por Nidai Sama

DE LA SOMBRA HACIA LA LUZ

Meishu sama nació el día 23 de Diciembre de 1882, el día siguiente al solsticio de invierno en el hemisferio norte. En Japón decimos que después de esta fecha los días comienzan a ser más largos que las noches.

Por el hecho de haber sido ésta la fecha de su nacimiento, día en que el mundo comienza a cambiar de la sombra hacia la luz, se puede citar como un signo de buen augurio. El nació para traer luz al mundo.

Fue en 1928, cuando tenía 46 años de edad, cuando percibió su misión espiritual y cerrando sus actividades comerciales inició una nueva vida. Yo diría que su misión no fue determinada en ese momento, sino antes, en el momento de su nacimiento.

El vio por primera vez la luz del día, próximo a un Templo de la diosa Kannon en Hashiba, en la ciudad de Asakusa situada en la parte nordeste de Tokio.

La madre de Meishu sama no tuvo leche suficiente para amamantarlo. Entonces, pidió a la esposa del sacerdote del Templo Budista de Rensoji que estaba en el vecindario, que la auxiliase para alimentarlo y así, a duras penas, Él fue creciendo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, visite Hashiba y sus vecindades juntamente con Meishu sama. El Templo Rensoji a pesar de estar dañado, estaba en pie, pero de su antiguo hogar no había vestigios. Sin embargo, algunas pequeñas casas permanecían como hace algunos años atrás, sin señales de haber sufrido grandes modificaciones.

LA VIRTUD HEREDADA DE SUS PADRES

Se decía que Meishu Sama tenía la fisonomía y el carácter similares a los de su bisabuelo, y recuerdo que El mismo decía: “el espíritu de mi bisabuelo me guía”.

Una tienda de empeños bajo el nombre de Musashiya había sido el trabajo de la familia de Meishu sama de generación en generación, y hasta el tiempo de su bisabuelo, el negocio había sido muy próspero.

Pero la fortuna de la familia había disminuido bastante cuando Meishu sama nació, sus padres atravesaban una fase financiera difícil, y hasta era necesario armar tiendas para negociar objetos de segunda mano.

Su madre, como era una dueña de casa de pocos recursos, se empeñaba extremadamente en ser económica y cuidaba de que nada fuese desperdiciado.

Con gran sentido de la responsabilidad, atenta a todo lo que poseía, porque las necesidades así lo requerían, y porque básicamente era una persona que valoraba las cosas, ella fue ejemplo de conducta en el hogar.

Nacido y criado por esta madre íntegra y por un padre honesto y meticuloso en sus actitudes, Meishu sama era el reflejo de estas cualidades prácticas y sumaba a todo esto, sus virtudes e ideas expansivas, inherentes a su persona.

Sus objetos eran guardados en cajones específicos de su escritorio, de modo que incluso en la oscuridad, él podía hallar fácilmente cualquier cosa que desease.

Era tan económico que no desperdiciaba ni una hoja de papel para escribir. Por otro lado, no regateaba en pagar sumas muy altas en dinero, para la adquisición de obras de arte, pues valoraba la obtención de hermosos trabajos artísticos.

Aparentemente no fue preparado en cosas especiales, pero absorbió en el hogar, durante su infancia, muchos hábitos buenos, cimentando una base de gran valor para su vida futura.

ESPIRITU DE INDEPENDENCIA

Contrastando con una constitución física frágil y delicada, Meishu sama poseía un espíritu fuerte. Desde la infancia, manifestó una sobrenatural espiritualidad.

Meishu sama poseía características personales especiales: tenía las orejas bien modeladas y, en el Japón se creía que quien tuviese los lóbulos de las orejas grandes y llenos, nacía bajo buena estrella.

Cierto señor, poseedor de considerable fortuna en comercios de molinos, y deseando preservarla para sus descendientes, pidió a Meishu sama que sea novio de su hija y se convierta en su hijo adoptivo. Su respuesta fue categórica: “Yo nunca cambiaré mi apellido y estoy decidido a tener yo solo mi propio hogar y construir algo valioso”. De forma irreductible rechazó las ofertas de ese señor, causando gran desilusión a sus parientes. Esta negativa, demostró que desde su juventud poseía un espíritu fuerte de independencia y una determinación de elevados planes para su vida futura. Con el pasar del tiempo, a pesar de su fragilidad física, de su salud siempre precaria, consiguió él sólo obtener, verdaderamente, un equilibrio sorprendente.

En un perfeccionamiento constante, leyó mucho, estudió varios temas, profundizó en estudios filosóficos, asistió a conferencias.

Deploraba la situación infeliz hacia la cual la sociedad se estaba encaminando y pese a ser casi ateo, contribuía mensualmente de manera considerable para el Ejército de Salvación, en apoyo a las actividades filantrópicas del pueblo japonés.

Muchas veces le preguntaron: “¿Por qué usted da mensualmente una contribución tan sustanciosa para el Ejército de Salvación, si Usted no es cristiano?”. Meishu sama respondía: “Ustedes hacen cosas buenas por la humanidad, por eso lo hago”, demostrando así su constante preocupación y su gran sentimiento. Se empeñaba en mejorar la suerte de la sociedad, por lo cual decidió publicar un periódico para tal fin trabajando como editor y hasta probó suerte en la Bolsa de Comercio para obtener fondos, pero de todos modos fracasó. Sin embargo, siempre estaba dispuesto a luchar en aquello que pudiera ser para el bienestar de la sociedad.

Se esforzaba constantemente en mejorar la suerte de los otros. Por ejemplo: cuando se estaba preparando para dedicar exclusivamente su vida a actividades espirituales, generosamente dividió entre sus empleados su propio negocio, fruto de años de arduo trabajo.

Desde su infancia, Él tuvo ese sentimiento, por eso naturalmente inició este camino.

POSEIA HONRADEZ DE NACIMIENTO

Cuando Meishu sama tenía 25 años de edad, abrió una tienda en Tokio en la calle Nishinaka, en Nihonbashi y le dio el nombre de Korindo, en homenaje al famoso artista Korin Ogata (1658 - 1716), que era el más admirado por Meishu sama entre todos los artistas japoneses.

En este tiempo vivía con su madre y una joven parienta, y decidió que Él solo enfrentaría la responsabilidad del negocio.

Contó que se levantaba muy temprano y limpiaba la calle frente a la tienda, antes que las personas comenzaran a transitar. Después barría y limpiaba la tienda, preparando diariamente el ambiente de trabajo. También decía que desempeñaba los deberes de tres personas: propietario, vendedor y aprendiz, y que atendía a todos los clientes con cortesía y consideración.

Debido a su intenso trabajo hizo que el comercio prosperara inmediatamente. Si bien al comienzo realizó las tareas de tres personas, con el correr del tiempo tomó varios empleados e hizo tareas comerciales con grandes tiendas.

Cuando abrió la tienda “Korindo”, uno de sus parientes con mucha experiencia en el sector comercial, le aconsejó en la admisnistración del negocio sin observar los tres puntos primordiales para el ser humano: honestidad, cortesía y consideración, y le dijo: “Nadie puede tener éxito en el comercio con una política de total integridad”. En un primer momento Meishu sama pensó que tenía razón, sin embargo le era imposible seguir tal consejo y prosiguió como hasta entonces, con su natural honradez.

Una vez, el Jefe de la Sección Compras de pequeños artículos, de las tiendas Mitsukoshi, una de las mayores y más antiguas de Japón, llegó a Meishu sama y le dijo: “Yo fui nombrado Jefe de Sección hace poco tiempo y sé muy poco acerca de pequeños artículos. Apreciaría enormemente cualquier información sobre este asunto y sobre tiendas especializadas en este ramo o cualquier otro detalle que usted me quiera enseñar".

Meishu sama respondió: “Yo no tengo mucha experiencia al respecto, mas tendré gran satisfacción en contarle lo que sé”. Le dio detalladas informaciones sobre las notas y particularidades especiales de varias tiendas de bijouterie, señalando algunas que eran excelentes en diseños o especializadas en ciertos artículos. El Jefe de Sección de la Mitsukoshi, se fue satisfecho, agradeciendo las informaciones recibidas.

Algunos días más tarde volvió y le dijo: “Hoy yo tengo que pedirle un favor: Usted es un raro hombre de negocios. La mayoría de los hombres con el sólo hecho de oir el nombre de Mitsukoshi, buscan sacar provecho para su propio negocio, pero usted me habló elogiando y analizando los puntos positivos de los competidores, sin decir una sola palabra sobre su propia tienda. Estoy muy impresionado con su moral y consideración. Mi tienda quisiera comenzar a negociar con usted”.

Meishu sama rehusó repetidas veces esta oferta, explicando que su tienda era de venta al por menor, mas ante la continua insistencia, entró en acuerdo con la Mitsukoshi. Esta transacción le obligó a ampliar el negocio para trabajar con ventas al por mayor.

La originalidad de sus innovaciones y su estilo en la actividad comercial, llamaron la atención y simpatía del público, y obtuvo así un gran éxito.

Cambió el nombre de “Korindo” por el de “Tienda Okada”, y empleó a su primer dependiente con participación en las ganancias. Su empresa fue creciendo gradualmente, las ventas alcanzaron enormes cifras y el lucro de los empleados era tan grande, que resulta difícil saber quién estaba en mejor situación, si Meishu sama o sus vendedores, que ganaban más que los vendedores de otras tiendas; esto le granjeó gran respeto y fidelidad en el trabajo.

Uno de los primeros vendedores, el señor Nagashima, que trabajó en la tienda de Meishu sama por largo tiempo, más tarde se estableció por cuenta propia, con gran éxito, más nunca olvidó sus tiempos de empleado, y se enorgullecía por haber tenido a Meishu sama como patrón. Hasta hoy él viene a visitarme y dice: “Meishu sama causó en todos nosotros una profunda impresión, era un patrón poco común. Durante todo el tiempo que trabajamos para Él, sentimos su intensa bondad y auténtica dignidad, que inspiraba en nosotros un gran respeto. Combinaba en su persona firmeza y amor”.

Además de los salarios regulares, Él adicionaba un porcentaje proporcional a la eficiencia del trabajo de cada uno. Su método era muy distinto al de los otros patrones, además por ser creativo y original tenía una forma de trabajo que estaba diez años adelantada a la época.

TENIA VARIADAS AFICIONES

En esa época, Meishu sama terminaba su día de trabajo frecuentemente a las tres o a las cuatro de la tarde, y llamaba por teléfono a casa para que saliéramos juntos hacia el Teigeki (Teatro Imperial) o al cine en la ciudad de Ginza o de Asakusa. A Él le gustaba mucho el cine y siempre organizaba las actividades para tener algún tiempo disponible y ver nuevos filmes.

En aquella época no era común que marido y mujer salieran juntos, así que llamábamos la atención; yo me sentía un poco tímida. A Meishu sama eso no le importaba, pues siempre su pensamiento había sido más evolucionado que la mayoría de las personas.

Nosotros veíamos muchos filmes occidentales. Yo siempre me olvidaba de lo que veía, pero Meishu sama se acordaba de todas las particularidades, no solamente de los argumentos, sino también de los actores, actrices y directores. Durante la función, Él muchas veces dormitaba, mas a pesar de eso, podía contar todo sobre la película. Alguna parte de su mente debía quedar despierta mientras dormía.

Cuando miraba una película, por más que le gustara, en las partes poco interesantes se dormía, y cuando venían escenas de interés se despertaba naturalmente.

También observaba atentamente los vestuarios y anotaba cuidadosamente cualquier cosa que le diese alguna idea para su negocio.

A Él le gustaban las películas modernas. También ir a ver shows japoneses puramente cómicos, como había en Asakusa. Frecuentemente lo vi riéndose de escenas graciosas con lágrimas corriendo por su cara. Tenía interés por todo y apreciaba muchos tipos de diversiones, mas no siempre veía piezas del Teatro Kabuki. Una de las razones era que requería más tiempo para verlas, y los grandes actores no participaban de ellas.

Iba frecuentemente al Teatro en Tsukiji y le gustaba el trabajo del fallecido actor Sadao Maruyama.

Con frecuencia escuchaba música occidental de los grandes clásicos, pero no le gustaban las de fondo triste y nostálgico; se extasiaba al oir el “Mesías” (Haendel), “Carmen” (Bizet), “Aída” (Verdi), “Guillermo Tell” (Rossini). Apreciaba también los célebres valses y una variedad de marchas y composiciones de los grandes compositores. Quedé sorprendida la primera vez que lo vi con un sobrino, marcando alegremente con las manos y los pies, el ritmo de la música.

Cuando había programación de conciertos o cuando las Compañías de Opera o grupos de Ballet hacían su temporada en Japón, Él era uno de los primeros en ir a comprar las entradas. No solamente apreciaba la música y los espectáculos artísticos, sino también la atmósfera general que sentía en un teatro.

LA SOCIEDAD HUMORISTICA “KANKU”

Meishu sama tenía muchos proyectos. El entusiasmo y el esfuerzo que ponía en ellos era extraordinario. Por ejemplo: pese a no haber estudiado ni un poco siquiera, cuando comenzó a componer “Tanka” (poema con 31 sílabas), se concentraba tanto en su trabajo que se quedaba hasta las dos o tres de la madrugada.

Él no sólo escribía poesía Waka sino que también exhorataba a sus seguidores a experimentar con poemas Kanku, pues éstos eran más fáciles para comenzar.

Él se dedicaba también a la prosa humorística, incluyendo aforismos y parodias. Con eso demostraba la necesidad de la risa en la vida humana.

Si un individuo quiere hacer reir a los otros, debe tener un modo y una habilidad natural innata. Y esta cualidad especial para irradiar alegría a su alrededor la poseía indiscutiblemente Meishu sama.

Como vivía en Omori, las circunstancias eran extremadamente adversas. Fue entonces cuando Él hizo un particular esfuerzo para incentivar la risa entre sus amigos, organizando una sociedad humorística Kanku, a la cual dio el nombre de Showakai (Sociedad de la Risa Feliz), tratando de darnos valor a todos.

Próxima a su residencia alquiló una casa que servía de vivienda a los misioneros que hacían sus propios trabajos caseros, a la vez que se dedicaban diariamente a la venta y expansión de nuestro periódico, en la ciudad de Tokio y alrededor. Por supuesto el público, en aquel tiempo, aún con poco entendimiento del real significado de nuestra actividad, no aceptaba fácilmente nuestros periódicos y nuestra presencia, por lo que era muy difícil venderlos.

Los miembros tuvieron inicialmente varias experiencias difíciles; a veces eran apartados en forma fría y desdeñosa. Continuaron firmemente en sus esfuerzos y el periódico creció hasta convertirse en nuestro diario actual Eiko (Gloria).

Con el objetivo de alentar y recrear a esas personas, Meishu sama formó la “Sociedad de la Risa Feliz”. Los inspiraba a trabajar más y mejor por la Causa de Dios, y realmente todos hicieron valerosamente un gran trabajo.

Muchos poemas de alto nivel fueron compuestos por miembros de esta sociedad y recitados en fiestas por un orador especial. Ellos eran tan buenos, tanto en contenido como en estilo, que era más interesante escuchar los poemas humorísticos que oir algunos diálogos hechos por comediantes profesionales.

En esas reuniones se creaba un ambiente de mucha alegría, que hacía frecuentemente que los miembros estallaran en convulsivas carcajadas, hasta que les dolían sus costados de tanto reir.

Meishu sama reía tanto, que las lágrimas corrían por su cara, y así de esta manera reía cada vez más en forma contagiosa. Él creaba una atmósfera agradable de auténtico bienestar, haciendo que todos los presentes olvidaran sus problemas diarios y tuviesen esperanza, renovando el ánimo para sus tareas de cada nuevo día.

LA AURORA DE LA NUEVA ERA

Cierto día de 1931, Meishu sama recibió de Dios la orden de ir al Templo Shintoísta Nihonji, más o menos a un cuarto de camino, en el monte Nokogiri.

En esa época, cuando vivíamos en Omori, íbamos una vez por mes a visitar lugares cercanos de hermosa vista, o al Templo Shintoísta “Nihonji”, o realizábamos reuniones para el estudio de poesía; en oportunidad de una de estas reuniones se definió la visita a dicho Templo.

Partimos con una comitiva de veintiocho acompañantes, el día 14 deJunio. Esa noche nos trasladamos primero en tren hasta Hata, y luego comenzamos a subir a pie el monte Nokogiri, llegamos hasta el Templo “Nihonji”. Meishu sama y todos nosotros, los de su comitiva, tuvimos una agradable conversación hasta muy tarde con el Reverendo Tanaka, el Monje Superior del Templo y nos despedimos con gran sentimiento de gratitud por la calurosa hospitalidad que nos dispensó.

Después descansamos un poco, nos levantamos a las tres de la madrugada y nos preparamos para subir a la cima de la montaña. Como aún estaba oscuro, todos nosotros llevamos linternas. Cuando estábamos a mitad de camino, la primera luz de la aurora comenzó a aparecer, pero en aquella hora había tanta neblina, que nos impedía ver cosa alguna en nuestro camino.

Finalmente alcanzamos la cumbre, y con nuestros corazones ligados a Dios, esperamos en estado de oración la salida del sol. Llevó algún tiempo hasta que el sol se levantó brillante a través de la neblina, y nos envolvió en una atmósfera de gran esplendor. Con mayor luminosidad, tuvimos una vista de las planicies de Kanhatsu y bien a nuestro frente, pudimos ver el monte Seicho, la montaña donde Nichiren, el fundador de la secta budista Nichiren, había alcanzado su iluminación.

La grandeza del panorama estaba más allá de cualquier descripción. Las palabras no son suficientes para traducir nuestras emociones. Parecía que estábamos en una esfera celestial. Todos nosotros exteriorizamos el deslumbrante encantamiento que surgía de las profundidades de nuestros corazones. Siguiendo la dirección de Meishu sama entonamos la oración “Amatsu Norito”. La mística atmósfera que nos envolvió y el poder inmenso que sentimos, permanecen imborrables en mi mente.

Luego Meishu sama nos diría que en ese momento recibió la Revelación del Cambio de la Era de la Noche a la Era del día y de la grandiosa misión que le fue concedida.

SIEMPRE COMO UN SER PARADISÍACO

Al mudarnos a Tamagawa (Gyokusen kyo), Meishu sama cayó en desagrado a la Policía, debido a un infeliz acontecimiento.

Cierta mañana bien temprano, el jefe de la Policía de Tamagawa, vino a hacernos una visita de cortesía. Como Meishu sama habitualmente trabajaba hasta tarde en la noche, parte de la mañana permanecía más tiempo descansando. El portero al atender al Jefe de Policía, dijo que Meishu sama aún estaba acostado. Tal respuesta desagradó a la autoridad, pues pensó que se trataba de una recepción fría. Al final, era una visita de cortesía. Este caso, junto con otros, nos trajeron varios problemas durante todo el tiempo en que vivimos en Tamagawa.

En 1937, la Seccional Policial de la zona, le comunicó que de aquella fecha en adelante, no podría compatibilizar más la enseñanza religiosa con el tratamiento terapéutico. Entonces, Meishu sama decidió continuar solamente con el tratamiento de terapia, prosiguiendo su tarea humanitaria.

Cuando nos mudamos para Tamagawa y tomamos posesión de la propiedad, tuvimos que conseguir un préstamo.

En aquella época, debido a un malentendido, el primer propietario hizo, al mismo tiempo, un contrato de venta al señor Keita Goto. Eso causó un problema legal, y ocasionó un largo proceso judicial que se prolongó hasta poco antes de la muerte de Meishu sama.

Socialmente había una buena relación entre las familias del señor Keita Goto y la nuestra. Las esposas nos llevábamos muy bien, pero debido al problema judicial que surgió, hubo un pequeño estremecimiento en la amistad. Gracias a una cerámica de gran valor artístico llamada “el jarrón de la glicinas”, que fue factor decisivo en la cuestión entre ambas, el largo proceso fue resuelto amigablemente y continuó entre las dos una buena relación.

El método terapéutico de Meishu sama producía resultados tan milagrosos que los frecuentadores aumentaban diariamente.

Aunque tuviese asistentes y auxiliares, el programa personal era muy pesado y Meishu sama frecuentemente se quedaba sin almorzar. Con el correr del tiempo fue evidenciando una fatiga cada vez más fuerte y y no solamente yo sino todos estábamos preocupados por él.

Un día, cuando volvió de FujimiTei (su lugar de trabajo desde donde se avistaba el monte Fuji), habiendo apenas ingerido una taza de sake (vino de arroz), quedó terriblemente pálido y sufrió una crisis anémica. Después de este hecho, comenzamos a pensar que debería hacerse algo para aliviar el ritmo de sus tareas. También oímos que había comentarios acerca de que la práctica terapéutica podría ser prohibida, por eso resolvimos desistir de ello como medio preventivo, anunciando el cese de nuestras actividades, a las autoridades locales.

Fue una sorpresa para la Policía de Tamagawa, mas nuestra decisión fue aceptada sin comentarios. Tal decisión causó una gran transformación en las actividades de Meishu sama, por eso nosotros la consideramos como excelente y oportuna, no sólo por el desarrollo futuro de su misión, sino también por la preservación de su salud. Después de la interrupción de su práctica “terapéutica”, Meishu sama se dedicó a la formación de misioneros que lo auxiliarían en el futuro de Su gran misión y también en la pintura de diseños de la diosa Kannon.

Cuando terminaba el trabajo por la mañana, Él almorzaba y salía a dar un paseo, yo lo acompañaba siempre de cerca, durante las caminatas por los lugares pintorescos de las planicies Musashino, o frecuentemente hasta las márgenes del río Tamagawa.

Mientras paseábamos, Él hablaba siempre y me explicaba sobre las ideas que tenía acerca de su misión.

Meishu sama veía el futuro claro y luminoso y yo jamás conseguí descubrir en Él ningún punto negativo. Aunque experimentaba muchas dificultades y sufrimientos, nunca salía de Él una palabra desagradable.

Siento que fue realmente un hombre que vivía como un ser paradisíaco, con su pensamiento ligado a Dios. Un ser realmente feliz. Todos nosotros deberíamos seguir su ejemplo.

PROYECTO DEL MUSEO Y SU REALIZACIÓN

Un día mientras estábamos paseando a lo largo de la margen del río Tamagawa, Meishu sama me contó sus planes y aspiraciones. Me dijo en confidencia: “Espera y verás que yo voy a construir un Museo de Arte”.

Esta afirmación está viva en mi memoria. Yo sabía que ninguna colección individual llenaría un Museo de Arte, pero sin embargo dije: “Eso es óptimo”, expresando mi aprobación, aunque en verdad, interiormente no creía que ese proyecto pudiera tornarse realidad. En aquel tiempo ese plan era semejante a atrapar una nube, un poco más que un absurdo para mí. Sin embargo, ¿qué ocurrió?; imaginen mi sorpresa cuando en menos de diez años, aquel sueño se tornó realidad.

El Japón se sumergió en la Segunda Guerra Mundial. A su término, la situación se modifició por completo, lo cual lo llevó a hacer su propia reforma. El impuesto sobre inmuebles y el cambio hacia el nuevo sistema monetario, obligaron a las clases nobles y ricas a poner sus inmensas colecciones de arte a la venta. Objetos que ellos habían coleccionado con cariño en sus hogares eran vendidos para pagar sus impuestos sobre inmuebles o reestablecerse en sus negocios. Eso ofreció a Meishu sama una oportunidad ideal para realizar su deseo más querido: tornar tales objetos accesibles al público. Así comenzó la colección y la construcción del Museo de Arte en las tierras del Shinsenkyo en Hakone. En el corto plazo de un año y siete meses, el Museo fue abierto al público.

Meishu sama se sintió muy feliz con la admiración pública y por la velocidad extraordinaria con que el Museo se completó. En el día de la ceremonia de apertura, Meishu sama mostraba más que nadie candor y alegría en su rostro y eso es lo que más se grabó en mí.

EL CAMINO DE LA AGRICULTURA NATURAL

Mientras Meishu sama vivió en el Hozanso de Tamagawa, convirtió las espaciosas tierras en jardines de flores, campos para plantaciones de té, de legumbres y de arroz. Él animaba a los jóvenes trabajadores tomando parte en el trabajo. Al mismo tiempo estudiaba la consistencia del suelo y su naturaleza química.

Al comienzo, nosotros no prestamos mucha atención a ese proyecto, pero Meishu sama se dedicaba todos los días a él en su tiempo libre. Más tarde percibimos que Él estaba trabajando de acuerdo con un plan muy profundo. “Este es un producto cultivado por el proceso natural. ¿No es delicioso?”, nos preguntó después que la primera cosecha llegó. Las muestras eran realmente buenas. Después de muchos años de estudio, Meishu sama llegó a la conclusión de que su método natural de cultivo era el mejor, y lo defendió con fervor. Eso dio nacimiento a la actual Asociación para la Expansión de la Agricultura Natural, que está siendo practicada en todo el país.

DESCUBRIR LA CAUSA

Casi todas las noches Meishu sama recibía relatos sobre lo acontecido diariamente en nuestra organización.

Cuando no había un progreso notable por un período considerable de tiempo, y sí una disminución en el número de personas que recibían Johrei, frecuentaban los servicios o se adherían a la Institución, El instruía a su secretario para que se informara sobre las causas.

Decía: “Esto no es bueno, no debería ser así”, “Debe haber una razón”, y personalmente averigua ba la causa.

Meishu sama daba entonces directivas para corregir la situación. Siguiendo el mismo método, nuestro trabajo se expandió firmemente.

MEISHU SAMA EN EL TEMPLO MUROOJI

Esto aconteció un día de 1954, cuando Meishu sama visitó un Templo antiguo llamado Murooji, cerca de las montañas de Yoshino Japón.

Tan luego el programa de su visita fue anunciado, algunos de los Dirigentes que trabajaban en aquel distrito visitaron el Templo para inspeccionarlo antes de su llegada. Hablaron a los Sacerdotes de la visita inminente de Meishu sama y pidieron que el mejor de los cuartos de huéspedes fuese preparado.

Al contrario de lo esperado, la respuesta fue: “El puede ser un Jefe Espiritual para su gente, mas hay una regla aquí que establece no abrir nuestro mejor cuarto de huéspedes a ninguno que no sea reconocido por nosotros como un ser espiritual muy elevado. Nosotros no podemos transgredir la regla”. Nuestros Dirigentes entonces, simplemente pidieron a los Monjes que preparasen todo, del modo que ellos pensasen adecuado para la ocasión.

En el día marcado, Meishu sama llegó con sus seguidores y misioneros, que quedaron sorprendidos al encontrar a todos los Sacerdotes vestidos con sus mejores ropas para recibirlos. Con gran respeto y cortesía, ellos condujeron a Meishu sama al mejor cuarto de huéspedes, el mismo que habían dicho a nuestros Dirigentes que no estaba disponible.

Al preguntarles qué los había hecho cambiar de actitud, la repuesta fue muy interesante: “De acuerdo con la tradición, este Templo era guardado desde los tiempos más antiguos por un espíritu poderoso. Cuando una persona de alta espiritualidad venía a visitarlo, el espíritu guardián provocaba una lluvia horas antes de su llegada, para que el área quedase purificada, lluvia que cesaría en el momento en que la persona apareciese”.

El día de la visita de Meishu sama, a pesar de que había llovido fuertemente hasta dos horas antes de su llegada, no sólo estaba todo despejado sino que el agua del río Muroo, frente al Templo, había continuado tan clara como siempre. Así percibieron que el visitante esperado ese día era realmente un hombrte de alta espiritualidad y habíanse preparado apresuradamente para recibirlo de manera digna.

HEROES DE LA ACCIÓN

Meishu sama frecuentemente hablaba sobre la dificultad de poner la palabra en acción, y decía que era muy difícil realmente, vivir de acuerdo con sus Enseñanzas. Él mismo era un hombre de acción y una vez que había dicho alguna cosa ya la estaba efectuando.

Muchos de aquéllos que lo conocían bien, expresaban su admiración por esa cualidad. Uno de ellos cierta vez me dijo: “Yo conocí a muchos hombres distinguidos, pero nunca conocí ninguno que transformase sus palabras en acción, como Meishu sama”.

Muchos hablan frecuentemente sobre sus planes, pero pocos los llevan adelante. Cuando Meishu sama dice algo es porque ya lo está haciendo; pienso que por eso realiza tantas grandes cosas. Aplicó siempre el principio de las decisiones inmediatas. Siendo un típico edoko (persona nacida en Edo, antiguo nombre de la ciudad de Tokio), Meishu sama trabajaba rápida y enérgicamente. Estas cualidades eran características especiales de los “edokos” y siendo así, era habitual para Él terminar en un año lo que para otras personas llevaría diez.

Eso fue especialmente verdad con respecto a su colección de arte. El reunió muchas preciosas obras de arte en un increíblemente corto espacio de tiempo. Cuando todos supieron de ese gran hecho, quedaron sorprendidos y llenos de admiración y respeto por Él. No era difícil para los coleccionistas adquirir una colección de objetos de arte, siempre que tuviesen bastante dinero y tiempo para gastar. Pero nunca oí hablar de otra persona que lo hiciese tan rápidamente como Meishu sama.

Esta era una de las características que lo hacía destacarse. Aunque aún no estábamos en la Era del Espacio, Meishu sama hacía las cosas siempre a la velocidad de esa Era.

Luego que una idea se le ocurría, inmediatamente la transmitía y la ponía en práctica. Pienso que seguirlo en esa práctica era muy bueno para todos nosotros, para nuestra salud mental. Si un individuo tuviese alguna cosa para decir o hacer, es mejor comenzar sin demora, en vez de guardarla en la mente, imaginando cuándo debería ser dicha o hecha. Si no lo hace, será una carga mental. Hablando, actuando sobre una idea, o pidiendo a alguien que haga alguna cosa sobre ella, liberamos la mente y podemos continuar el próximo proyecto o idea. El principio de la desición mental, es el principio de la higiene mental, esto es, la acción de la purificación mental natural. Si un individuo adquiere esa condición mental, podrá realizar muchos trabajos durante su vida. Meishu sama conservaba su mente alerta durante un paseo, tomando té o conversando con otras personas. Nunca permitía a su mente que quedase exhausta o adormecida. Es una de las razones de haber podido alcanzar tanto durante su vida.

CALIDEZ PATERNAL

Meishu sama realmente combinaba la firme actitud de un padre conciente por un lado, con una indescriptible calidez paternal por otro. Eso daba una impresión tan agradable a todos los que entraban en contacto con Él, que no podían olvidar en toda la vida. Él era una persona que dejaba tras de sí algo de calidez. Aún queda en mis oídos la inconfundible pronunciación típica de Edo (actual Tokio), y también su humor irónico y sus graciosos chistes, en el mejor estilo Bernard Shaw. Cada uno de esos hechos los recuerdo vivamente y me producen una gran nostalgia.

CONFIANZA EN LAS PERSONAS

Una de las mayores virtudes de Meishu sama, era que confiaba en extremo en las personas. Esa era una de las razones por la cual Él era amado y respetado por todos. Si alguien fallaba en el desempeño de sus deberes, Meishu sama lo reprendía con rigurosidad, pero nadie tomaba esa reprensión como tal. Contrariamente, el infractor estaba agradecido y la consideraba como un incentivo y deseaba un mayor progreso en él.

Meishu sama tenía una actitud franca y sincera con todos, hasta con aquéllos que encontraba por primera vez, porque Él sabía que todos los hombres son hijos de Dios. Su comprensión y naturaleza cariñosa eran expresadas en el modo como trataba a los empleados en el negocio. Y la fe en Dios quedó demostrada cuando dejó el mundo de los negocios para dedicar su vida al trabajo espiritual.

Con esta misma firme confianza en Dios, persistió hasta que construyó el Prototipo del Paraíso Terrenal, y completó el resto de la misión que le fue confiada por Dios.

MAS QUE LOS AÑOS, LA CANTIDAD DE TRABAJO

El contar los años de una vida no tiene sentido, debemos olvidarnos de la edad. Meishu sama, pese a tener una edad avanzada, poseía el ánimo de un niño y creo que debemos aprender a vivir con ese vigor. Después que Meishu sama ascendió al Mundo Espiritual un señor vino a mí y dijo con pesar: “Yo pensé que Meishu sama viviría mucho más tiempo, hasta una edad muy avanzada; pero en vez de eso Él tuvo una vida corta”. En verdad, Él vivió menos años de los que la mayoría de las personas esperaban. Pero Meishu sama nos dejó una cantidad inmensa de extraordinarios trabajos y yo creo que todo eso equivale a una vida extraordinariamente larga.


Capítulo I
por NIDAI SAMA

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