Meishu sama era practicante de sus Enseñanzas
Alrededor de 1952, Meishu sama acostumbraba decir a sus servidores: “Hagan redacciones, si la hicieran serán más inteligentes. Ustedes deben escribir principalmente sobre mi”.
De este modo yo también resolví redactar sobre la vida cotidiana de Meishu sama. En aquella ocasión, Él me dijo: “Sin tomar en consideración el hecho de escribir bien o no, todos ustedes que sirven cerca de Mi, tienen el deber de transmitir a los fieles mi vida diaria. Ustedes precisan observar seguido si realmente estoy poniendo en práctica todo lo que digo o enseño a los miembros, y registrar todo tal cual han observado”.
Todo es Luz
Un día Meishu sama me dijo: “Todo acontecimiento de la vida cotidiana relacionado a Mi persona por menos que sea, es Luz. Por lo tanto, haga lo posible por transmitir eso a un mayor número de personas”.
Ofrezca todo para la Obra Divina
Cierto día Nidai sama (Segunda Lider Espiritual) me dijo bromeando: “Yo puedo pedir a Meishu sama cuantos vestidos quiera, pues en el inicio Él llevó toda mi ropa a la casa de empeño, y me dijo: ‘De aquí a algún tiempo, comprarás cuanta ropa quieras, más en el momento, ofrezca todo para la Obra Divina.’ Así di toda mi ropa”.
Como podemos observar en ese comentario de Nidai sama, hubo épocas en que Meishu sama pasó por serias dificultades financieras.
La Religión es una parte de la salvación
Cierto día, dije a Meishu sama: “Observando el mundo actual, aunque sea por su poder, no creo que se pueda purificar totalmente una sociedad sólo por medio de la Religión”. Meishu sama respondió: “No se puede salvar a la humanidad entera solamente con la Religión, ella constituye apenas una parte de la salvación. Mi empresa es formar una sociedad que no necesite de la misma. En el estado actual, ella todavía es necesaria, por eso, estoy usando su nombre pero …”.
Al recibir esta enseñanza de profundo significado y de riqueza extraordinaria quedé bastante emocionado.
Es solo comenzar y todo se realizará rápidamente
En 1950, cuando ocurrió la persecución religiosa, el desarrollo de la difusión quedó estancada. Eso era como el caer de los pétalos para dar origen al fruto, y Meishu sama dijo: “Dios me había informado sobre eso”. En esa época, le pregunté: “Oí decir que en un futuro mucho mas próximo será concluído el Paraíso Terrenal y yo creo en eso. Pero, observando la situación actual, estoy atormentado por la contradicción, ¿será realmente posible la concreción del Paraíso en tan poco tiempo?”.
Meishu sama me respondió: “Todo eso está siendo organizado por Dios. Yo también tengo dignidad humana, y me siento bastante desilusionado por no estar haciendo nada, sufriendo interferencias y equívocos. También me despierta el sentimiento: Espera y verás. Más eso se parece al hecho del ser humano que duerme con las ventanas cerradas y aún amaneciendo no acostumbra abrirlas. Si lo hace de una sola vez, su vista quedará ofuscada. Estoy desarrollando la Obra Divina de esa forma. Es sólo comenzar, que luego todo se realizará rápidamente”.
Mientras daba Johrei Meishu sama hablaba así, casualmente, sin hacer ningún tipo de sermón. Oyéndole me sentía profundamente conmovido.
Rendición incondicional, asi está bien
En el día 15 de Agosto de 1945, término de la Segunda Guerra Mundial, yo estaba participando de una reunión en Hakone, juntamente con otras 50 personas, más como fue anunciado que habría una comunicación radiofónica muy importante, Meishu sama nos llamó para oirla y entonces, al mediodía, todos nosotros nos sentamos junto a la radio. Meishu sama también estaba atento a las palabras emitidas: “Aceptación de la Declaración de Potsdam, rendición incondicional”. Después que fue anunciado, dirigi la vista hacia Meishu sama, imaginando lo que Él iría a decir sobre el hecho. Meishu sama nos fijo la vista calmadamente y dijo: “De ahora en adelante, el Japón irá mejorando, así está bien”.
Diciendo solamente eso, se levantó y se retiró.
Aquel instante solemne quedó profundamente grabado en mi memoria.
Por mas que tenga, si no se usa…
Cuando Meishu sama leía una crítica religiosa, de algún periodista, como por ejemplo del periódico Nikkan, exponiendo un punto de vista erróneo, me pedía: “Envíe un ejemplar al periódico, de eso que corresponda al asunto tratado”. Entonces yo respondía:"Si señor". Pero, con la cantidad de servicios, terminaba olvidando de remitirlo a la persona.
Después de algunos días, como confirmando, Meishu sama preguntaba si yo había mandado el periódico.
No me gusta el tratamiento especial
En la hora del saludo matinal, cuando estábamos medio incómodos, Meishu sama nos decía: “Ustedes piensan que yo soy una persona especial. Pero si pensaran que soy una persona común, será fácil decir simplemente ‘buen día”, al encontrarme de mañana. No gusto de ser tratado como alguien especial”.
Le pedíamos disculpas, pero no conseguíamos entender luego el significado de aquellas palabras: “No me traten como persona especial”.
Pero reflexionando comprendimos que había querido que actuáramos con espontaneidad en su presencia, pues tendíamos a estar tensos. Cuando actuábamos retraídos al hablar, al ser reprendidos o al pensar que no teníamos capacidad de dedicar en la Obra de Dios, era seguro que recibiéramos reprensiones. Cuando conseguí tener el pensamiento de que Dios nos está utilizando para Su Servicio, bastando cumplirlos con obediencia, y, al tratar a Meishu sama como una persona común , sin retraimiento, pasé a tener días más alegres.
Al levantarse por la mañana, venga a saludarme en primer lugar
Cerca de 1950, yo todavía no era miembro y trabajaba en una firma. Mas los sábados acostumbraba ir a Hakone y pernoctar en la casa de Meishu sama.
Al día siguiente, sin conseguir contener el sueño dormí de más. Luego de lavarme la cara, salí rapidamente y entonces, muchas veces, me encontraba con Meishu sama, que ya venía de regreso, después de realizar entrevistas en el Templo de la Luz del Sol (NikkoDen). En esas ocasiones, Él solía decirme: “Aunque con apariencia somnolienta, venga a saludarme en primer lugar”. Acordándome de eso, siento ahora una gran vergüenza, sin embargo aún en esas ocasiones, Meishu sama nunca tenía cara fea.
Cierto día le dije: “Discúlpeme por ser tan dormilón, a pesar de ser joven”.
El me respondió riendo: “No diga tonterías, yo soy mucho más joven que usted. Por eso me levanto más temprano. Usted es dormilón porque es viejo”.
Puede saludar cuantas veces quiera
En la época en que comencé a dedicar al lado de Meishu sama, cierta mañana me encontré con Él en el comedor, todavía en pijama. Podía haberlo saludado, pero quedé indeciso si debería o no. De este modo perdí la oportunidad de hacerlo y solamente reverencié.
Después recibí su reprensión: “Usted no me saludó. Una persona que no sabe ni saludar es inútil. De ahora en adelante al levantarse y encontrarme hágalo. Puede saludar cuantas veces quiera. También hay personas que no responden claramente al saludo. Eso tampoco es bueno. Sea quien fuere, puede ser así mismo un mendigo, cuando me saludan, yo respondo”.
Sufrimiento y placer de aquel que esta en la posición de Dios
En el Año Nuevo, Meishu sama hacía de manera que todos nosotros, dedicadores, aprovechásemos al máximo ese día. El mismo se retiraba y organizaba, sólo, las Enseñanzas, haciendo lo posible para no darnos trabajo. Cierta vez, en año nuevo, Meishu sama dijo, como si estuviera hablando consigo mismo: “Me gustaría pasar por lo menos el día de hoy, tranquilamente con todos”.
Para purificar aquello que es impuro
Hasta tornarme fiel, yo tenía una barbería y, con el ingreso en la fe, abandoné la tijera y la máquina de cortar cabello, decidido a empeñarme únicamente en la Obra Divina.
En 1951, Meishu sama decidió realizar dos viajes misioneros a la región de Kansai, en la primavera y en el otoño. Por la gentil atención del Dirigente de la Iglesia, durante su estdía en Kyoto, recibí la dedicación de hacerle la barba a Meishu sama y el primer día pernoctamos en la casa de campo de Kimura. Como hacía ya tiempo que no realizaba aquel servicio, compré material de barbería enteramente nuevo y pedí a Dios que pudiese hacer la dedicación sin cometer falla alguna.
No existe un medio de salvación que supere el poder del Johrei
Cierta vez obtuve el permiso para ir a la residencia de Meishu sama a recibir Su Johrei; durante la transmisión y sin pensar le dije: “Yo no entiendo bien nuestra afinidad con Dios”. Él me respondió: “¿Usted piensa que entendiendo la afinidad con Dios es posible salvar personas?”. Sólo oyendo esas palabras aprendí que mi misión era difundir el poder del grandioso Johrei y encaminar al mayor número de personas posible a la doctrina.
Así animado me retiré. En otra ocasión, dije a Meishu sama: “Estoy teniendo gran dificultad por no entender el espíritu de la palabra”, y Él me respondió: “¿Qué?, ¿No entiende el espíritu de la palabra?, ¡Lógico que es imposible entender!. Si lo consiguiera, podría develar los misterios, ¿No cree?. Usted es Nakamura Ebiji, por lo tanto, el espíritu de la palabra de Nakamura combina bien con el de Ebiji”.
En verdad yo estaba pensando en cambiar mi nombre (en Japón, es común y permitido por Ley el cambio de nombre) y quería preguntarle al respecto de los nombres. Esa era mi verdadera intención. Por eso, al mismo tiempo que quedé sorprendido con la perspicacia de Meishu sama, me sentí avergonzado por no haber logrado hablarle directamente del asunto.
Hablaré cuando llegue el momento justo
En determinados momentos yo sentía que Meishu sama era una persona que me causaba miedo.
Mensionando sólo la palabra “miedo” tal vez no entiendan, pero, por ejemplo, cuando iba a recibir Johrei o en otras ocasiones Meishu sama tocaba siempre temas interesantes acerca de Dios, del Mundo Divino, consideraciones espirituales relativas al pueblo japonés y otros. Sin embargo, yo permanecía con el deseo de saber más profundamente, más de aquello que Él decía.
Entonces le hacía preguntas y Meishu sama me respondía: “No hay necesidad de hablar ahora”; y agregaba: “Para salvar a las personas, ¿qué utilidad tendría para Usted oir eso?. Cuando llegue el momento hablaré”.
En esos momentos, yo sentía que Meishu sama era, realmente, una persona que me causaba miedo.
El pecado de interrumpir las palabras de Meishu sama
El siguiente hecho ocurrió, si no me equivoco, en 1949, en la Sede del barrio de Shimizu, en Atami.
En aquella mañana, al abrir el diario matutino en mi casa, vi publicada una estadística de tuberculosis en el país. De acuerdo con ese artículo, el índice de mortalidad estaba disminuyendo, pero el número de tuberculosis tendía a aumentar. Por ser un artículo muy interesante, leí atentamente ese trecho.
La entrevista colectiva con Meishu sama de aquel día en la Sede de Shimizu, comenzó en el horario estipulado. Las palabras iniciales de Él abordaron el problema de la tuberculosis, exactamente lo que yo había leído de mañana y entonces me quedé muy contento, a la expectativa de poder recibir orientación al respecto. Sucedió que, en medio de la conversación, Meishu sama, tal vez al no recordar los datos numéricos del artículo, se puso a pensar por instantes. Como yo los recordaba, dije: “En el artículo constaba que eran X personas”.
En aquel momento Meishu sama, con expresión un poco rigurosa, me dijo: “¡Yo estaba pensando!. En este momento soy yo quien está hablando a todos. Si sabe tanto, ¡hable Usted entonces!”. Y se calló.
Como yo no tenía ninguna otra intención que no fuese ayudar, no imaginaba que recibiría aquella reprensión.
Pero me disculpé inmediatamente. Pero Él no me perdonó. Postrado, mientras esperaba el perdón, sentí profundamente el tamaño del pecado que cometiera con aquella actitud impensada y su advertencia severa y silenciosa me apuñalaba el corazón. Una vez más le pedí perdón y finalmente fui perdonado.
La conversación de Meishu sama prosiguió.
De este modo yo también resolví redactar sobre la vida cotidiana de Meishu sama. En aquella ocasión, Él me dijo: “Sin tomar en consideración el hecho de escribir bien o no, todos ustedes que sirven cerca de Mi, tienen el deber de transmitir a los fieles mi vida diaria. Ustedes precisan observar seguido si realmente estoy poniendo en práctica todo lo que digo o enseño a los miembros, y registrar todo tal cual han observado”.
Un servidor
Todo es Luz
Un día Meishu sama me dijo: “Todo acontecimiento de la vida cotidiana relacionado a Mi persona por menos que sea, es Luz. Por lo tanto, haga lo posible por transmitir eso a un mayor número de personas”.
Un servidor
Ofrezca todo para la Obra Divina
Cierto día Nidai sama (Segunda Lider Espiritual) me dijo bromeando: “Yo puedo pedir a Meishu sama cuantos vestidos quiera, pues en el inicio Él llevó toda mi ropa a la casa de empeño, y me dijo: ‘De aquí a algún tiempo, comprarás cuanta ropa quieras, más en el momento, ofrezca todo para la Obra Divina.’ Así di toda mi ropa”.
Como podemos observar en ese comentario de Nidai sama, hubo épocas en que Meishu sama pasó por serias dificultades financieras.
Kaicho (Presidente)
La Religión es una parte de la salvación
Cierto día, dije a Meishu sama: “Observando el mundo actual, aunque sea por su poder, no creo que se pueda purificar totalmente una sociedad sólo por medio de la Religión”. Meishu sama respondió: “No se puede salvar a la humanidad entera solamente con la Religión, ella constituye apenas una parte de la salvación. Mi empresa es formar una sociedad que no necesite de la misma. En el estado actual, ella todavía es necesaria, por eso, estoy usando su nombre pero …”.
Al recibir esta enseñanza de profundo significado y de riqueza extraordinaria quedé bastante emocionado.
Un miembro calificado
Es solo comenzar y todo se realizará rápidamente
En 1950, cuando ocurrió la persecución religiosa, el desarrollo de la difusión quedó estancada. Eso era como el caer de los pétalos para dar origen al fruto, y Meishu sama dijo: “Dios me había informado sobre eso”. En esa época, le pregunté: “Oí decir que en un futuro mucho mas próximo será concluído el Paraíso Terrenal y yo creo en eso. Pero, observando la situación actual, estoy atormentado por la contradicción, ¿será realmente posible la concreción del Paraíso en tan poco tiempo?”.
Meishu sama me respondió: “Todo eso está siendo organizado por Dios. Yo también tengo dignidad humana, y me siento bastante desilusionado por no estar haciendo nada, sufriendo interferencias y equívocos. También me despierta el sentimiento: Espera y verás. Más eso se parece al hecho del ser humano que duerme con las ventanas cerradas y aún amaneciendo no acostumbra abrirlas. Si lo hace de una sola vez, su vista quedará ofuscada. Estoy desarrollando la Obra Divina de esa forma. Es sólo comenzar, que luego todo se realizará rápidamente”.
Mientras daba Johrei Meishu sama hablaba así, casualmente, sin hacer ningún tipo de sermón. Oyéndole me sentía profundamente conmovido.
Un dedicador
Rendición incondicional, asi está bien
En el día 15 de Agosto de 1945, término de la Segunda Guerra Mundial, yo estaba participando de una reunión en Hakone, juntamente con otras 50 personas, más como fue anunciado que habría una comunicación radiofónica muy importante, Meishu sama nos llamó para oirla y entonces, al mediodía, todos nosotros nos sentamos junto a la radio. Meishu sama también estaba atento a las palabras emitidas: “Aceptación de la Declaración de Potsdam, rendición incondicional”. Después que fue anunciado, dirigi la vista hacia Meishu sama, imaginando lo que Él iría a decir sobre el hecho. Meishu sama nos fijo la vista calmadamente y dijo: “De ahora en adelante, el Japón irá mejorando, así está bien”.
Diciendo solamente eso, se levantó y se retiró.
Aquel instante solemne quedó profundamente grabado en mi memoria.
Kyokaicho (Un Dirigente del Templo)
Por mas que tenga, si no se usa…
Cuando Meishu sama leía una crítica religiosa, de algún periodista, como por ejemplo del periódico Nikkan, exponiendo un punto de vista erróneo, me pedía: “Envíe un ejemplar al periódico, de eso que corresponda al asunto tratado”. Entonces yo respondía:"Si señor". Pero, con la cantidad de servicios, terminaba olvidando de remitirlo a la persona.
Después de algunos días, como confirmando, Meishu sama preguntaba si yo había mandado el periódico.
Al pedirle disculpas por el olvido, Él preguntaba inmediatamente:
"¿Usted tiene libreta de anotaciones?".
"Si, yo tengo".
"No estoy simplemente preguntando si usted tiene libreta de anotaciones sino que si usted la está usando. Si no la usa es como si no la tuviera".
Las personas más inteligentes anotan todo, aún las cosas más insignificantes, en cuanto que las menos inteligentes, por displicencia, no toman nota y se olvidan de ejecutar las tareas más importantes. Después de esa reprensión, resolví en cualquier circunstancia, anotar todo en la libreta.
"¿Usted tiene libreta de anotaciones?".
"Si, yo tengo".
"No estoy simplemente preguntando si usted tiene libreta de anotaciones sino que si usted la está usando. Si no la usa es como si no la tuviera".
Las personas más inteligentes anotan todo, aún las cosas más insignificantes, en cuanto que las menos inteligentes, por displicencia, no toman nota y se olvidan de ejecutar las tareas más importantes. Después de esa reprensión, resolví en cualquier circunstancia, anotar todo en la libreta.
Un dedicador
No me gusta el tratamiento especial
En la hora del saludo matinal, cuando estábamos medio incómodos, Meishu sama nos decía: “Ustedes piensan que yo soy una persona especial. Pero si pensaran que soy una persona común, será fácil decir simplemente ‘buen día”, al encontrarme de mañana. No gusto de ser tratado como alguien especial”.
Le pedíamos disculpas, pero no conseguíamos entender luego el significado de aquellas palabras: “No me traten como persona especial”.
Pero reflexionando comprendimos que había querido que actuáramos con espontaneidad en su presencia, pues tendíamos a estar tensos. Cuando actuábamos retraídos al hablar, al ser reprendidos o al pensar que no teníamos capacidad de dedicar en la Obra de Dios, era seguro que recibiéramos reprensiones. Cuando conseguí tener el pensamiento de que Dios nos está utilizando para Su Servicio, bastando cumplirlos con obediencia, y, al tratar a Meishu sama como una persona común , sin retraimiento, pasé a tener días más alegres.
Un dedicador
Al levantarse por la mañana, venga a saludarme en primer lugar
Cerca de 1950, yo todavía no era miembro y trabajaba en una firma. Mas los sábados acostumbraba ir a Hakone y pernoctar en la casa de Meishu sama.
Al día siguiente, sin conseguir contener el sueño dormí de más. Luego de lavarme la cara, salí rapidamente y entonces, muchas veces, me encontraba con Meishu sama, que ya venía de regreso, después de realizar entrevistas en el Templo de la Luz del Sol (NikkoDen). En esas ocasiones, Él solía decirme: “Aunque con apariencia somnolienta, venga a saludarme en primer lugar”. Acordándome de eso, siento ahora una gran vergüenza, sin embargo aún en esas ocasiones, Meishu sama nunca tenía cara fea.
Cierto día le dije: “Discúlpeme por ser tan dormilón, a pesar de ser joven”.
El me respondió riendo: “No diga tonterías, yo soy mucho más joven que usted. Por eso me levanto más temprano. Usted es dormilón porque es viejo”.
Un familiar
Puede saludar cuantas veces quiera
En la época en que comencé a dedicar al lado de Meishu sama, cierta mañana me encontré con Él en el comedor, todavía en pijama. Podía haberlo saludado, pero quedé indeciso si debería o no. De este modo perdí la oportunidad de hacerlo y solamente reverencié.
Después recibí su reprensión: “Usted no me saludó. Una persona que no sabe ni saludar es inútil. De ahora en adelante al levantarse y encontrarme hágalo. Puede saludar cuantas veces quiera. También hay personas que no responden claramente al saludo. Eso tampoco es bueno. Sea quien fuere, puede ser así mismo un mendigo, cuando me saludan, yo respondo”.
Un dedicador
Sufrimiento y placer de aquel que esta en la posición de Dios
En el Año Nuevo, Meishu sama hacía de manera que todos nosotros, dedicadores, aprovechásemos al máximo ese día. El mismo se retiraba y organizaba, sólo, las Enseñanzas, haciendo lo posible para no darnos trabajo. Cierta vez, en año nuevo, Meishu sama dijo, como si estuviera hablando consigo mismo: “Me gustaría pasar por lo menos el día de hoy, tranquilamente con todos”.
Quedé agradecido cuando sentí que el poema, (a seguir) relata su sentimiento de aquella época. Aquel que está en la posición de Dios
siente más intensamente lo de otras personas,
tanto los sufrimientos, como las alegrías.
Un dedicador
Para purificar aquello que es impuro
Hasta tornarme fiel, yo tenía una barbería y, con el ingreso en la fe, abandoné la tijera y la máquina de cortar cabello, decidido a empeñarme únicamente en la Obra Divina.
En 1951, Meishu sama decidió realizar dos viajes misioneros a la región de Kansai, en la primavera y en el otoño. Por la gentil atención del Dirigente de la Iglesia, durante su estdía en Kyoto, recibí la dedicación de hacerle la barba a Meishu sama y el primer día pernoctamos en la casa de campo de Kimura. Como hacía ya tiempo que no realizaba aquel servicio, compré material de barbería enteramente nuevo y pedí a Dios que pudiese hacer la dedicación sin cometer falla alguna.
Así, con mucho recelo, me aproximé por primera vez a Meishu sama. “¿A qué Iglesia pertenece Usted?, ¿Cuál es su dirección?”. Cuando Él me preguntó esto, por advertir como muy modesto el lugar donde vivía, respondí más o menos avergonzado: “En el distrito de Saijo, de Ossaka. Donde queda la zona de prostitución de ........ ¡Es un lugar realmente vergonzoso!”. Yo me sentía así porque aquel lugar donde vivía (barrio de Sanno del distrito de Saijo, estaba cerca del famoso cabo de KamagaSaki, un lugar lleno de ociosos, semejante al barrio de Sanya, en Tokio) yo había instalado una filial en ese lugar y allí dedicaba, pero, por lo que se decía el vecindario, el sólo hecho de residir en Saijo ya era una de las cosas que me atormentaban y no sé cuantas veces había pensado en mudarme de allí.
Cuando terminé de hablar, Meishu sama, que hasta entonces estaba sonriendo alegremente, súbitmente mostró una expresión severa y dijo en voz alta: “¿Porqué siente que es vergonzoso?.¡Kyusei Kyo existe para purificar lo impuro!. ¡Purificar y tornar bellos a los hombres y a los lugares, ésa es la misión que Dios le dió!. Desarrollar la Obra Divina en un lugar así es la misión que le fue atribuida. No hay nada por qué humillarse... . Hágalo con todo orgullo”.
Y así, Él continuó orientándome con sus palabras significativas, pero no logré fijarlas porque estaba turbado por tanta emoción.
Luego cuando le hacía la barba, Meishu sama se quedó dormido profundamente. A pesar de estar entregado a mis cuidados por primera vez, Él no me dijo como deseaba sus cabellos y su barba y durmió tranquilo.
Cuando terminé de hablar, Meishu sama, que hasta entonces estaba sonriendo alegremente, súbitmente mostró una expresión severa y dijo en voz alta: “¿Porqué siente que es vergonzoso?.¡Kyusei Kyo existe para purificar lo impuro!. ¡Purificar y tornar bellos a los hombres y a los lugares, ésa es la misión que Dios le dió!. Desarrollar la Obra Divina en un lugar así es la misión que le fue atribuida. No hay nada por qué humillarse... . Hágalo con todo orgullo”.
Y así, Él continuó orientándome con sus palabras significativas, pero no logré fijarlas porque estaba turbado por tanta emoción.
Luego cuando le hacía la barba, Meishu sama se quedó dormido profundamente. A pesar de estar entregado a mis cuidados por primera vez, Él no me dijo como deseaba sus cabellos y su barba y durmió tranquilo.
Un miembro calificado
No existe un medio de salvación que supere el poder del Johrei
Cierta vez obtuve el permiso para ir a la residencia de Meishu sama a recibir Su Johrei; durante la transmisión y sin pensar le dije: “Yo no entiendo bien nuestra afinidad con Dios”. Él me respondió: “¿Usted piensa que entendiendo la afinidad con Dios es posible salvar personas?”. Sólo oyendo esas palabras aprendí que mi misión era difundir el poder del grandioso Johrei y encaminar al mayor número de personas posible a la doctrina.
Así animado me retiré. En otra ocasión, dije a Meishu sama: “Estoy teniendo gran dificultad por no entender el espíritu de la palabra”, y Él me respondió: “¿Qué?, ¿No entiende el espíritu de la palabra?, ¡Lógico que es imposible entender!. Si lo consiguiera, podría develar los misterios, ¿No cree?. Usted es Nakamura Ebiji, por lo tanto, el espíritu de la palabra de Nakamura combina bien con el de Ebiji”.
En verdad yo estaba pensando en cambiar mi nombre (en Japón, es común y permitido por Ley el cambio de nombre) y quería preguntarle al respecto de los nombres. Esa era mi verdadera intención. Por eso, al mismo tiempo que quedé sorprendido con la perspicacia de Meishu sama, me sentí avergonzado por no haber logrado hablarle directamente del asunto.
Kyokaicho (Un Dirigente del Templo)
Hablaré cuando llegue el momento justo
En determinados momentos yo sentía que Meishu sama era una persona que me causaba miedo.
Mensionando sólo la palabra “miedo” tal vez no entiendan, pero, por ejemplo, cuando iba a recibir Johrei o en otras ocasiones Meishu sama tocaba siempre temas interesantes acerca de Dios, del Mundo Divino, consideraciones espirituales relativas al pueblo japonés y otros. Sin embargo, yo permanecía con el deseo de saber más profundamente, más de aquello que Él decía.
Entonces le hacía preguntas y Meishu sama me respondía: “No hay necesidad de hablar ahora”; y agregaba: “Para salvar a las personas, ¿qué utilidad tendría para Usted oir eso?. Cuando llegue el momento hablaré”.
En esos momentos, yo sentía que Meishu sama era, realmente, una persona que me causaba miedo.
Kyokaicho (Un Dirigente del Templo)
El pecado de interrumpir las palabras de Meishu sama
El siguiente hecho ocurrió, si no me equivoco, en 1949, en la Sede del barrio de Shimizu, en Atami.
En aquella mañana, al abrir el diario matutino en mi casa, vi publicada una estadística de tuberculosis en el país. De acuerdo con ese artículo, el índice de mortalidad estaba disminuyendo, pero el número de tuberculosis tendía a aumentar. Por ser un artículo muy interesante, leí atentamente ese trecho.
La entrevista colectiva con Meishu sama de aquel día en la Sede de Shimizu, comenzó en el horario estipulado. Las palabras iniciales de Él abordaron el problema de la tuberculosis, exactamente lo que yo había leído de mañana y entonces me quedé muy contento, a la expectativa de poder recibir orientación al respecto. Sucedió que, en medio de la conversación, Meishu sama, tal vez al no recordar los datos numéricos del artículo, se puso a pensar por instantes. Como yo los recordaba, dije: “En el artículo constaba que eran X personas”.
En aquel momento Meishu sama, con expresión un poco rigurosa, me dijo: “¡Yo estaba pensando!. En este momento soy yo quien está hablando a todos. Si sabe tanto, ¡hable Usted entonces!”. Y se calló.
Como yo no tenía ninguna otra intención que no fuese ayudar, no imaginaba que recibiría aquella reprensión.
Pero me disculpé inmediatamente. Pero Él no me perdonó. Postrado, mientras esperaba el perdón, sentí profundamente el tamaño del pecado que cometiera con aquella actitud impensada y su advertencia severa y silenciosa me apuñalaba el corazón. Una vez más le pedí perdón y finalmente fui perdonado.
La conversación de Meishu sama prosiguió.
Kyokaicho (Un Dirigente del Templo)
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