbraba a permanecer en la Sede hasta las tres de la tarde, entrevistándose con varias personas. A veces, antes de retornar a Hekiunso, iba hasta el Valle Celestial.
En una de esas ocasiones, la señorita Miyako, hija de Meishu sama, se sintió mal súbitamente e inmediatamente telefonearon al lugar donde Él se hallaba a fin de comunicarle el hecho. En seguida fueron avisados de que Meishu sama dijo: “Voy inmediatamente”. Así fue como la señorita Miyoto, una dedicadora, quedó esperándolo en el camino de Hekiunso.
En eso apareció Meishu sama, jadeante, sosteniéndose el faldón del kimono. Cuando vio el aspecto saludable de la joven que lo esperaba en la puerta le dijo: “¡Ah! ¿Usted ya está mejor?, ¡Qué bueno!”. Meishu sama había confundido el nombre de su hija con el nombre de la dedicadora, pues eran muy parecidos, y pensó que esta última era quien estaba mal. Entonces la señorita Miyoto le dijo: “No soy yo, es la señorita Miyako”. Y El respondió aliviado: “Ah, ¿es Miyako?”.
Observando esa reacción, la señorita Miyoko, que pensó que Meishu sama había vuelto por causa de su hija, vio que había retornado por causa de ella, una dedicadora. En aquel lugar, el camino de Shimizu hasta Hekiunso es escarpado, con subidas y hasta nosotros quedamos jadeantes y cansados al recorrerlo.
Comprendiendo el sentimiento de Meishu sama, que viniera corriendo para trasmitirle Johrei lo más rápidamente posible, la señorita Miyoko cayó a sus pies sintiendo que no era merecedora de tamaña consideración.
Shibucho (Un dirigente de Templo Filial)
NO HACÍA DISTINCIÓN ENTRE SUS PARIENTES Y LOS EXTRAÑOS
Este hecho sucedió en la época en que estaba hospedado en el Solar de la Montaña Divina, para recibir Johrei de Meishu sama, pues estaba enfermo de tuberculosis.
Las personas que iban a recibir Johrei, fuesen parientes o dedicadores, debían solicitarlo antes del desayuno. En el momento del Johrei, cuando me atrasaba, yo me quedaba sentado detrás de todos, a la espera de mi turno. Alguno de los dedicadores, a veces, me hacía pasar primero diciendo: “Venga ahora”; pero Meishu sama intervenía: “No puede; respete el orden”. De esta forma no permitía de manera alguna que por el hecho de ser pariente, se alterase el orden. En ninguna circunstancia Meishu sama hacía distinciones entre sus parientes y los extraños.
Un pariente
VENGA, AUNQUE SEA GATEANDO
En mayo de 1946 fui a Hakone, donde lo pasé muy mal, porque no podía moverme más. En esa ocasión, Meishu sama dijo: “Déjenlo hospedado en la Casa de los Pájaros” (lugar de descanso para las personas que iban al Shinsenkyo de Hakone).
Los síntomas de la dolencia eran idénticos a aquéllos que yo había sentido anteriormente, cuando fuera desahuciado por los médicos. Como mi caso era muy grave, una dedicadora fue a preguntarle a Meishu sama qué pensaba de mi estado. Él respondió: “La verdad, no tiene más cura, sin embargo como está sirviendo a Dios, no puedo dejarlo morir. Si él muere, va a causarme trastornos”.
En esa época yo dedicaba ofreciendo un poco de arroz, y Meishu sama lo tuvo en consideración. Al día siguiente me mandó a decir: “Venga que le voy a trasmitir Johrei”. Como yo estaba muy mal, no estaba en condiciones de ir hasta Él, de modo que le pedí a la persona que me trajo su mensaje que le dijera que yo no podía ir. Meishu sama, no obstante, me mandó a decir: “Venga, aunque sea gateando; si no viene hasta aquí, yo no le trasmitiré Johrei a usted”.
Pensé: “Ya que dice que sólo me va a trasmitir Johrei si yo voy hasta Él, entonces iré”. Y fui, con bastante esfuerzo, descansando a todo momento, dando dos o tres pasos, parando de nuevo, hasta llegar junto a Meishu sama y recibir Johrei. “Si se sintiera mal, venga a cualquier hora”, me dijo Él antes que yo retornase a mi habitación.
Aquella misma noche, a las dos de la madrugada, me sentí tan mal que le pedí a la persona que me estaba cuidando que fuese a solicitarle a Meishu sama que me trasmitiera Johrei. Como Él me mandó decir que fuese inmediatamente, aun siendo de madrugada fui hasta sus aposentos.
Meishu sama estaba escribiendo caligrafías de la Imagen de la Luz Divina. En cuanto llegué, dejó de hacerlo y comenzó a trasmitirme Johrei. Cuando terminó me dijo: “Usted debe estar con ganas de comer algo dulce. Aquí tiene de todo. Tome lo que quiera”. Diciendo esto agarró un enorme “manyu” (dulce japonés) y me lo dio. Nunca olvidaré lo delicioso que estaba ese dulce.
Durante el tiempo que estuve en cama, Meishu sama sacaba un poco de cada plato de su propia comida y lo enviaba para mí. Jamás podré olvidar tanta delicadeza como la recibida en esa oportunidad.
Un miembro calificado
¿POR QUE NO PIDE JOHREI?
El hecho que voy a narrar aconteció en una ocasión en que llevamos a Meishu sama a la estación del ferrocarril de Kyoto, después de un viaje de difusión que Él realizó en el otoño de 1953.
Al ser llamado por Él, me presenté y le pregunté: “¿Desea alguna cosa?” Y Él respondió: “No, es que mirándolo casualmente, noté que usted está abatido. Como quedé preocupado, lo llamé para ver qué le ocurre”.
Tomado de sorpresa, le conté en pocas palabras que estaba purificando. Entonces me dijo amablemente: “Si está en purificación. ¿No le parece que no tiene sentido que no me pida Johrei? Cuando llegue a casa véame inmediatamente”.
Así, por primera vez fui hasta HekiunSo para recibir un Johrei individual de Meishu sama; con una sola vez que me trasmitió, pasó el malestar que sentía en la región del estómago”.
Shibucho (Un dirigente de Templo Filial)
DIOS ES ASÍ
Meishu sama era justo en todas las situaciones y muy cariñoso con los dedicadores, por eso imaginé que Dios sería así.
Cuando yo estaba dedicando en Kaminoge, contraje panadizo (inflamación de los tejidos adyacentes a las uñas de los dedos de las manos o de los pies, generalmente acompañada por infección y formación de pus). Cierto día, a las diez de la noche, vinieron a avisarme que Meishu sama me llamaba.
Fui inmediatamente, de pijama, como estaba y lo encontré de pie, cerca de la sala del teléfono. Allí me dijo: “Para quien hace el servicio de cocina, debe ser horrible tener problemas en los dedos”. Y diciendo eso comenzó a transmitirme Johrei.
Meishu sama era así: una persona muy gentil.
Un servidor
HACER RELUCIR UNA FAMOSA ESPADA O DEJARLA SIN BRILLO SOLO DEPENDE DE NUESTRO PENSAMIENTO
Fue allá por el comienzo, en los primeros días de nuestra Institución. Nosotros, que estábamos al servicio de Meishu sama, recibíamos Johrei de Él diariamente. Por más atareado que estuviese, nunca se olvidaba de transmitirnos Johrei; en cuanto tenía un descanso nos mandaba a llamar. Con el tiempo nos fuimos acostumbrando a eso y, como estábamos siempre cerca de Él, por cualquier pequeña purificación íbamos a pedirle Johrei.
Cierto día, fuimos llamados a la presencia de Meishu sama, que nos dijo: “A todos ustedes les fue entregada la famosa espada del señor Massamune. Hacer que ella reluzca o pierda su brillo, depende exclusivamente del pensamiento de cada uno de ustedes”.
Así fue que todos nosotros, sintiendo una repentina timidez no osamos pedirle Johrei por cuatro o cinco días. Entonces fuimos nuevamente llamados a su presencia. Cuando nos presentamos, El nos dijo: “Ustedes parecen un columpio, no tienen idea de lo que se llama término medio”. Y diciendo esto nos transmitió Johrei.
Un servidor
ES COMO SI NO TUVIERAN CABEZA
Como mi organismo era bastante más débil que el de los otros dedicadores, yo siempre pedía Johrei a Meishu sama. Un día Él me dijo riendo: “Cuando ustedes acumulan impurezas en el organismo, tráiganmelas a mí. Yo las limpio, los renuevo; soy un removedor de las impurezas del espíritu”. Aunque estuviese atareadísimo, Él siempre nos transmitía Johrei con buena voluntad.
Cierta vez, sorprendido por mi falta de inteligencia, le dije a Meishu sama mientras recibía Johrei: “Por causa de mi necedad, siempre estoy dando trabajo a todos”.
Él, entonces, me ponderó trayéndome un gran confortamiento: “La necedad no es nada. Reconocer que se es necio es algo magnífico. Los hombres de hoy en día parecen tener la cabeza obstruída, una cabeza que absolutamente no funciona, es como si no tuviesen cabeza”.
Un servidor
YO SOY UN CALDERERO
En la época en que Meishu sama estaba en Oomori, había entre los dedicadores que trabajaban a su lado, muchos que parecían medio enfermos. A pesar de eso, Meishu sama los utilizaba, acomodando algún tiempo disponible en su día de intenso trabajo para trasmitirles Johrei.
Muchas veces, Él decía bromeando: “Yo parezco un calderero, porque voy arreglando y utilizando teteras sin pico y cacerolas sin tapa”.
Un servidor
PERCIBIA INMEDIATAMENTE CUANDO EL PENSAMIENTO ERA CONFUSO
Cuando yo dedicaba junto a Meishu sama, en la época en que estaba en Tamagawa, sufría espiritualmente cosa, de la que padecía intensamente.
En esos momentos, yo me dirigía a las habitaciones donde Meishu sama estaba trabajando (haciendo imágenes de Kannon, por ejemplo) y le pedía: “Permítame recibir la Luz Divina”. Y me quedaba quieto, sentado en un rincón de la habitación pues así, al estar cerca de Él, mi sufrimiento acababa y yo me sentía aliviado.
En tales ocasiones, aunque yo permaneciese allí el día entero sentado, o vencido por el cansancio terminase cabeceando, Él nada decía. A las tres de la tarde, compartía su comida conmigo, dándome un trozo de dulce. Mientras tanto, si mi pensamiento comenzaba a perturbarse y me ponía a divagar sobre cosas inútiles, Meishu sama lo percibía de inmediato y decía: “Si no tiene nada más que hacer aquí, ya puede retirarse”.
Un servidor
ES MEJOR SER UNA PERSONA QUE RECIBE LA GRATITUD DEL PRÓJIMO QUE SER UNA PERSONA IMPORTANTE
En 1945, año en que terminó la guerra, yo tuve problemas en las caderas. En esa ocasión, se me apareció el espirítu de mi hermana, el cual me dijo que luego de ser salvado por Meishu sama, debería servir en la Obra Divina, y por eso era necesario a toda costa, pedirle Johrei.
En esa época, yo no creía en espíritus ni en cosas espirituales; igualmente, por intermedio de un miembro calificado, me decidí a pedirle Johrei a Meishu sama. De cualquier forma, en ese lapso, quedé completamente sin equilibrio, y no podía ir hasta Él ni siquiera cargado.
El miembro calificado se sintió constreñido en incomodar a Meishu sama, porque pensó que siendo mi estado tan grave, no mejoraría aunque recibiese su Johrei uno o dos días. En ese momento, por teléfono, el señor Inoue, preocupado, quiso saber cómo estaba yo. Le respondí: “Hice un mal esfuerzo en las caderas y no me puedo mover”. El señor Inoue me pidió que esperase un momento en la línea, pues iba a comunicárselo a Meishu sama, y Él me mandó a decir que debía ir hacia allá inmediatamente. En aquel tiempo encontrar un automóvil era muy difícil, de modo que esperé un día entero. Desde la mañana hasta la noche estuve recibiendo llamados telefónicos en los que me decían: “Es indispensable que venga lo más rápido posible”.
Con mucha dificultad conseguí un auto y fui al encuentro de Meishu sama. Cuando llegué, fui llevado inmediatamente a sus aposentos. Trasmitiéndome Johrei, Él me dijo: “Realmente su cuerpo está muy débil. Si dejaba pasar una semana más, su vida hubiera corrido peligro”. Esas palabras me dieron un gran susto.
El Johrei que recibí en aquella oportunidad, fue tan largo y trasmitido con tanto amor, que yo no sabía cómo disculparme. Meishu sama me enseñó que cuando las personas están en purificación, debo proceder de la misma forma que Él.
¡Cuán preocupado por mí quedó Meishu sama en aquel momento! Él me dijo: “Por más alta que sea la posición de una persona que venga a pedirme Johrei, yo no le trasmito. Pero si fuese una persona útil a la Obra Divina, haré todo por salvarla”. Oyendo sus palabras tan llenas de cariño no pude contener las lágrimas que brotaban de mis ojos.
Diez días después, Meishu sama me dijo: “Ahora no hay más peligro, ya estoy tranquilo. Había estado preocupado por su estado, hasta ayer no pude dormir tranquilamente”. En ese momento quedé tan agradecido, tan emocionado, que no conseguí decir una palabra de gratitud.
Meishu sama acostumbraba a decir: “El hombre sufre cuando quiere mostrarse importante; pero, cuando él es puro de gratitud, eso no acontece”. Siempre que me acuerdo de esas palabras, me viene nítidamente a la memoria la gentileza de Meishu sama cuando me salvó.
Ante estos acontecimientos yo pensé: “Si se sirve con toda Sinceridad, hasta una persona como yo, sin ninguna cultura e instrucción, podrá ser utilizada en la Obra Divina”.
Un miembro calificado
LA GRAN AUTOCONFIANZA CONTENIDA EN SU BONDAD
Estando al servicio de Meishu sama cuando recibía Johrei, por ejemplo yo podía sentir intensamente el calor humano irradiado de su persona, así, tan próxima.
El hecho aconteció en una ocasión en que tuve panadizo en los dedos. Durante casi tres días sufrí dolores terribles y a la madrugada, me encontré andando de aquí para allá en el Nikkoden, sin poder conciliar el sueño. Por fin, sin poder soportar el dolor, pedí a la tía de Nidai sama que fuese a pedirle a Meishu sama que me transmitiera Johrei. Meishu sama entonces me dijo: “¿Por qué no habló antes?”.
Recibiendo Johrei, el dolor pasaba completamente. Pero luego que Meishu sama se retiraba, el dolor volvía. Después de la quinta vez, dije a Meishu sama que el dolor había pasado por completo. Entonces Él me dijo: “Seguro que sí”. Nunca decía: “Ah sí, ¿le pasó?”.
Hasta hoy, no puedo olvidarme de aquellas palabras, las que demostraban que Meishu sama tenía plena confianza en Sí mismo.
Un servidor
COMPLETAMENTE PURIFICADA
Mi primera esposa falleció en febrero de 1952. Antes de fallecer, tuvo una fuerte purificación. Un día fui a pedir a Meishu sama que le transmitiese Johrei, y dijo que se la llevásemos inmediatamente. Así hice y Él le transmitió Johrei durante un largo período.
Durante dos semanas, reservando algún tiempo de su atareadísimo día, Meishu sama le trasmitió Johrei a mi esposa diariamente. No obstante, el día nueve de febrero ella falleció.
Dos días antes, como no tuviese ninguna mejoría, Meishu sama me dijo: “Hoy voy a trasmitirle Johrei bastante tiempo”. Así le trasmitió durante una hora y descansó un poco. Luego continuó trasmitiéndole. Así desde la mañana a tarde, mi esposa recibió Johrei cuatro veces.
En vísperas de su muerte, ella no tenía apetito y respiraba con gran dificultad, Meishu sama sin embargo, tomó de su propia comida unos “FuuFuu” (camarones gratinados), y dejando de comerlos, se los ofreció a mi esposa, que estaba a punto de morir. A pesar de la falta de apetito, consiguió comer todo y dijo con gran emoción: “¡Qué delicia!” Con lágrimas en los ojos, estaba profundamente emocionada y agradecida.
Cuando terminó de trasmitirle el cuarto Johrei, Meishu sama me dijo: “Todo lo que era necesario purificar, fue purificado; no hay más nada que purificar. Así, ya no tengo nada más que hacer. Vuelva a su casa, léale las Enseñanzas y deje el resto en manos de Dios”. El día nueve mi esposa falleció profundamente agradecida repitiendo innumerables veces: “No hay en el mundo nadie más feliz que yo”.
Shibucho (Un Dirigente de Templo Filial)
EL JOHREI ACTIVA EL TRABAJO DEL ESPÍRITU PRIMARIO
Cierto día, después de trasmitirme Johrei, Meishu sama me reveló esta Enseñanza: “Cuando una persona recibe Johrei, el trabajo de su espíritu primario se torna más activo. Usted debe saber que en el ser humano existe la actuación de dos espíritus: el Primario y el Secundario. Recibiendo Johrei, el espíritu primario comienza a funcionar naturalmente, sin que la persona tenga necesidad de oir sermones aburridos. Purificada el alma, la persona despierta al amor altruista y el deseo de salvar al prójimo, y se torna feliz”.
Un miembro calificado
CAÍ DE UN ÁRBOL Y FUI SALVADO
Fue en la época en que las entrevistas se realizaban en Shimizucho. Creo, que este hecho ocurrió en 1949.
Cierto día, bajo la orientación de Meishu sama yo estaba podando los árboles del jardín. Desde su dormitorio, en el segundo piso, Meishu sama decía: “Suba en aquella rama más arriba, y corte la rama del lado derecho”, etc. De repente, una rama se quebró y yo caí de cabeza. El piso era de concreto, pero felizmente caí sobre el techo del baño. Mi brazo quedó bastante lastimado; y gracias al Johrei de Meishu sama se curó completamente.
En el momento en que caí del árbol, Meishu sama vino corriendo, con el rostro pálido del susto. Generalmente Él era fuerte, pero en aquel momento estaba bastante preocupado y me preguntaba: “¿Cómo está? ¿Está bien?”
Durante un mes recibí diariamente Johrei de Meishu sama y me recuperé por completo. Ya restablecido, pensé en volver a la dedicación en el jardín, pero Meishu sama no me permitió hacer mas esa dedicación.
Oí decir que, aún cuando dormía o descansaba Meishu sama seguía preocupado por mi, haciendo siempre preguntas sobre mi estado a los otros dedicadores.
Un servidor
MI CUERPO ESTABA CARGADO DE TOXINAS
Este hecho ocurrió en 1940, cuando fui por primera vez a solicitarle Johrei a Meishu sama. El me observó durante algún tiempo y me dijo: “Usted parece ser muy fuerte, pues continúa viva aunque su cuerpo esté cargado de toxinas. Me rehúso a trasmitirle Johrei, pues usted tiene bastante salud”.
No pudiendo comprender el significado de estas palabras, pregunté: “¿Cómo usted me dice que estoy llena de salud si los médicos dijeron que sólo tengo un año de vida a causa de la tuberculosis intestinal?, ¡Hasta llegué a hacer mi testamento!”. Entonces Él señaló hacia una taza llena de café y dijo: “De la misma forma que esta taza está llena de café, su cuerpo está lleno de toxinas. Si yo le trasmitiera Johrei, las toxinas saldrían de su organismo aun contra su voluntad. Y si ellas salieran, su cuerpo no lo resistiría. Así, yo creo que es mejor dejarlo como está, y por ese motivo me rehúso a trasmitirle Johrei”.
Entonces, yo le hice otra pregunta: “¿Pero por qué usted trasmite Johrei a otras personas y se rehúsa a trasmitirme solamente a mí?”; El me respondió: “Esas personas además de ser del pueblo, ya fueron desahuciadas por los médicos. Siendo así, aunque permanezcan aquí, no nos traerán ningún problema, mientras que el grupo social al cual usted pertenece* podrá traernos muchos trastornos. Si, por acaso, usted falleciera, sería noticia en los diarios. Para salvar sólo una vida, aunque se trate de una persona de la alta sociedad que goce de gran prestigio, voy a tener que arriegar la vida de decenas de personas. Por eso me rehúso a trasmitirle Johrei”.
Pero yo insistí: “No hay peligro de yo les cause ese tipo de trastornos, pues ya fui desahuciada por los médicos y hasta ya llegué a hacer el testamento”.
Ante eso, Meishu sama cedió y comencé a frecuentar todos los días su casa para recibir Johrei.
Un miembro calificado
* El marido de esa señora era un alto funcionario de la Marina. La expresión “grupo social” se refiere a los militares.
EL JOHREI AL COMIENZO DE LA OBRA DIVINA
Cuando Meishu sama comenzó la Obra Divina, el Johrei no era practicado como ahora, levantando directamente la mano. Era trasmitido bajo la forma de tratamiento, dándose a los miembros un abanico. En esos abanicos, Meishu sama escribía las más diversas frases como por ejemplo: “El abanico que cura cualquier tipo de enfermedad”; “El abanico de la cura de todas las enfermedades”; “La Fuerza Divina de Izunome”, etc.
Había ocasiones en que se hacían tratamientos a distancia, y se enviaba a los enfermos papeles con cánticos divinos, escritos por Meishu sama. En los cánticos, algunas veces, Él introducía los nombres de personas que estaban sufriendo de algún mal. Esos escritos eran infalibles: todos quedaban completamente curados.
Un servidor
UNA SIMPLE EXPRESIÓN: “QUE BUENO ¿NO?”
El hecho que sigue ocurrió el día 28 de Septiembre de 1945, justamente el día en que iba a ser ofrecido un almuerzo a Meishu sama por parte de nuestra filial. (En aquella época, cada filial acostumbraba a programar un almuerzo al cual Meishu sama era invitado especialmente).
Yo fui hasta Hiratsuka a realizar las compras para el referido almuerzo. Con mucha dificultad encontré dos pollos; los compré y fui para Hakone. Luego de llegar, fui a tomar un baño, pero al terminar sentí de repente un violento malestar que me hizo desvanecer.
Uno de los dedicadores que se encontraba allí comunicó a Meishu sama lo que sucedía y Él vino inmediatamente para trasmitirme Johrei. En ese momento le pregunté: “¿Será que me pasan estas cosas porque tengo muchos pecados?”, El me respondió cariñosamente: “Usted tiene permiso para estar vivo. No debe preocuparse. Todo eso es espiritual. Todas las enfermedades son así. Para recibir el perdón divino, es necesario que la persona se esfuerce bastante. Esfuércese en los Servicios de Dios”.
Enseguida corrigió su postura y entonó claramente la oración Amatsu Norito. Era la primera vez que Él la entonaba después de la instauración de la libertad religiosa, al término de la guerra. Tomadas por sorpresa, las personas que se encontraban alrededor, sin contenerse se arrodillaron.
En el momento exacto en que la oración terminó, el dolor y el malestar que sentía en el estómago desaparecieron como por encanto. Cuando le dije a Meishu sama que el malestar había pasado, respondió: “Qué bueno ¿no?, Sus pecados fueron perdonados”.
Un miembro calificado
CARTAS Y EXPERIENCIAS DE FE
Cierta noche, antes de iniciar mi dedicación anotando lo que Meishu sama dictaba, le leía una carta enviada por una señora que estaba internada en un sanatorio para tuberculosos en Miyazaki.
En la carta, ella decía que había leído en una revista semanal, un artículo sobre el diálogo entre Meishu sama y el señor Mussei Tokugawa. Tomando conocimiento de nuestra Institución a través de aquel artículo, ella también deseaba ser salvada.
Meishu sama quedó muy apenado por ella y Él mismo le respondió en forma bastante amable y cortés. Al mismo tiempo me dijo: “Telefonee a la filial más cercana y tome los recaudos para que inmediatamente un miembro calificado vaya a visitar a esa señora”. Como ya era de madrugada, le respondí: “Telefonearé mañana, bien temprano”. Él entonces dijo: “Mañana no, ¡ahora!”
Así, a la una de la mañana, pedí una comunicación a la telefonista. A las dos horas se logró la comunicación, y Meishu sama se quedó esperando hasta ese momento. Por teléfono dio varias orientaciones: especificó la región del cuerpo donde se debería trasmitir Johrei, cuántas veces sería necesario trasmitirlo y hasta recetó una dieta que debería hacer la enferma. Sólo después de esto se fue a acostar.
Después de unos cuatro o cinco días, preocupado como si fuese un caso personal, Él pregunto: “¿Qué habrá pasado?, ¿Acaso estará mejor?, ¿Aún no tenemos ninguna noticia de ella?”.
Tiempo después, cuando supe que aquella señora había sido dada de alta en el hospital y que estaba frecuentando la Institución con mucha salud, Meishu sama se puso feliz, “¡Qué bueno!, ¡Qué bueno!”, exclamaba Él.
Hubo también una vez en que le hice la lectura de una Experiencia de Fe relatada por un miembro que había perdido su billetera en el colectivo, la cual le fuera devuelta tiempo después en perfecto estado. La señora que la encontró, tomó la dirección de una tarjeta de visita que había dentro de dicha cartera. Le envió entonces, una carta avisándole que el objeto se hallaba en su poder y que podía ir a buscarlo.
Creyendo haber recibido una gracia, Él inmediatamente se dirigió a la dirección que le había dado. Cuando llegó allá, se encontró con una triste situación: la señora que encontrara la cartera no tenía padre ni madre y vivía con un hermano y una hermana enfermos, que estaban en cama. Ella cargaba con la manutención de la casa.
El miembro que hizo este relato no comentaba mucho sobre la enfermedad de los hermanos de aquella señora; sólo hacía mención de la gracia de haber recuperado el referido objeto.
Meishu sama, al término de la lectura, dijo: “Fue muy bueno que esa persona haya recuperado la cartera, pero ¿qué fue lo que sucedió con los dos hermanos que estaban en cama?, ¿Por qué no les trasmitió Johrei y no les habló nada sobre Sekai Kyusei Kyo?. Comuníqueme con el relator de esa experiencia. Si fuera confirmado que no hizo nada de eso, la experiencia no podrá ser publicada en el diario 'Eiko'. Y según la respuesta, envíe a aquellas personas enfermas el Ohikari. Estoy apenado por su situación”.
Un servidor
DIOS NO DEJA DE ATENDER LOS PEDIDOS DE MEISHU SAMA
En 1948 ó 1949, mi esposa sufrió una violenta purificación. Ella estaba afectada de eclampsia (acceso de convulsiones generalmente seguidas de coma), se encontraba en estado muy grave, y yo no sabía si ella podría sobrevivir hasta el día siguiente.
Mediante un telegrama pedí protección a Meishu sama. Después, hubo una gran mejoría en el estado de salud de mi esposa, de modo que envié un nuevo telegrama, esta vez de agradecimiento.
Sin embargo, una semana después, ella empeoró terriblemente; parecía que moriría de un momento a otro. Pensé que había llegado la hora de la despedida; no obstante resolví hacer otro pedido de gracia.
En seguida, me ubiqué a la cabecera de mi esposa y le tomaba el pulso constantemente. En un momento dado, el pulso quedó parado por más de diez minutos. Yo entoné la oración Amatsu Norito con todo mi sentimiento, y mis seis hijos se reunieron todos a la cabecera de la madre y comenzaron a llorar diciendo: “Mamá ya murió”.
Con mucho esfuerzo, sintiendo una enorme tristeza, apenas conseguí decir: “No lloren, su madre va a un lugar muy bueno”. En ese instante, tomando el pulso de mi esposa sentí que volvía a palpitar. Abriendo los ojos, ella preguntó: “¿Dónde estoy?”, yo le respondí que estaba en casa. Ella me preguntó nuevamente: “¿Qué casa?”, “En tu casa” le respondí. Con un semblante de gran desconsuelo ella dijo: “¿Por qué me llamó?, yo estaba caminando por un lindo campo en dirección a un palacio, y me sentía inmensamente feliz. Como todos ustedes me llamaban, volví para atrás, lo que fue una gran pena”.
Después ella se recuperó completamente. Pasado un mes, fuimos hasta Shimizu, para agradecer a Meishu sama, quien le dijo a mi esposa: “Voy a trasmitirle Johrei”. Observándole atentamente su apariencia, agregó: “Ahora todo está bien. No hay más peligro. Cuando recibí su segundo telegrama, quedé realmente pensativo. Juzgué que era un caso muy grave e hice un pedido especial a Dios”.
Al oir estas palabras no pude contener las lágrimas de emoción y hasta perdí el habla. Pensé para mí mismo: “Dios siempre atiende los pedidos de Meishu sama. Por eso debemos apoyarnos únicamente en Él. Ciertamente Dios ha de oir nuestros pedidos a través de Meishu sama”.
Shibucho (Un Dirigente de Templo Filial)
CON RELACIÓN A LOS TELEGRAMAS DE PEDIDO DE GRACIA
Quien dedicaba al lado de Meishu sama, comúnmente recibía pedidos de gracia hechos por los miembros a través de telegramas o telefonemas. En esas ocasiones, quien recibía el pedido tenía que ir a comunicárselo a Meishu sama oralmente, dando los pormenores como la edad, el sexo, la dirección y la purificación de la persona. Entonces, Meishu sama decía: “Está bien”, y Él mismo hacía la petición.
Cierto día yo recibí un telefonema de pedido de gracia y, en vez de ir a comunicárselo a Meishu sama, pedí a una dedicadora que lo hiciese. Pero creo que esa señora no hizo la comunicación inmediatamente. Él le preguntó cuándo y qué habían telefoneado y quién había recibido el telefonema; entonces fui llamado a su presencia. Después de hacer todas esas preguntas me llamó severamente la atención diciendo: “¿Por qué le pide a otra persona que haga la comunicación cuando fue usted quien recibió el telefonema?, sólo en caso de extrema gravedad las personas me hacen un pedido. De ahora en adelante, cualquiera que sea la circunstancia, el dedicador que reciba una solicitud de ese tipo deberá él mismo comunicármelo inmediatamente”.
Un servidor
CAUSO ADMIRACION A LOS NICHOOLS
En Febrero de 1949, cuando el matrimonio Nichools, del Estado Mayor del General Mac Arthur, visitó la sede de Shimizucho, Meishu sama les dio varias explicaciones sobre nuestra Institución.
El señor Nichools, no obstante no podía creer que una luz espiritual, invisible, saliese de las palmas de las manos. Y ante su incredulidad, Meishu sama le explicó: “Cualquier persona que transmite Johrei consigue eso”. Y le pidió al señor Nakajima que trasmitiese Johrei a algunas personas, orientándolas para que se quedasen detrás de un pequeño estanque que había en la habitación. Entonces, tanto las personas que estaban recibiendo Johrei como las que simplemente observaban la escena, comenzaron a toser y eructar.
Para el señor Nichools era incomprensible, y dudando de lo que veía, preguntó: “Ellos están haciendo todo eso intencionalmente, ¿no?”; Entonces Meishu sama hizo que las personas se dieran vuelta y pidió al señor Nichools que diese una señal al señor Nakajima para que volviese a trasmitir Johrei. Cuando él levantó la mano, ocurrió lo mismo que antes.
La experiencia fue repetida varias veces. Observando lo ocurrido, el señor Nichools quedó verdaderamente sorprendido. Meishu sama sonreía, asistiendo a la escena.
Shibucho (Un dirigente de Templo Filial)
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